EL FMI CAMBIó EL DISCURSO Y NO LOS PLANES DE AJUSTE
› Por Matias Vernengo *
A pesar de los cambios en el Fondo Monetario Internacional, la institución sigue presionando por los ajustes fiscales en todo el mundo. El FMI sostiene que el recalentamiento en el mundo en desarrollo, particularmente en China y América latina, y la acumulación excesiva de deuda en el mundo desarrollado, requiere un ajuste fiscal para reducir los riesgos de la inflación en los primeros y el default de la deuda en los últimos.
El FMI ha sugerido en su último informe “Perspectivas económicas regionales” que las economías de América latina, que se han recuperado rápidamente de la crisis financiera mundial, pueden estar en riesgo de sobrecalentamiento. Según el informe: “Los riesgos de sobrecalentamiento se destacan en gran parte de América latina. El crecimiento se está moderando desde el ritmo rápido del año pasado, pero sigue siendo superior a la tendencia histórica. La demanda interna ha estado creciendo aún más rápido, impulsada no sólo por las condiciones externas favorables, sino también por las políticas macroeconómicas que han sido muy estimulantes y sólo se están normalizando poco a poco. Las primeras señales de presiones de recalentamiento y posibles excesos están apareciendo en varios países”.
La recomendación del Fondo, en particular para América del Sur, es que se debe hacer un ajuste macroeconómico. La preocupación del FMI es que la inflación tiende a crecer y salir de control, y creen que esto refleja tanto el exceso de demanda, como los altos precios de las commodities. La pregunta es si es correcto sugerir que las economías latinoamericanas están más allá de sus respectivos niveles de producción potencial, y que la inflación es causada por un exceso de demanda, es decir, el proverbial “demasiado dinero persiguiendo a muy pocos bienes”.
Hay varias maneras de evaluar si la economía se está sobrecalentando. Por ejemplo, se puede observar la correlación entre el gasto fiscal y la inflación. En ese sentido, vale la pena observar la correlación entre el gasto público y la inflación promedio para toda la región de América latina en la última década. Téngase en cuenta que el aumento de los gastos del gobierno están negativamente correlacionados con la inflación. La evidencia de los efectos inflacionarios de la política fiscal es débil, en el mejor de los casos. A pesar de que el gasto público aumentó durante la crisis, los niveles de deuda pública en moneda nacional en la región han caído durante la última década, lo que indica que la política fiscal es sostenible.
Otra forma es también echar un vistazo a los otros componentes de la demanda agregada, como el consumo y las exportaciones netas. Los datos disponibles para los países más grandes de la región muestran que, si bien el consumo creció significativamente en 2010, se espera que se altere en el mediano plazo, mostrando que no hay presiones urgentes de demanda. La región como un todo tiene superávit en la cuenta comercial, y ha acumulado reservas internacionales, por lo tanto no hay una restricción externa a la expansión del crecimiento.
Además, existe amplia evidencia de que las presiones inflacionarias en los países en desarrollo y en otros lugares están relacionados con la suba de los precios de los productos básicos, es decir, las consideraciones de costo, en lugar de las presiones de demanda. En ese sentido, también vale observar la correlación positiva (para América latina en su conjunto durante el mismo período) de los precios al consumidor y los precios de los commodities. Una parte sustancial de este incremento responde a los precios de los alimentos debido a fenómenos naturales, y en alguna medida a la especulación en el mercado de commodities.
Sin embargo, un nivel más detallado del análisis muestra que la historia de la inflación es algo más compleja. En el caso de América latina, el aumento de los precios domésticos no se da sólo con los precios de los commodities, sino también con una apreciación del tipo de cambio. En otras palabras, los precios de los productos básicos aumentan los precios internos debido a mayores costos, pero al mismo tiempo tienen el efecto contrario debido a que la apreciación del tipo de cambio hace que los bienes importados y los insumos sean más baratos. En este sentido, los mayores precios de los commodities son, al mismo tiempo, una maldición y una bendición para el control de la inflación.
Por último, a pesar de los análisis del FMI, la mayoría de los pronósticos para la región muestra que la tasa regional de inflación de América latina, que se situó en el 7,3 por ciento anual en promedio en 2010, se espera que se mantenga en ese nivel durante 2011 y 2012. Con la excepción de Argentina y Venezuela, la tasa de inflación para el resto de países se espera que permanezca en el nivel de un dígito, con independencia de los regímenes monetarios nacionales. En esos dos países, la tasa de cambio nominal se ha devaluado más (en el caso de Venezuela, la tasa de cambio del mercado negro) lo que provoca un aumento de los precios de las mercancías importadas.
La situación actual en América latina es inusual. Normalmente, en el pasado, el aumento de los precios internos estuvo relacionado con una caída externa en el valor del dinero. Esto se consideraba incorrectamente como síntoma clave de la inflación resultante del exceso de demanda. Sin embargo, esto no está de acuerdo con la realidad actual, que es de un descenso moderado en el valor interno de la moneda nacional acompañado de un aumento del valor externo de la moneda. De ninguna manera esto puede ser llamado sobrecalentamiento
* Profesor de Economía, University of Utah. Algunos de los resultados se basan en el trabajo conjunto con Esteban Pérez Caldentey.
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