MUNDO FINANCIERO › REGULACIóN DE LOS INCENTIVOS EN LAS FINANZAS
› Por Carlos Weitz
La conducta de los seres humanos suele ser receptiva a los estímulos o incentivos externos, en especial cuando éstos se materializan en dinero contante y sonante en función de resultados obtenidos. La crisis económica desencadenada en 2007 tuvo entre sus principales causas la política de remuneración de altos ejecutivos financieros, que propiciaba la asunción de riesgos excesivos para abultar al máximo premios vinculados con ganancias de corto plazo.
En respuesta a esta problemática, los reguladores financieros de todo el mundo decidieron abordar el tema normativamente. A tal efecto, la Comisión Europea pasó de emitir meras recomendaciones a fijar normas imperativas. Para ello aprobó el año pasado una directiva que otorga a los reguladores nacionales facultades de legislar, supervisar y castigar a aquellas instituciones que no respeten las pautas prudenciales establecidas. La directiva, si bien no limita el monto de los premios, exige –entre otras cosas– que al menos el 50 por ciento de los mismos no se paguen en efectivo sino que se abonen en acciones o títulos a lo largo de 5 años. Si bien la entrada en vigencia de la norma estaba prevista para el 1º de enero de este año, hasta hace un par de semanas algunos países no habían concretado aún ningún avance. Por tal motivo la semana pasada la Comisión Europea reprendió a España, Grecia, Italia, Portugal, Polonia y Eslovenia demandándoles que instrumentaran la iniciativa sobre remuneraciones de ejecutivos en un plazo inferior a dos meses.
El comunicado publicado por la Comisión Europea enfatiza que el nuevo marco legal busca terminar con la “asunción excesiva e imprudente de riesgos” y con “los perversos incentivos de remuneraciones que han llevado a la bancarrota a distintas entidades generándole perjuicios a la sociedad en su conjunto”. Casualmente, el ultimátum de la Comisión al gobierno español para que aplique esta directiva coincide con las protestas en varias ciudades de los llamados “indignados”, que incluyen entre sus consignas críticas al papel de la banca durante la crisis.
El universo de entidades financieras comprendido por estas normas no sólo abarca a los bancos, los fondos de inversión y de pensiones sino que incluye también las compañías de seguro. La búsqueda por parte de estas empresas de criterios alternativos al pago en efectivo a sus ejecutivos más exitosos ha generado algunas anécdotas curiosas. Precisamente la semana pasada el diario alemán Handelsblatt publicó que la mayor reaseguradora del mundo, Munich Re, premió el excelente desempeño de ejecutivos y vendedores de una de sus unidades con una orgía en la que participaron veinte prostitutas. La compañía admitió que el evento, organizado como un “seminario motivacional” por una de sus filiales para premiar a cien de sus agentes, tuvo lugar en un selecto spa de Budapest en el 2007. Las participantes en el evento llevaban brazaletes de distintos colores para diferenciar el rol que cada una debía cumplir. Mientras que los brazaletes rojos eran para las que actuaban sólo como anfitrionas, los amarillos identificaban a aquellas que estaban disponibles a llevar a cabo todo tipo de favores sexuales, existiendo una tercera y más selecta categoría correspondiente a las portadoras de los preciados brazaletes blancos, cuyos servicios sólo podían ser requeridos por los más altos directivos. La publicación de las dádivas sexuales fue recibida con obvia indignación por el portavoz de la empresa, que anunció que los organizadores del evento habían sido despedidos, reconociendo que premiar con actos y viajes a los ejecutivos más exitosos es una práctica común en la compañía, pero “definitivamente no de esta forma”
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