El problema no es el límite físico de la jornada legal sino que no se respetan los desincentivos pecuniarios de la jornada extraordinaria. Si se cumpliera lo que marca la ley sería muy caro emplear horas extra sistemáticamente, pero la realidad marca que ese sobrecosto casi nunca se paga. La solución no es solamente incrementar el poder de policía y reprimir los incumplimientos sino también abrir el diálogo, porque en este país la negociación colectiva no existe, y en otros lugares la jornada esmateria de negociación permanente de los sindicatos. Hoy el costo laboral en la Argentina es una chirola, la devaluación creó un colchón de competitividad internacional muy importante y los empresarios están en una muy buena posición para discutir. Yo no tengo dudas de que dentro de 50 años la jornada laboral se va a haber reducido, pero es una tendencia secular que avanza muy lentamente. No veo que sea una política de corto plazo, ni que haya una conexión tan lineal entre el límite de la jornada y la creación de empleos.