Domingo, 31 de mayo de 2015 | Hoy
ZACK Y DALLE. 2º PUESTO DEL CONCURSO AEDA
Por Javier Lewkowicz
¿Cómo evoluciona el resultado del comercio exterior cuando el país crece? y ¿cuándo se modifica el tipo de cambio? Esas preguntas, importantes para pensar la dinámica económica argentina de largo plazo, respondieron Guido Zack y Demián Dalle en su trabajo “Elasticidades del comercio exterior de la Argentina: ¿una limitación para el desarrollo”, ganador del segundo puesto del concurso “Nuevas ideas para el desarrollo” del congreso de AEDA. Los investigadores concluyen que a medida que la economía crece las importaciones suben a un ritmo que duplica el de las exportaciones y que la devaluación no mejora esa tendencia al déficit. La solución sostenible es modificar la estructura productiva.
Las elasticidades del comercio exterior miden el porcentaje de variación de las cantidades exportadas e importadas ante un cambio porcentual de otras variables, como puede ser el PBI o el tipo de cambio. La Argentina, al igual que la mayor parte de los países latinoamericanos y en desarrollo, presenta históricamente una elasticidad ingreso de las importaciones mayor a la de las exportaciones. “De hecho, al excluir el efecto de la variación de los precios internacionales, en los últimos 10 años el crecimiento de las cantidades importadas de América Latina duplicó al de las cantidades exportadas”, explican Zack y Dalle.
En el trabajo utilizan datos trimestrales desde 1996 hasta 2013. A través de regresiones matemáticas los autores concluyen que la elasticidad ingreso (PBI) de largo plazo de las importaciones duplica a la de las exportaciones. Por eso, “la Argentina no puede crecer al mismo ritmo que sus socios comerciales sin que se genere un déficit de la balanza comercial”, plantean. La explicación de fondo es que el crecimiento de la economía argentina requiere insumos y maquinarias importadas y que no necesariamente estimula las exportaciones.
“Una herramienta de política que posee el Estado para paliar esta situación es el tipo de cambio. Pero, como se desprende de los resultados, una depreciación de la moneda tiene un efecto limitado sobre las importaciones y más reducido aún sobre las exportaciones. De esta forma, las variaciones en el tipo de cambio no serían efectivas para equilibrar el saldo comercial”, continúan los autores.
Además, advierten que las elasticidades de exportaciones e importaciones respecto al PBI y al tipo de cambio se mantuvieron en torno a los mismos valores durante los períodos 1996-2001 y 2002-2013. Es decir que la crisis de 2001 o el régimen económico pro-industrial de estos últimos años no generó una modificación de magnitud en la estructura económica nacional.
“Las elasticidades del comercio exterior son una variable fundamental a la hora de entender uno de los principales obstáculos al crecimiento que enfrentan muchos países en desarrollo: la necesidad de divisas. Esta necesidad de financiamiento puede satisfacerse a través de endeudamiento externo o bien aprovechando ciertos momentos de términos de intercambio favorables. De cualquier manera, ninguna de estas dos opciones es una solución sostenible, ya que el endeudamiento tiene un límite y los términos de intercambio son volátiles y se encuentran fuera del control individual de los Estados”, analizan Zack y Dalle.
“La dificultad que enfrenta la Argentina para generar un proceso de desarrollo de largo plazo tiene un fundamento en la estructura productiva, la cual no es fácilmente modificable y, en cualquier caso, tal modificación llevaría un largo período de tiempo. Mientras tanto, el crecimiento del país generará indefectiblemente una tendencia al déficit comercial. Por eso que resulta indispensable coordinar políticas cambiarias, de administración del comercio exterior y una gestión contracíclica de los flujos de capitales”, concluyen los autores
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