MITOS ECONóMICOS › AJUSTE ORTODOXO EN LA ECONOMíA
› Por Andrés Asiain
El cambio de gobierno ha producido también novedades en el discurso de los economistas. Así, la aceleración de la inflación que se vive en las últimas semanas se ha denominado como un “sinceramiento” de los precios que se encontraban “reprimidos” por las políticas de intervención pública como el programa Precios Cuidados. De manera similar, se habla de “sincerar” el dólar y las tarifas cuyo valor es considerado como “artificial” al ser sostenido mediante las políticas de administración de divisas (“cepo”) y subsidios a los servicios públicos.
En realidad, el concepto de “sinceramiento” de los precios es de larga data entre economistas ortodoxos. A modo de ejemplo, el ex ministro Domingo Cavallo titula uno de los capítulos de su último libro, “Sincerar precios para restablecer una buena organización económica”. También Celestino Rodrigo justificó la suba del dólar del 100 por ciento, incrementos de tarifas del 175, de los combustibles de casi el 80 y del 120 en el transporte, señalando que se trataba de un “sinceramiento de la economía”. Semejante ataque de sinceridad pasó a la historia como Rodrigazo y costo a la argentina una aceleración de la inflación que, a partir de ahí, no bajo de los tres dígitos durante 16 años.
El término “sincerar” los precios, el dólar o las tarifas, es una forma elegante que tienen los economistas ortodoxos para no hacerse cargo de las consecuencias socioeconómicas de su política de ingresos, cambiaria y de servicios públicos. Así, la suba de los precios, el dólar y las tarifas no es asumida como una decisión de política económica de quien tiene a su cargo la administración política del país. Sino la consecuencia natural de las fuerzas del mercado que habían intentado ser contenidas “artificialmente” por los populistas heterodoxos. De esa manera, la responsabilidad por la licuación del poder de compra de los ingresos de la mayor parte de la población para el beneficio de exportadores, acaparadores de divisas y empresas de servicios públicos, es descargada en una entidad abstracta: “el mercado”.
El absurdo de ese intento por “naturalizar” el programa económico neoliberal salta a la vista cuando se analiza la conformación del mentado mercado. Un conjunto de empresas “formadoras de precios” que han tenido una política deliberada de remarcaciones aprovechando la debilidad del poder regulatorio en el marco de la transición de los equipos de gobiernos, buscando posicionarse ante una pre-anunciada megadevaluación. El BCRA que regula el valor de la divisa y busca un valor elevado que estimule la liquidación de granos stockeados y el ingreso de los dólares que fugaron al exterior una serie de grupos económicos. Una serie de empresas de servicios con mercados cautivos que buscan llevar las tarifas a un valor que les asegure una interesante rentabilidad.
Al poner sobre la mesa los actores sociales que se benefician de la sinceridad de los economistas liberales, se muestra que dejar las variables económicas determinadas por el mercado es una decisión de política económica. Por oposición, las políticas heterodoxas que se intentan desacreditar bajo el rótulo de “artificiales” son, en realidad, otra forma de administrar los precios, el dólar y las tarifas, tan válidas como la que buscan naturalizar la ortodoxia.
La sociedad esta experimentando la sinceridad ortodoxa en la administración de precios, dólar y tarifas
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