“No nos parece atractivo que todo el subsidio para el transporte vaya a las empresas, queremos que se direccione en mayor parte a las personas”, afirmó el ministro Guillermo Dietrich. Resulta recurrente la sentencia de que el mejor subsidio es el que se dirige a la demanda y no a la oferta, y si bien es cierto que esto último tiende a generar injustas inclusiones, también lo es que el primero produce mayores errores de exclusión y un efecto distributivo dispar. Tal podría estar siendo el caso de la nueva tarifa social. Si bien el gobierno actual amplió el beneficio a algunos sectores (monotributistas sociales, beneficiarios de pensiones no contributivas, titulares del Programa Ingreso Social con Trabajo) y subió de 40 a 55 por ciento el descuento de la tarifa para estos grupos (que se sumaron a los ya existentes: jubilados y pensionados, veteranos de Malvinas, discapacitados, trabajadores domésticos y beneficiarios de la AUH, Asignación por Embarazo o Programa Jefes de Hogar) el conjunto favorecido puede resultar insuficiente dado el contexto de creciente inflación y desempleo