OPINIóN › LOS PRONóSTICOS DE LA ECONOMíA
› Por Javier Ozollo *
En muchos de los escritos serios en economía se insiste sobre la imposibilidad de hacer pronósticos económicos. Un hecho constatable de lo fundado de esta posición es que los pronosticadores profesionales y los brujos económicos de todo tipo insisten cada fin de año en someterse al papelón público de hacer pronósticos que raramente coinciden con lo que realmente pasa el año siguiente. Las veces en que estos albures son certeros, se deben más a la fortuna que a sesudos análisis proyectuales.
No podríamos estar más de acuerdo con los cuestionamientos a estos pronósticos y a sus pronosticadores, sin embargo, una duda queda flotando: ¿Las ciencias sociales (y la economía, mal que le pese a alguno que otro, es una ciencia social) pueden realizar análisis sobre escenarios futuros o están condenadas a pensar sólo el pasado y el presente realizado?
Un texto del filósofo francés Louis Althusser, publicado originalmente en 1966 a propósito de Freud y Marx, ponía en el centro del debate la idea de que las ciencias sociales eran ciencias de la contradicción. Con ello quería decir, entre otras cosas, que el propio objeto de estas ciencias era un objeto que estaba en permanente relación conflictual y por ello mismo la propia ciencia necesariamente era una ciencia de la contradicción y en contradicción. Es decir, este objeto (la sociedad y todo lo que ella implica) se desarrolla en función a tensiones entre los distintos grupos sociales y sus intereses. Al ser la ciencia social una descripción y explicación de ello, necesariamente hay miradas contrapuestas de acuerdo con la toma de partido que el cientista social (economista, en este caso) tome en relación con los intereses en pugna. Así, es imposible ver y comprender lo que sucede en la sociedad (por naturaleza conflictiva) sin ocupar posiciones teóricas. Es decir, “no podemos descubrir la esencia de esta realidad conflictiva más que a condición de ocupar ciertas posiciones en el conflicto mismo y no otras, pues ocupar pasivamente otras posiciones es dejarse llevar a la lógica de la ilusión que se denomina ideología dominante” (Althusser, L.: Escritos sobre psicoanálisis. Freud y Lacan. Siglo XXI. México, 1996, pág. 198).
La sola idea de que una ciencia debe ser, por naturaleza, conflictiva aterra al racionalismo, desde sus formas más extremas, el positivismo por ejemplo, a las más moderadas. Pero esa idea de conflicto abarca mucho más también. Si las sociedades se desarrollan en función del conflicto, el futuro sólo es posible como su resultado. Pero las fuerzas intervinientes son tantas y tan complejas que el pronóstico es imposible y sólo puede pensarse lo que realmente existe. El propio Althusser llamaba a la posibilidad de un pensamiento futuro: “pensar en hueco”.
Ahora bien, en la medida en que estas fuerzas sociales están “presionando” en el presente, que tiene intereses específicos y que sus comportamientos responden a patrones históricos, las ciencias sociales pueden establecer resultantes tendenciales en la estructura. Es decir, tendencias generales en función de esta pelea entre sectores (política), de sus intereses (economía) y de sus procedimientos anteriores (historia).
Por ejemplo, la economía puede pensar que, en un proceso de desarrollo de los países periféricos mediante la industrialización sustitutiva, la tendencia de la estructura es que a mediano plazo haya problemas de estrangulamiento externo por falta de divisas. Casi una obviedad, pero ésta es una resultante tendencial inscripta en la estructura social descripta por la ciencia económica. Lo cual no es poco
* Docente e investigador UNCuyo.
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