TESTIMONIOS DE EMPRESARIOS
“Cuando la economía comenzó a mejorar recurrimos al banco para obtener crédito, pero nos dijeron que no calificábamos por haber tenido cheques rechazados durante la crisis. Nosotros vimos que el escenario había cambiado y que si invertíamos en nueva matricería íbamos a poder reemplazar con producción local los juguetes que habían dejado de importarse. Entonces pusimos en venta las propiedades que teníamos y obtuvimos el capital de giro necesario para reactivar la producción. Invertimos en nuevos modelos de muñecas y pelotas y creamos una líneas de artículos deportivos para chicos con discapacidades. Hoy estamos exportando y compramos un terreno para volver a tener galpones de nuestra propiedad. Si los bancos nos hubieran apoyado, yo no hubiera vendido porque la propiedad me hubiera servido de garantía, pero fue la única opción. Ahora la situación cambió; los bancos toman en cuenta una calificación que no mide demasiado la historia y nos ofrecen créditos con plazos de hasta dos años. Nos interesa tener el respaldo, pero preferimos seguir invirtiendo con recursos propios.”
“Los costos de financiamiento bajaron, pero las dificultades para acceder al crédito bancario son las mismas. En nuestro caso, las ventas mejoraron en relación con la crisis, pero la suba del precio de los insumos hizo caer la rentabilidad unitaria por producto. Para recuperar el margen de ganancia deberíamos incrementar la eficiencia del proceso industrial invirtiendo en un procesador de chapa de control numérico que corta bajo plano, pliega y hace los agujeros. Esa máquina cuesta cerca de 100 mil dólares y para comprarla se necesita un crédito porque la rentabilidad no es suficiente como para acumular ese capital. El problema es que los bancos no analizan la rentabilidad del proyecto. Se limitan a exigir títulos de propiedad como garantía. En los ‘90 perdí dos galpones y una casa para poder preservar la fábrica. Ahora me quedé sin garantía de activos porque los bancos no consideran las máquinas. En la actualidad, sólo obtenemos financiación para capital de trabajo a través de anticipos de clientes, descubierto bancario o venta de cheques.”
“Nuestra empresa está en el mercado desde 1958, en la década del ‘90 tuvimos que presentarnos en convocatoria de acreedores y ahora no somos sujeto de crédito bancario. Los pasivos fiscales son una de las principales trabas. Nosotros ingresamos al RAFA (Régimen de Asistencia Financiera Ampliada) para refinanciar la deuda, pero una empresa pyme como la nuestra no está en condiciones de afrontar los pasivos de los ‘90 más los nuevos impuestos. Ahora nos financiamos con capital propio y crédito de los proveedores, pero eso es insuficiente para aprovechar la capacidad instalada de la empresa. El dinero alcanza para sueldos, impuestos y el mantenimiento de la maquinaria. Nosotros elaboramos buenos productos y exportamos parte de nuestra producción a Uruguay, Panamá y Bolivia. Sin embargo, tenemos dificultades financieras serias. Las deudas fiscales deberían ser condonadas y el Banco Central tendría que flexibilizar las normativas para facilitar el otorgamiento de créditos a las pymes. Si nos aflojan un poco la soga nosotros podríamos levantar vuelo.”
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