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Domingo, 12 de diciembre de 2004

CONTADO

Música para Rato

 Por Marcelo Zlotogwiazda

Para cualquier argentino resultan obvias las ventajas que derivarían de liberarse de la tutela del FMI. El país recuperaría autonomía de decisión en política económica y dejaría de soportar las tradicionales y las ocasionales exigencias que el organismo impone a sus socios prestatarios.
Uno podría imaginar que en la actualidad eso significaría recuperar margen para hacer lo que soberanamente se decida en materia de superávit fiscal, tarifas de servicios públicos, tipo de cambio, etc., en lugar de –en el mejor de los casos– acordar semejantes temas con la burocracia del Fondo. Lo que cuesta comprender es cuál es la lógica que animó a quienes desde el Gobierno lanzaron a rodar como rumor la intención oficial de desembarazarse de los monitoreos y de los condicionamientos del Fondo al costo de pagar con recursos propios la deuda con el organismo de aproximadamente 14.000 millones de dólares. La idea no pudo haber sonado sino como música agradable a los oídos de Rodrigo Rato, que tiene entre sus prioridades que la Argentina cancele la mayor parte de su deuda.
No se entiende por qué desde los alrededores de Néstor Kirchner (es decir con el visto bueno del Presidente) se realizó a los cuatro vientos un anuncio que implica resignar una de las principales cartas de negociación que el Gobierno usó hasta ahora en su conflictiva relación con el Fondo, como fue la amenaza latente (y hasta ejecutada por unos días) de defoltear y/o pagar con una quita, al igual que se va a hacer con los acreedores privados.
¿Con cuánta menos fuerza se sienta un país a negociar con el Fondo si ya hizo público que en última instancia seguirá pagando con puntualidad, como lo ha venido haciendo desde que a mediados de año suspendió unilateralmente el acuerdo en vigencia y por ende dejó de recibir los reembolsos que estaban previstos?
Tal vez hubiera llegado el momento, una vez reanudada la negociación, de considerar la conveniencia de seguir pagando con dinero propio con tal de no aceptar ciertas condiciones. Pero basta con entender al abc del arte de la negociación para darse cuenta de que lo estratégicamente razonable sería explorar primero qué es lo que surge como saldo de ceder en una u otra variable pero manteniendo el flujo de desembolsos que estaba acordado antes de la suspensión unilateral. Quién sabe, quizás esta segunda alternativa hubiera resultado algo mejor; o si se quiere, menos mala.
En ciertos ámbitos oficiales la desorientación llegó al punto de soñar con la posibilidad de que algún prestamista sacado de la galera pusiera dinero que sumado a parte de las reservas permitiera cancelar la deuda con el Fondo de un saque. Si de por sí ir cancelando los vencimientos suena como buena música a los oídos de Rato, el disparate de pagar todo de inmediato para “recuperar soberanía” sonaría como música excelsa para el Fondo.
¿Qué pensará Lavagna de la idea salida de Casa Rosada? Una muy buena pista aparece al recordar lo que el propio ministro de Economía le respondió al FMI, cuando no hace demasiado tiempo ese organismo sugirió (¡oh, sorpresa!) pagar más usando reservas del Banco Central. Escribió Lavagna en un documento en inglés denominado Comentarios del gobierno argentino a “Argentina: análisis de sustentabilidad de la deuda”, que rescató la consultora M&S en su último informe: “El Fondo sostiene que esta brecha podría cubrirse con un mayor superávit primario o, alternativamente, con depósitos del sector público, reservas del Banco Central o financiamiento del mercado. No ofrecen una salida clara ni se molestan en evaluar el impacto de utilizar cada una de las alternativas. De hecho, no hay una propuesta concreta, sino más bien un objetivo prefijado de acelerar el repago al FMI (...)”.
“(...) En varias partes el trabajo del Fondo se refiere al uso de reservas por parte de las autoridades argentinas para efectuar pagos de deuda, sugiriendo renuencia a hacerlo. El staff del FMI que viene a Buenos Aires cada dos meses sabe perfectamente que las reservas no pertenecen al Tesoro argentino y que usar esas reservas violaría la ley argentina. Las reservas del Banco Central de Argentina pertenecen a sus ciudadanos y son manejadas por su Banco Central independiente como lo considera apropiado. De todos modos, con las reservas internacionales no muy lejos del nivel crítico que desató la crisis de 2001, reconstruir el nivel de reservas de Argentina resulta un importante objetivo de política. Y dado que probablemente el flujo de ingreso de capitales se reconstituya de manera gradual, también resulta decisivo proteger las reservas internacionales del país. El staff del FMI es consciente de que en este momento no hay apoyo legislativo para aprobar una apropiación de las reservas dirigida a efectuar pagos de deuda. Por otra parte, una reducción de las reservas aumentará la vulnerabilidad. Más aún, la reducción de reservas postulada en el trabajo no es consistente con la apreciación del tipo de cambio supuesta en el mismo (...).”
No hay duda de que, al menos en esto, Kirchner y Lavagna piensan muy distinto. ¿O será que Lavagna piensa ahora igual que Kirchner pero diferente de lo que escribió no hace mucho?

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