Domingo, 22 de mayo de 2011 | Hoy
MUNDO FINANCIERO › AUGE Y CAíDA DE DOMINIQUE STRAUSS-KAHN
Por Carlos Weitz
Las instituciones son construcciones inanimadas. Los seres humanos que comandan esas instituciones les imprimen a éstas su impronta, marcada por la educación, la personalidad, la historia y las pulsiones que cada persona acumula en su mochila.
La acusación contra el director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn, referida a un posible ataque sexual ocurrido en un lujoso hotel en Nueva York, ha abierto un sinnúmero de debates. Del mismo participan, con cierta morbosidad, desde economistas hasta sexólogos, pergeñando análisis que buscan explicar las causas y las consecuencias de esa foto impensada en la que el director ejecutivo del FMI sale esposado de un juzgado.
El poder siempre ha sido un afrodisíaco poderoso y difícil de resistir. No hay centros educativos que ayuden a moldear el carácter de aquellos que deben asumir altas responsabilidades, sean éstas públicas o privadas. Los intereses que se mueven alrededor de estos cargos requieren de personalidades fuertes (en algunos casos temerarias, en otros inescrupulosas), capaces de absorber y arbitrar tanto las presiones externas como las luchas palaciegas internas propias de cualquier organismo que se precie.
El poder es un arma de muchos filos, por un lado constituye la herramienta más noble con que se cuenta para mejorar la calidad de vida de una sociedad, y por el otro, puede transformarse en una daga letal cuando se inclina hacia el lado de la impunidad y de la omnipotencia abriendo las puertas para cometer todo tipo de tropelías.
Desde una óptica mediática, la combinación de sexo y poder constituye un cóctel muy apetitoso sobre el cual los medios de prensa se lanzan como una jauría hambrienta. Los escándalos de índole sexual no reconocen estratos sociales alcanzando a gobernantes y ejecutivos de diversas latitudes. En algunas ocasiones como ésta, dada la relevancia y el cargo del personaje involucrado, las consecuencias de estos escándalos se proyectan inmediatamente a las esferas política y económica.
En lo que hace al impacto político, la acusación contra Strauss-Kahn afecta su candidatura a la presidencia de Francia dejando, por el momento, huérfano de postulantes competitivos al Partido Socialista, favoreciendo de esta forma a los dos representantes de la derecha y extrema derecha gala: Nicolas Sarkozy y Marine Le Pen.
En segundo lugar, su alejamiento del FMI abre interrogantes respecto de la capacidad de instrumentar en tiempo y forma la ayuda financiera internacional que se está hilvanando desde Europa para “rescatar” a Grecia y Portugal ante un posible incumplimiento en sus obligaciones públicas.
Por último, la precipitada renuncia de Strauss-Kahn a la dirección del FMI ha reabierto el debate respecto de cuál debe ser el perfil de quien debiera reemplazarlo. La canciller alemana Angela Merkel señaló rápidamente que “Europa tiene buenos candidatos que ofrecer”. Los países denominados BRIC (Brasil, Rusia, India y China) vienen pidiendo pista, aún sin mucha cohesión, desde hace un par de años para aumentar su influencia en el diseño de la arquitectura financiera internacional. Sin embargo, es difícil que Europa y Estados Unidos cedan el control de un organismo clave como el FMI en un momento tan crítico como el que está atravesando el mundo financiero internacional. La tradición marca que la jefatura del FMI suele recaer en un ciudadano europeo, mientras que la del Banco Mundial queda en manos de un norteamericano. La ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde; el ex presidente de la banca central de Alemania, (Bundesbank) Axel Weber; el ex primer ministro británico Gordon Brown, y el hasta hace unos pocos días candidato a presidir el Banco Central europeo, el italiano Mario Draghi, parecen conformar un primer pelotón de postulantes listo para suceder al atribulado Dominique
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