Domingo, 4 de octubre de 2015 | Hoy
DEBATE › ECONOMíA POPULAR
La “Economía Popular”, también llamada “Social y Solidaria” no es una economía informal o “de pobres”, sino que son cooperativas activas en el mercado.
Por Christian Miño *
En los últimos números del Cash se abrió un debate en torno de la posibilidad de creación de un Ministerio de Economía Popular, debate que vemos con buenos ojos, a la luz de un período de gobierno que puso al sector en un lugar destacado no sólo por su valor social, sino también por su capacidad de construir las bases de otra economía.
Que hoy este debate sea mencionado por dirigentes, funcionarios y analistas, se debe a un proceso que comenzó 15 años atrás, causado por la crisis del neoliberalismo, el quiebre del Estado y el crecimiento de la desocupación, que llevó a miles de compañeros a buscar en emprendimientos asociativos un lugar de inclusión. Proceso que se vio fortalecido en la última década por una batería de políticas públicas impulsadas por el gobierno nacional, que brindó nuevas herramientas a las iniciativas populares, en particular al cooperativismo de trabajo.
La “Economía Popular”, también llamada “Social y Solidaria”, que construimos todos los días, no es una economía informal o “de pobres”, como muchas veces se ha dicho. Muy por el contrario, interviene activamente en el mercado y está dispuesta a dar una disputa con las grandes corporaciones, en todos los terrenos. Es el caso de las cooperativas de construcción, que hacen viviendas u obras públicas a través de planes federales, o las empresas recuperadas que producen bienes y servicios y lo comercializan en el mercado.
Pero además han generado una gran batalla cultural al demostrar que todo este proceso es posible sin necesidad de un patrón o un capitalista. Recientemente, la Red Textil Cooperativa (que nuclea a más de 70 cooperativas de todo el país) hizo el gran esfuerzo de intervenir en talleres de la Ciudad de Buenos Aires que explotaban a compañeros de la comunidad boliviana a un nivel de esclavitud, e incorporarlos a la dinámica de la autogestión, lo que les permitió contar con un trabajo digno, desarrollarse como trabajadores libres y dirigir su propia empresa.
La experiencia de estos años nos ha mostrado que es posible construir una economía de prosperidad y desarrollo, sin que por eso deje de ser popular ni solidaria.
Más allá del debate en torno de la herramienta institucional, lo que el sector hoy necesita es que las políticas públicas se consoliden al interior del Estado, como puede ser una ley de compra cooperativa; un porcentaje de obras públicas para las cooperativas; la legalización de la tenencia de la tierra para los pequeños productores y la agricultura familiar; solución a la incertidumbre sobre la propiedad de los bienes inmuebles y maquinarias de las empresas recuperadas; y la creación de un fondo fiduciario fuera de las normativas del Banco Central para la toma de créditos por parte de las cooperativas; entre muchos otros derechos hacia los que se venía avanzando en los últimos años.
Desde la CNCT apoyamos todo cambio para mejorar la representación del sector en el diseño y aplicación de estas políticas, en el marco de un proyecto de inclusión con trabajo, de defensa del empleo, de políticas sociales no asistencialistas, de sustitución de importaciones, y del fortalecimiento del mercado interno. Y en ese camino estamos hermanados con otras organizaciones y también con otros sectores, como el empresariado pyme, que también necesita de este tipo de políticas.
Tenemos que contemplar dentro del sector a todos los compañeros, desde aquellos que no tienen oficio y viven de changas, hasta las más grandes cooperativas que mejoran las condiciones de los pequeños productores, las que brindan servicios públicos, las que dan respuesta a los consumidores y las mutuales que brindan servicios solidarios a millones de argentinos.
La emergencia de este debate nos exige abandonar personalismos y rivalidades absurdas, porque de ello dependen miles de compañeros que abrazaron esta forma de organizar el trabajo.
Hoy estamos en el plano de organizar a las cooperativas por sector o por rama: trabajadores gráficos, textiles, gastronómicos, de la comunicación, de la tecnología, de la construcción, e industriales, desarrollan redes y encadenamientos productivos para potenciar la capacidad económica de cada empresa.
Estamos en un mercado de disputas y aprendimos lo bueno de ese capital. Hoy es indispensable generar más armas para dar esa disputa en mejores condiciones para los compañeros, con respecto a la retribución del trabajo, las condiciones laborales, la prestación de salud y la jubilación. Aquellos que dicen que este sector quiere precarizar y formalizar la exclusión, no presenciaron ninguna asamblea donde los trabajadores expresan sus sueños y desafíos para un futuro mejor.
* Presidente de la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT).
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