MITOS ECONóMICOS › PRODUCCIóN, CONSUMO Y EMPLEO
› Por Andrés Asiain
Los economistas clásicos solían definir al dinero como un “velo” detrás del cual se ocultan las verdaderas relaciones de producción e intercambio. Esa concepción del dinero, presume que nada sustancial se modifica en una economía monetaria respecto a una donde rige el sistema de trueque. El hecho de que los intercambios se encuentren mediados por el dinero, no cambiaría la esencia de las cosas ni, por tanto, las decisiones de producción y comercio. Esa metáfora monetaria continúa presente en el pensamiento ortodoxo moderno para el cual, la política monetaria es “neutral” ya que no afecta la actividad y el empleo, sino tan sólo el nivel general de los precios.
Esas visiones no comprenden que el trueque y la compraventa mediada por el dinero son intercambios de una naturaleza muy diferente. El trueque requiere una coincidencia de necesidades entre ambos participantes, cada uno quiere lo que tiene el otro en determinada medida. La existencia del dinero elimina esa necesidad, ya que la naturaleza misma del dinero es la de ser la representación social del poder de compra. Es decir, lo que da a determinado elemento la cualidad de dinero es que todos lo acepten y estén dispuestos a entregar sus bienes o su trabajo a cambio de determinada cantidad de él.
Qué elemento asume el rol de representante del poder social de compra es una construcción históricamente determinada. En ciertas sociedades fue el ganado o los cueros por constituir el principal bien de producción y consumo, en una estancia pueden ser las fichas que impone el patrón, en una cárcel el paquete de puchos, en una nación el símbolo de moneda que valida el Estado Nacional o en el mundo el símbolo de moneda que impone un determinado Estado imperial.
Esa particular institucionalidad monetaria tendrá importantes consecuencias en materia de quién, cómo, cuánto y para qué se crea dinero. Es decir, será determinante para establecer la organización económica y social dentro del espacio monetario donde reine determinado símbolo de dinero. Así lo señalaba Arturo Jauretche, al afirmar que “El que maneja el crédito estimula determinadas formas de producción y debilita otras; el que maneja el crédito establece qué es lo que se ha de producir y que es lo que no; determina lo que puede y lo que no puede llegar al mercado con facilidades de venta, y maneja por consecuencia el consumo. El secreto de la prosperidad o la decadencia, del desarrollo o del atraso, está en gran manera en los bancos” (Santo y Seña, 9 de febrero de 1960).
Si se comprende la naturaleza del dinero como materialización del poder social de compra, se verá que pueril es definirlo como un “velo” y considerar a la política monetaria como “neutral” respecto al nivel de actividad económica y empleo. La realización general de los intercambios y, por lo tanto, de las condiciones de producción y de empleo que se derivan de ellas depende fundamentalmente de la situación financiera que, obviamente, no es independiente de la política monetaria.
Pero las consecuencias de quién, cómo, cuánto y para qué se crea dinero, no son sólo económicas sino determinantes en la distribución del poder de una sociedad. Ello es así porque el poder de compra en una sociedad de mercado donde casi todo está en venta, da a su poseedor un poder sólo limitado por la cantidad de dinero que posee. De ahí que quien tiene mucho dinero tiene mucho poder, hecho que da origen a la existencia del poder económico. No por nada, se atribuye a Mayer Amschel Rothschild señalar: “Permitidme fabricar y controlar el dinero de una nación y ya no me importará quién la gobierne”.
@AndresAsiain
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