¿Las cooperativas obreras pueden llegar a constituir un nuevo modelo de gestión de empresas o son sólo una alternativa para sobrevivir en la crisis?
–Surgieron como consecuencia de la crisis, pero se manifestaron tan eficientes como el resto de las empresas. Fundamentalmente en los sectores que requieren mano de obra intensiva y donde la creatividad del trabajador se traduce en calidad de producto. Las teorías de las organizaciones hablan de la necesidad del involucramiento de los trabajadores y en estas cooperativas eso se lleva a la práctica a tal punto que el obrero es el dueño del destino de la empresa.
Hay quienes afirman que los obreros no pueden salir adelante si no se asocian con profesionales que se ocupen del gerenciamiento, como ocurrió en el caso de CIAM.
–El gerenciamiento no es indispensable tal como lo demuestran otras experiencias vigentes, pero hay que tener especial énfasis en la formación de cuadros técnicos. No obstante, puede haber algún servicio profesional externo siempre que el poder de decisión quede en manos de los trabajadores.
¿Qué apoyo les brinda el INAES a estas cooperativas?
–Los subsidios están cortados debido a la crisis. El apoyo consistió en ayudar a diseñar un proyecto viable para garantizar el buen funcionamiento cooperativo. Se brindó asesoramiento en los aspectos legales para que los trabajadores se pudieran hacer cargo de los medios de producción.