Dom 13.11.2011
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ENFOQUE

Energía y catástrofes

› Por Claudio Scaletta

La agenda mediática permanece dominada por la cotización de la divisa estadounidense y las controvertidas restricciones sobre su mercado abierto. Las vicisitudes de la cotización del billete verde son, además, funcionales a la estrategia catastrofista de los medios hegemónicos, más que duchos en presentar cualquier problema o limitación transitoria de la economía como, precisamente, una catástrofe inminente.

Quien lea variado y a lo largo del tiempo podrá observar también que la receta que se contrapone como solución universal es siempre la misma: bajar el gasto, lo que hoy incluye eliminar todos los subsidios, subir las tasas de interés y contraer el circulante. A ello deben sumarse las medidas complementarias para recuperar la “confianza” y el “clima” de negocios: pagar ya los fallos del Ciadi, sin chistar al Club de París y, de paso, invitar al FMI a opinar sobre la economía local. Con ello también se estará en condiciones de volver a tomar deuda si las políticas propuestas no dan los resultados prometidos. Imagine el lector, sólo por un amargo momento, si estas recetas se hubiesen aplicado, por ejemplo, a partir de 2003.

Una breve digresión: Lo interesante de este credo ortodoxo, para quienes lo profesan, es precisamente su simplicidad, su carácter universal, su versatilidad para ser aplicado en cualquier tiempo y lugar, sea Grecia o Argentina, sea una economía en profunda recesión u otra en expansión. No importa. Que estas recetas hayan sido mayormente ruinosas para las economías es irrelevante, eso fue antes, ahora será distinto. El credo debe repetirse como un mantra, sin pensar. Además, siempre habrá otros creyentes dispuestos a sumarse al rezo. Eso sí, como en cualquier actividad metafísica es conveniente desprenderse del mundo material. Sucede que las relaciones causa y efecto nunca son (ni fueron, ni serán) las predichas por el dogma. Sería gracioso si no fuese por el patetismo de los resultados y el sufrimiento provocado.

Regresando a las catástrofes, la perpetua necesidad mediática de la crisis inminente eclipsó algunas noticias conocidas en la semana y que se relacionan a una segunda variable que, como el dólar, también acompañará los tiempos por venir: la energética. Desde 2003 un grupo de ex secretarios de Energía, cuyas gestiones no son precisamente recordadas por sus éxitos, vienen anunciando el inminente colapso de la oferta energética. No hace falta decir que las predicciones tampoco se cumplieron. La noticia en cuestión es que la principal petrolera del país, YPF, anunció un gigantesco “descubrimiento” de petróleo no convencional (shale oil) con casi 1000 millones de barriles (en rigor, 927), un hallazgo que multiplica por más de seis al informado en mayo, cuando la firma argentino-española anunció el descubrimiento de 150 millones de barriles. Como los números grandes no dicen nada para los que no están en el negocio, vale detallar que cuando estos recursos puedan ser registrados como reservas, las mismas crecerán en cinco años a nivel país y duplicarán las registradas por la compañía. Para la provincia en la que se encuentran los recursos, Neuquén, las reservas crecerán un 15 por ciento. La petrolera también anunció una inversión asociada a los nuevos recursos por 400 millones de dólares para 2012. No hace falta detallar el efecto multiplicador que esto provocará a nivel regional.

Aunque ninguno de los analistas especializados en la predicción de catástrofes lo haya destacado, la evolución de los precios internacionales de los hidrocarburos y el reacomodamiento de los valores internos fueron señales claras para las inversiones energéticas. Los recursos no convencionales, como se llama a los hidrocarburos atrapados en arenas y arcillas compactas, demandan inversiones a gran escala, pues requieren más pozos por unidad de superficie, un reticulado de perforaciones cuando en el caso convencional se requiere una sola, y un complejo proceso de fractura de la roca madre a fin de extraer el fluido. Se destaca que el precio recibido ya no es el principal reclamo de las empresas, las que confían en que continuará un reacomodamiento gradual; en particular en petróleo y, como señaló el directivo de una compañía a este diario, “habrá que trabajar más en el caso del gas”.

Luego están los escépticos, cuyos argumentos suelen ser más atendibles que los de los fallidos gurúes de catástrofes. Para el caso de los recursos no convencionales los escépticos sostienen dos cosas. La primera es que se trata de recursos que ya habían sido descubiertos por la YPF estatal, y la segunda es que resulta sugestivo que el anuncio se haya hecho justo antes del World Shale Gas, congreso mundial que se realizó esta semana en Huston, Texas, y que reunió a los principales jugadores del sector, precisamente en el país pionero en la explotación no convencional.

Sobre el primer argumento puede decirse que los escépticos tienen razón. Desde hace décadas los trabajos de prospección geológica mostraron la existencia de importantes reservorios de hidrocarburos en las arcillas o rocas madre y en las arenas compactas. El detalle es que entonces no existía la tecnología para la extracción o “producción”, como les gusta decir a las petroleras. Tampoco se pensaba en desarrollar esta tecnología por dos razones: todavía existían abundantes yacimientos convencionales y no daba, dados los precios internacionales, la relación costo-beneficio.

En Neuquén, por ejemplo, el gobierno provincial realizó en 2010 un trabajo que estimó los recursos gasíferos de dos formaciones: Los Molles y Vaca Muerta, donde se encuentra Loma de la Lata y el yacimiento anunciado esta semana, contienen recursos equivalentes a 26 Loma de La Lata en su estado original, de los que buena parte podrían transformarse en reservas. En diciembre pasado YPF también había anunciado el descubrimiento de 4,5 TCF (trillones de pies cúbicos) de gas no convencional en Vaca Muerta. Pero si alguien no cree en el estudio de una provincia, o en la sumatoria de “descubrimientos” que surgen de las nuevas perforaciones, cuenta con un trabajo difundido hace pocos meses por el Departamento de Energía de Estados Unidos y según el cual Argentina ocupa el tercer lugar en el ranking mundial de recursos gasíferos no convencionales.

La síntesis, entonces, es que sí; la YPF estatal conocía la existencia de estos recursos, pero por entonces se trataba de una información perfectamente inútil para el momento. A lo que hoy se asiste es a un cambio de escenario económico que posibilita el gradual desarrollo de estos recursos para transformarlos en reservas y explotarlos, sin dudas un golpe durísimo de la realidad para los augures del colapso de la oferta.

Sobre el segundo argumento no hay mucho que decir. Las empresas suelen reservarse el momento de los anuncios, sobre todo cuando esta información tiene potentes efectos sobre las cotizaciones de sus acciones. Tras el anuncio de Repsol YPF en España, la acción de la compañía se disparó el 6,9 por ciento en Madrid, el 10,0 por ciento en Buenos Aires y el 13,0 por ciento en Nueva York, según informó la agencia Bloomberg, que detalló también que en la Bolsa madrileña se trató de la mayor ganancia de la firma en 18 meses

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