Domingo, 3 de junio de 2007 | Hoy
CONTADO
Por Marcelo Zlotogwiazda
América latina atraviesa una situación favorable sin precedentes. Es algo sobre lo que hay enorme consenso, pero no muchos lo afirman con la contundencia con que lo hizo el martes pasado Bertrand Delgado, analista jefe para la región de la consultora IdeaGlobal con sede en Nueva York. En un artículo publicado en el flamante blog Latin America Economonitor escribió que “América latina está disfrutando de condiciones externas casi perfectas: crecimiento mundial robusto, alta liquidez internacional que fomenta el apetito por inversiones de mayor riesgo, y favorables términos del intercambio” (esto último significa una buena relación entre los precios de lo que se exporta e importa). Y la perspectiva es que el contexto ventajoso se mantenga por algún tiempo más, debido fundamentalmente a que el imparable crecimiento chino (el Banco Mundial acaba de elevar su pronóstico para 2007 al 10,4 por ciento) seguirá apuntalando la demanda y el precio de las materias primas y commodities industriales, y alimentando con sus excedentes la abundancia de recursos financieros disponibles. El diagnóstico en extremo positivo y las proyecciones futuras en igual sentido envalentonaron a Delgado a afirmar que “América latina cuenta con una oportunidad de oro para realizar las mejoras estructurales que necesita”.
La Argentina no es la excepción. Ni para lo uno ni para lo otro. Viene sacando apreciable provecho de las “condiciones externas casi perfectas”, que impactan de manera directa en el superávit comercial, en la acumulación de reservas y en el incremento de los ingresos fiscales vía retenciones a la exportación. También cuenta con una oportunidad de oro para realizar las transformaciones de fondo que la hagan menos dependiente del contexto internacional. Bertrand Delgado enumera una lista válida para la región en general y que se amolda muy bien a la Argentina. Señala la necesidad de promover la inversión en capital humano, desarrollar infraestructura, reducir la brecha tecnológica con el resto del mundo, fortalecer la pequeña y mediana empresa, facilitar la regularización de la informalidad, y eficientizar tanto el gasto como la recaudación de impuestos, de manera tal que todo lo anterior les permita a los países “crear riqueza con consecuencias positivas sobre la madre de todos los problemas: la injusta distribución del ingreso”. Esto último no lo subraya desde una posición heterodoxa, sino desde el lugar de los que temen que multitudes insatisfechas rechacen la globalización, cultiven sentimientos antinorteamericanos y se sumen a procesos populistas.
Es para lamentar que en varios aspectos la oportunidad de oro no esté siendo bien aprovechada. Tomando como referencia la lista de Delgado, el Gobierno no se ha decidido a impulsar una reforma tributaria que colabore a acelerar un reparto más justo del crecimiento, siendo que los expertos aconsejan realizar esos cambios en tiempos de bonanza. Otro ejemplo de absoluta actualidad es la crisis energética de estos días. Por supuesto que tiene causas que se remontan a etapas anteriores (por citar un caso, la insensatez menemista de aprobar en 1995 la exportación a Chile de grandes cantidades de un recurso estratégico, no renovable y sin valor agregado como el gas natural), pero es indiscutible que el gobierno de Kirchner tiene cuotas de responsabilidad; aunque más no sea por la tardanza en poner en marcha las inversiones en las dos centrales eléctricas que se están construyendo.
La oportunidad de oro que brindan el contexto externo casi perfecto y la tranquilidad de contar con holgura en variables macroeconómicas clave tampoco ha sido aprovechada para dedicar tiempo y esfuerzo a pensar y definir el perfil económico del país, una tarea que algunos descalifican por abstracta e imprecisa (pura guitarra, en criollo), pero que cualquier país serio encara seriamente, o sea con profundidad y en detalle. Este gobierno no sólo declama a favor de orientar el desarrollo, sino que lo ejerce. Hace apenas diez días presentó los “Lineamientos estratégicos para el desarrollo productivo”, lo que en sí mismo es loable. Lástima que de la lectura de las cuarenta y pico de páginas del documento que se encuentra en el nuevo sitio del Ministerio de Economía (www.mecon.gov.ar) no surge casi nada que se salga de lo ya sabido, de la obviedad o de las generalidades inconducentes. Es un compendio de principios del tipo “hay que lograr un tejido productivo más denso”, o indicaciones sobre la conveniencia de promover “servicios con alto valor agregado como turismo, industrias culturales y diseño”. La casi nula repercusión que tuvo el trabajo fue acorde a su peso específico.
Al ex presidente de Estados Unidos John F. Kennedy se le atribuye la frase: “El momento para arreglar el techo es cuando brilla el sol”. En la Argentina hace mucho que no llueve pero sigue habiendo muchas goteras.
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