ESTUVIERON CERCA DE PEGAR EN EL BLANCO
Tres economistas tres
Por R.N.
Durante el primer semestre del año la mayoría de los economistas compitió en pronosticar un final de 2002 catastrófico. En esa dinámica de prever escenarios pocos previeron que tarde o temprano la famosa frase “los árboles crecen, pero nunca llegan al cielo” se iba a cumplir: el dólar, finalmente, encontró un techo y la depresión económica, un piso. No resultó fácil encontrar en el archivo economistas que hayan acertado en pronosticar en qué nivel se iba a estabilizar la economía. Los tres que más se acercaron fueron el ex economista de la Unión Industrial y actual jefe de asesores de Roberto Lavagna, Federico Poli, el consultor Carlos Melconian y el economista de CTA, Claudio Lozano.
El 20 de junio, cuando la opinión generalizada era que el dólar no estaba detenido, sino agazapado para pegar un nuevo salto, Federico Poli señaló a Clarín: “La situación tenderá a estabilizarse en materia cambiaria y de precios cuando se incremente la liquidación estacional de exportaciones, existan pautas mínimas de acuerdo con organismos internacionales y la nueva relación de precios relativos empiece a mostrar un mejor nivel de actividad en determinados sectores productores de bienes transables. No hay que esperar un proceso hiperinflacionario ni un quiebre sistemático de entidades financieras. No veo sorpresas en los próximos meses”.
Pocos días después, Infobae recogió declaraciones de Carlos Melconian en las que el economista pronosticó: “No veo razones para estar de acuerdo con los que prevén catástrofes. Si no hacemos grandes macanas, el tipo de cambio va a encontrar su equilibrio y mientras no supere los 4 pesos, los precios se quedarán quietos”.
Pero el primero en advertir lo que se venía y estimar con un alto grado de precisión las principales variables económicas fue Claudio Lozano. El 6 de enero le dijo a Página/12 que “si el eje de la política económica es la devaluación, estamos en presencia de una estrategia que pretende mejorar los precios relativos a favor de una salida exportadora. No obstante el núcleo exportador argentino no tiene capacidad para generar empleo y esto sólo existirá en tanto y en cuanto se definan estrategias que pongan en marcha una política industrial local. Por lo tanto, no va a existir efecto reactivante alguno sobre el mercado interno: todo lo contrario, habrá caída salarial. El problema es que cuando el dólar se dispare, se va a ir muy lejos. No es loco pensar en 3 o 4 pesos”. Si el 6 de enero Lozano ya le ponía precio al dólar, más contundente fue su presagio en cuanto al efecto pobreza de la devaluación. Los primeros días de abril elaboró un documento que fue publicado por varios medios en el que presagiaba que “a fin de año va a haber 23 millones de personas por debajo de la línea de pobreza; la mitad de ellas serán indigentes”.
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