Domingo, 30 de mayo de 2010 | Hoy
E-CASH DE LECTORES
Se dice que las secuelas de la crisis internacional están poniendo en jaque el “paradigma capitalista” que rigió la política macroeconómica de las últimas décadas. Muchos argumentos son fuertes, pero algunos de ellos son suposiciones sin fundamento teórico. “Los fenomenales desembolsos realizados por los gobiernos se convierten en una deuda de proporciones gigantescas, originando un incontenible crecimiento del déficit fiscal. La idea de un rescate invariablemente expande el déficit.” La intención es suavizar el ciclo económico, aprovechando la tendencia creciente del mismo. Me endeudo hoy en épocas de austeridad y pagaré mañana en mejores épocas. Es una idea muy simple pero sólo funciona si el endeudamiento es responsable. La idea de endeudamiento responsable me lleva al segundo supuesto: “Las letales misiones del FMI y las condiciones injustas que impone.” Como dijo el Premio Nobel Paul Krugman, a nadie le gusta el FMI, pues es un prestamista de última instancia, a quien se acude cuando se está en problemas. Practican un amor doloroso. Deben cumplir la tarea obligatoria de poner la casa en orden. Un FMI cálido y acogedor no estaría cumpliendo su deber. Además, las condiciones que imponen aseguran que se les devolverá lo que prestaron. ¿Quién le prestaría a un país en donde menos de 10 años atrás se aplaudió el default de su deuda? Lo contrario tampoco es necesariamente cierto, que la gente odie al FMI no quiere decir que esté haciendo bien su trabajo, y las condiciones que impuso en el pasado son debatibles, pero haga bien o mal su trabajo. “La deuda la pagarán los trabajadores”. Obviamente la deuda la pagan los trabajadores... La deuda se paga con los ingresos del Estado que se obtienen de impuestos. Si el conflicto está en que la paga una clase social diferente a la que la generó, es un tema diferente. Pero no olvidar que el inicio de la crisis se debe a hipotecas de alto riesgo. Personas que “inocentemente” aceptaron préstamos de los que no podían hacerse cargo.
La terminación de la burbuja de la vivienda que desató la crisis, se predecía, eliminaría cerca de 8 billones de dólares de riqueza, de los cuales 7 billones serían pérdida de los dueños de casas y sólo 1 billón de los inversionistas. La cuestión crucial que hace tan responsables a los inversionistas es que ese billón desata un colapso financiero.
Diego Wachs
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