E-CASH DE LECTORES
Hace algún tiempo, dentro de los estudios médicos de rutina, a un familiar se le solicitó una ecografía de los riñones. Ese estudio arrojó que estaban bien. Como comentario, en su informe, mencionaron que detectaron un aneurisma de la aorta gástrica, cuyas medida era de 37 mm., cosa que no era alarmante pero que requería un seguimiento. Así se hizo. En los sucesivos controles, pasó a 42mm, luego 49mm y, al final, cuando se llegó a los 57mm se decidió, después de realizar un cateterismo, que se estaba en condiciones de colocar una endoprótesis a fin de frenar el avance del aneurisma, lo que se hizo con éxito. Ahora bien, entrando ya en la vida cotidiana y, tratando de hacer algún tipo de comparación, podríamos afirmar que se creó una burbuja que, si no se la detenía, podía explotar, con las consecuencias del caso. Y explotó en España, Portugal, Grecia, EE.UU.. ¿Se sabía algo de esto? El 11 de mayo de 2005, en una entrevista que le realizó la periodista Rosa María Sánchez al presidente del Banco Central de España, Jaime Caruana, comentó que en su intervención en el XII encuentro del sector financiero señaló que las familias españolas estaban endeudadas en un 120 por ciento de su renta bruta anual. O sea, la burbuja estaba a punto de explotar, y explotó. Para ser más sencillos: esta contradicción entre los ingresos de la familia española y su deuda se hizo insostenible. Aquí habría que detenerse un poco: ¿quiénes son los responsables de esta situación, los bancos o la gente? Es conocido el hecho de que, durante la “fiesta” de colocar el dinero, se inducía a la gente a tomar más y más préstamos hipotecarios, ya no para la primera vivienda, sino para la segunda. Se llegó también a solicitar a las tasadoras que sobrevalúen la propiedad para otorgar préstamos más altos. Entonces, ¿quién debe hacerse cargo? La respuesta la están dando los gobiernos europeos: ayuda a los bancos, y a la gente, como decía Don Ata, las vaquitas son ajenas, a devolver las viviendas.
En lo que hace a las responsabilidades, aunque no son los únicos, como muestra basta un botón. Cuando se produce la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, comienzo de la caída, el Senado de EE.UU. llamó a los principales directivos y ejecutivos a declarar. Mencionaron que habían recibido muy buenos plus en dinero como “premios”. Cuando se les preguntó cómo habían llegado a Washington manifestaron que habían contratado un avión privado, en medio de la quiebra del siglo. No se puede asegurar que esta gente de guantes blancos haya ido presa.
Esta es la gran crisis mundial, después de la de 1929, llamada “la gran depresión”, que trajo como consecuencia, entre otras cosas, cambios en las políticas económicas. ¿Qué pasará después de que se salga de ésta?
Carlos Schnek Presidente de la Cámara de Empresas Tasadoras de la República Argentina (Cetra)
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