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La inflación que observamos en las góndolas y en los comercios de barrio es sin dudas un producto de la acción deliberada de las grandes empresas concentradoras de mercados y capitales. La suba constante de precios no es un proceso natural de la actividad económica. Detrás de este fenómeno están los mismos sectores de siempre, impulsando el incremento permanente de los valores de los bienes y servicios. El sector al que hacemos referencia toma ventaja del dinero inyectado por el Gobierno en el mercado interno, y maneja además en forma arbitraria los precios de los insumos, en un claro beneficio de sus intereses, manipulación que afecta directamente a la producción de las pequeñas y medianas empresas. En el inicio de la cadena los costos tienen ciertos valores, que luego se ven disparados. Esto no es casual, existen responsables detrás de ello y es necesario desenmascararlos. En este marco, considero que es necesario que desde el Estado se regule este aspecto central de la economía y que lleve a cabo un control real de la estructura de costos de las grandes empresas monopólicas y oligopólicas, máximas culpables de la pesadilla de la inflación. Este accionar irresponsable redunda en la caída del poder adquisitivo de los sectores medios y bajos, con el consecuente achicamiento del mercado interno. Como ciudadanos y actores sociales no debemos permanecer ajenos e indiferentes a este tema y es nuestro deber involucrarnos e intervenir en este control que, reitero, debe ser impulsado desde las máximas autoridades. Ya dejamos atrás los tiempos del liberalismo salvaje en el que los líderes del poder financiero parecían inimputables. Es necesario defender un modelo de crecimiento con igualdad de oportunidades para todos, donde el sueldo de los ciudadanos no sea mermado y empobrecido a diario. La regulación y el control son las únicas herramientas posibles para frenar este nuevo embate de los sectores concentrados.

Daniel Moreira

Dirigente de Apyme

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