¿EN QUE CONSISTE EL CAMBIO TECNOLOGICO EN EL CAMPO?
› Por Claudio Scaletta
El cambio estrictamente tecnológico en el campo argentino comienza con el llamado “paquete de semilla de soja transgénica” y su herbicida asociado junto con la práctica de la siembra directa, proceso que se inicia a fines de la década del ’80. En fecha posterior, y en menor medida, el paquete transgénico se extendió también a otros cultivos, como el maíz y el girasol. Actualmente, la mitad de la producción granaria local es soja y un 90 por ciento es transgénica.
Si bien las transformaciones genéticas en las semillas auguran un futuro promisorio, con potenciales mayores rindes y calidades e incluso con cultivos resistentes a la sequía, por ahora sus resultados están circunscriptos a la resistencia a un herbicida específico.
Las semillas se denominan RR, Roundup Ready, porque son resistentes al herbicida Roundup, una de las marcas comerciales del producto basado glifosato. Su principal ventaja, entonces, reside en un menor uso de agrotóxicos que la producción tradicional y, por lo tanto, en una reducción del trabajo necesario y los costos de la tarea cultural. Además se reemplaza el control mecánico de malezas por el químico; una nueva reducción de costos de mecanización y mano de obra.
Un factor adicional es que buena parte de los productores locales no pagan por el costo pleno del nuevo paquete tecnológico, situación que se expresa, por ejemplo, en las disputas por las regalías con la multinacional Monsanto, que en su momento desarrolló la soja RR y continúa investigando en nuevos cultivos. Una idea de la magnitud del negocio en la Argentina la brinda el dato de que los productores locales demandan la cuarta parte de la producción mundial de las semillas de soja genéticamente modificada.
El paquete transgénico se utiliza por lo general en combinación con otra tecnología igualmente nueva: la siembra directa, que supone la eliminación de la preparación del suelo antes de la siembra, lo que revertiría, a través de su implementación prolongada, la degradación del terreno. Pero en concreto, al eliminarse la preparación previa del suelo, se produce una importante economía de tiempo y recursos productivos en relación a la agricultura convencional. En contrapartida debe utilizarse una maquinaria específica y más costosa que demanda una mayor superficie de trabajo para su amortización. Para el 2003 la siembra directa ya era utilizada en alrededor de siete millones de hectáreas.
En la vanguardia de estos procesos se encuentra la llamada “agricultura de precisión”, una posibilidad todavía no generalizada por su elevado costo, que consiste en un control del terreno a través de sistemas de posicionamiento satelital (GPS), con sensores para determinar su humedad y nivel de fertilización óptima en cada porción de la superficie, lo que determina, allí donde es necesario, el riego asistido y la fertilización diferenciada. Acompañando la expansión de la frontera agrícola y sin llegar a la vanguardia de la agricultura de precisión, la sola utilización del riego asistido permitió el desarrollo de los cultivos de secano tradicionales con buenos rindes en regiones áridas y semiáridas.
Una segunda dimensión del cambio técnico se encuentra en la evolución de sus sistemas de gestión, por definición más intensivos en conocimiento y transformadores del proceso de trabajo en el campo.
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