Domingo, 10 de julio de 2016 | Hoy
MITOS ECONóMICOS › AUMENTO SIMULTáNEO DE PRECIOS Y DEL DESEMPLEO CON CAíDA DEL PIB
Por Andrés Asiain
La vinculación entre la evolución del empleo y los precios ha constituido un tema de análisis económico tanto en los ámbitos académicos como de gestión. A mediados del siglo pasado, el consenso se inclinó a establecer una disyuntiva entre tasas de inflación y de empleo, basada en la evidencia empírica de los países centrales recopilada por el economista William Phillips. Esa tesis, incorporada rápidamente al acervo de herramientas de política económica, establecía que las políticas keynesianas de demanda podían reducir el desempleo pero a costa de un incremento en las tasas de inflación.
A finales de los sesenta y comienzo de los setenta, el consenso a favor de la “curva de Phillips” fue decayendo en el marco de la aceleración de la inflación y tendencia al estancamiento económico de Europa y Estados Unidos. Ello fue aprovechado en el ámbito académico por los monetaristas, que comenzaron su ofensiva integral sobre el paradigma keynesiano. De acuerdo a Milton Friedman, las políticas expansivas sólo tenían efectos de corto plazo, ya que cuando los empresarios y sindicatos las anticipaban, se traducían en incrementos de precios sin impacto sobre las “tasas naturales” de empleo y actividad. La persistencia en el “error” keynesiano conducía a la economía a la “estanflación”, esto es, estancamiento de la actividad económica con inflación.
Sin embargo, el pensamiento económico dominante se mostró incapaz de racionalizar un fenómeno que caracterizó a muchas economías latinoamericanas y que vivimos actualmente en Argentina: un incremento simultáneo del desempleo y la inflación. El mismo Friedman denominó a esa posibilidad como “depreflación”, un término que surge de combinar la depresión e inflación. Lo utilizó al recibir el Premio Nobel en 1976, cuando muchos países centrales experimentaban alzas de precios con aumento del desempleo, luego de la suba del precio internacional del petróleo. Sin embargo, el economista ortodoxo no logró articular una explicación satisfactoria compatible con su tesis de que la inflación es un fenómeno monetario.
El concepto de depreflación fue prácticamente olvidado cuando las economías centrales recuperaron el crecimiento y lograron estabilizar los precios. La “década pérdida” de nuestro región con sus condimentos de elevada inflación y desempleo, no logró imponer un concepto en una ciencia abocada al estudio de las economías centrales. La marginación económica de nuestros países se reproduce en el ámbito del saber, negando relevancia a sus intelectuales y las teorías que ellos elaboran para comprender los fenómenos económicos de la región.
Un ejemplo de ello es la depreflación, un fenómeno que no tiene ninguna dificultad de comprensión bajo el paradigma del estructuralismo latinoamericano, donde la inflación deja de ser un fenómeno monetario. Desde esa óptica, las variaciones de precios relativos como la reciente devaluación y tarifazo, impulsan una serie de “mecanismos de propagación” como ser alzas de precios, alquileres y salarios, que luego derivan en nuevas subas del dólar y las tarifas, acelerando la tasa de inflación.
Por su parte, redistribuyen ingresos desde los obreros, empleados, cuentapropistas, profesionales y empresarios vinculados al mercado interno, hacia grupos concentrados exportadores. Esa distribución regresiva del ingreso deriva en una merma del consumo, con la consiguiente depresión de las ventas, la producción y el empleo. Así, la economía vive en simultáneo un incremento del desempleo y la inflación, esto es, la depreflación que experimenta actualmente la economía argentina.
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