Domingo, 25 de marzo de 2007 | Hoy
“Junto a otros dos fabricantes, nosotros ya firmamos con Pdvsa un preacuerdo para asociarnos en la producción de equipos para atender el plan oficial de reconvertir coches a GNC que tiene ese país. Tendremos el 49 por ciento y, en nuestro caso, no está previsto que aportemos capital. Pdvsa es un monstruo. Se trata de la cuarta petrolera del mundo y eso nos anima. Hasta ahora todos los compromisos en marcha con ella fueron cumplidos en tiempo y forma: son muy respetuosos de los plazos y los montos y la realidad es que nadie que tiene un pacto con ellos tiene de qué quejarse. Entre otros programas en funcionamiento está el de ingenieros y técnicos argentinos que están montando más de cincuenta talleres para la atención de las unidades de distinto porte. No vemos riesgo ninguno en estos emprendimientos. Ni siquiera cuando la firma argentina, además de proveer tecnología, tiene que invertir. En tal caso, hará lo mismo que en otro negocio: mirar cómo va a amortizar. Lo singular aquí es que existirá un solo cliente, el Estado venezolano, con voluntad de controlar los precios. Eso es lo que hay que definir en la letra fina de los acuerdos. Pero la oportunidad para nosotros es excelente y sin la intervención del gobierno argentino hubiera costado diez veces más.”
“¿Cuál puede ser la singularidad de invertir en Venezuela? Ninguna. Tiene una legislación similar respecto del capital extranjero que el resto de los países de la región y la prueba de que es un ámbito igualmente amistoso lo da la cantidad de empresas trasnacionales que trabajan en Venezuela sin ningún problema. No me asusta la renegociación de contratos que (Hugo) Chávez encaró con las petroleras, porque ahí tiene otro margen de discrecionalidad: ésas son concesiones que pueden prolongarse en el tiempo, mientras que lo nuestro simplemente serían contratos de ejecución de obra. Algunos podrían encararse solos. Otros, integrando consorcios con un partenaire local. Para nosotros siempre es bueno abrir nuevos mercados. Las constructoras argentinas ya están trabajando en Perú, Brasil, Chile y Ecuador y la apertura de Venezuela amplía ese escenario. Pescarmona ya llegó con un proyecto hidroenergético y Cartellone, con otro vial, por ejemplo. Además del plan de viviendas, Venezuela tiene un importante programa de infraestructura, por ahora monopolizado por empresas italianas, españolas y brasileñas. Nosotros estamos en excelentes condiciones para competir con ellas. Claro que todo es mucho más sencillo y fácil si existe el marco es un acuerdo país-país.”
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