DANIEL AZPIAZU Y MARTIN SHORR DE FLACSO
“Impulsan la socialización de sus pérdidas”
Por R. N.
¿En cuánto impacta la devaluación en los costos de las telefónicas?
–Muchísimo. Si se considera, por un lado, el importante endeudamiento externo de Telefónica y Telecom y, por el otro, el elevado monto de las importaciones que las caracteriza, es evidente que el shock devaluatorio lanzado por el gobierno de Eduardo Duhalde ha perjudicado fuertemente a ambas firmas.
¿Está de acuerdo con el reclamo de las empresas, que señalan que el endeudamiento fue volcado en inversiones y, por esa vía, en empleo y producción argentinas, y que, entonces, el Estado debería asistirlas?
–De ninguna manera. Telefónica y Telecom tuvieron una política muy generosa de distribución de dividendos: en ambos casos la distribución superó el 75 por ciento del abultado volumen de utilidades que registraron durante la década del ‘90. Dado el muy bajo coeficiente de reinversión de las ganancias, el grueso de las inversiones fue financiado con endeudamiento, tomado mayoritariamente en el exterior. Gran parte de esa inversión estuvo asociada a la importación de bienes de capital e insumos, lo que tuvo impactos fiscales. Como muchas de esas importaciones provenían de firmas vinculadas, las telefónicas aplicaron precios de transferencia, lo que les posibilitó incrementar artificialmente sus costos internos y, por esa vía, eludir el pago del impuesto a las Ganancias en el país. Y ése no es el único perjuicio que derivó de las importaciones que ahora quieren que paguemos todos.
¿A qué se refiere?
–El impresionante nivel de importaciones de las telefónicas fue en detrimento de la industria nacional. Las compras en el extranjero que realizaron ambas compañías derivaron en el desmantelamiento de la muy importante y dinámica industria local de proveedores. Aunque siempre existió una Ley de Compre Nacional, las telefónicas no la respetaron y los sucesivos gobiernos no las obligaron a acatarla.
¿El Estado debería exigirles que recapitalicen las empresas?
–Exactamente. Después de apropiarse durante una década de ganancias extraordinarias, asociadas a tarifas sumamente elevadas, las empresas impulsan la socialización de sus presuntas pérdidas y la preservación del nulo riesgo empresario en el que se han venido desempeñando. En ese marco cabe preguntarse ¿por qué la sociedad debería asumir los costos de determinadas decisiones microeconómicas?, ¿por qué no se las obliga a utilizar parte de los cuantiosos recursos que giraron al exterior para hacer frente a sus pasivos? Y, por último, ¿el resto de las empresas que se endeudaron en el exterior para realizar inversiones en el país, seguramente mucho menos rentables que las de las telefónicas, deberían contar con idénticos privilegios?
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