MANUEL SANCHEZ GOMEZ, Director de MVAS
“No es discutible que el actual nivel de inversión es alto y que ha acompañado el crecimiento de la economía, de hecho el PIB no estaría en este nivel si no hubiese existido este nivel de inversión. Tampoco hay dudas de que los “peros” del crecimiento se fueron cayendo uno a uno. El sesgo hacia la construcción residencial existe, pero ello no quita que también sea record el resto. Se verifica también un cambio de composición, hoy se invierte más en la producción de bienes que en servicios. Esto no es ni bueno ni malo, aunque podría provocar desequilibrios. Sin embargo, existen algunos problemas de calidad que merecen ser comentados. El análisis sectorial indica que existen más inversiones en ampliaciones que en plantas nuevas, con nuevas tecnologías. Existe una inversión con vistas al corto plazo que al largo. También concentrada en sectores exportadores ya consolidados. Otra característica es que la mayor parte de la inversión fue autofinanciada, pero los ahorros se terminarán o los flujos de rentabilidad dejarán de ser tan extraordinarios en la medida que el tipo de cambio se acomode. Falta financiamiento de la inversión, tanto local como del exterior. Esto es una limitación en términos de continuidad.”
”La inversión es alta en términos históricos, pero existen indicadores preocupantes mirando el largo plazo. Un dato es que en 2006 la Inversión Extranjera Directa (IED) cayó. Hoy se recibe alrededor de un tercio menos de IED que en la década pasada. Tampoco se ven grandes inversiones en plantas nuevas, en grandes proyectos, sino que predominan las ampliaciones. Probablemente esto responde a que faltan señales del Gobierno para el largo plazo. Aunque existen factores clave que, parecería, están para quedarse, como un tipo de cambio competitivo, el superávit fiscal y la continuidad de este gobierno, no se observa claramente cuál es la rentabilidad relativa de los distintos sectores en el largo plazo. Si se mira el futuro desde la perspectiva empresaria puede haber problemas de infraestructura y de alteración de las rentabilidades relativas sectoriales. Visto desde el Estado, lo que se destaca es la ausencia de lineamientos de desarrollo que se conviertan en señales para los inversores. El Gobierno no ha tenido tiempo aún de explicitar un modelo de desarrollo que diga hacia dónde vamos. No hablo de un plan tecnocrático, sino de preguntarse ¿quiénes me gustaría que lideren la economía? ¿Cómo nos insertaremos en el mundo? ¿Seguiremos especializándonos en commodities? Falta un diagnóstico estratégico.”
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