Dom 09.07.2006
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ALDO FERRER: ECONOMISTA Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

“Puede producir en todos los sectores”

› Por Fernando Krakowiak

Aldo Ferrer es uno de los principales referentes económicos del Plan Fénix, director de la petrolera estatal Enarsa, fuerte crítico de las políticas neoliberales implementadas durante la década del ‘90 y defensor del modelo de dólar alto. Cash lo entrevistó para conocer su opinión sobre la estrategia industrial que debe seguir el país.

¿Qué perfil industrial se debería tratar de consolidar para tratar de lograr una mejor inserción internacional?

–Dada la dotación de recursos y el tamaño de su economía, el país tiene que tener un perfil integrado que abarque prácticamente la totalidad del espectro productivo. La inserción en la economía internacional la debe hacer a nivel de la especialización intraindustrial. Esa es la forma en que se vinculan con el mundo las economías industriales modernas. No hay especializaciones sectoriales sino especializaciones a nivel de producto intrasectoriales en un espectro productivo complejo.

¿La Argentina está en condiciones de producir todo lo que se proponga con la misma eficacia?

–Ser eficaz no es aprovechar las ventajas comparativas estáticas reveladas por la dotación relativa de factores sino crear ventajas competitivas dinámicas a través de procesos de transformación que se anticipen a los cambios y permitan incorporar tecnología de punta en el aparato productivo. Esas ventajas se crean por decisiones de política industrial. Corea, Taiwan y Malasia eran economías más atrasadas que la Argentina, pero crecieron produciendo bienes que se suponía que no podían producir porque no estaban capacitados y no tenían la dotación de recursos necesaria. Fue un proceso de transformación forzado, no dictado por las reglas del mercado. Desde esa perspectiva, la Argentina puede producir prácticamente en todos los sectores, lo cual no quiere decir que pueda producir de todo.

Pero esos países se destacan en el escenario internacional por la producción de ciertos bienes. ¿Cuál debería ser el perfil argentino?

–La Argentina es un fuerte competidor en todo lo que refiere a agroindustria. Esa competitividad se basa en la dotación de recursos naturales, pero también en la introducción de tecnología de punta. La dotación de mano de obra calificada es otro punto fuerte. El nivel cultural le da la posibilidad de formar cuadros técnicos y profesionales de alta capacidad que pueden operar en los sectores más complejos de una economía moderna. Uno de los ejemplos es la experiencia de Invap.

¿Cuáles son los bienes que la Argentina no está en condiciones de producir?

–No parecería conveniente que la Argentina, por ejemplo, se pusiera a producir aviones de gran envergadura como los Boeing, pero eso no quiere decir que no podamos tener una industria aeronáutica; de hecho la tuvimos.

¿También conviene fabricar microchips?

–Probablemente no, pero la verdad es que Corea y Taiwan se largaron a producirlos cuando estaban totalmente fuera de escala y era un disparate. Lo hicieron y ahora son grandes fabricantes internacionales. Ni siquiera en ese caso diría que no podemos. Habría que estudiarlo.

¿Considera correcta la política industrial del Gobierno?

–El Estado está brindando estabilidad y competitividad. En la medida en que el tipo de cambio determina un conjunto de precios relativos consistentes con la competitividad de la producción, se abren espacios de rentabilidad que explican el proceso de reindustrialización que se está dando en muchos sectores. Al mismo tiempo, la solidez fiscal, el encuadre de la deuda externa y el fuerte crecimiento de la economía generan un escenario de mayor certidumbre que explica el notable aumento de la inversión, financiada esencialmente con ahorro argentino.

Algunos analistas sostienen que la política industrial actual se reduce casi exclusivamente al tipo de cambio competitivo.

–Todos los países exitosos privilegian la producción nacional a través de un tipo de cambio competitivo. Después vienen los programas puntuales en áreas estratégicas, pero si el tipo de cambio no es competitivo todo lo demás es literatura. Lo que explica la reactivación no es la existencia de programas focalizados sino el cambio de las reglas del juego y la apertura de espacios de rentabilidad de manera generalizada.

Esas reglas del juego no parecieran ser una política de Estado porque hay sectores que reivindican un tipo de cambio similar al de los ‘90.

–La Argentina tiene una experiencia dramática en ese sentido. El desarrollo se explica como un proceso de acumulación de capital, de capacidad de gestión, de sinergia entre la esfera pública y privada. Eso permite un crecimiento de la productividad, pero el país ha interrumpido los procesos de acumulación repetidamente a lo largo de su historia. Ahora está en marcha un nuevo proceso, aunque hay opiniones que siguen cultivando las ideas que provocaron la crisis. En los países que llevaron adelante una estrategia de desarrollo exitosa hubo un grado de cohesión social importante, liderazgos políticos e instituciones sólidas. En todos los casos se operó bajo formas de interpretar la realidad asociadas al interés nacional y no derivadas de los centros de poder mundial.

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