TEATRO › PICHóN BALDINú Y HOMBRE VERTIENTE EN ZARAGOZA
El director argentino Pichón Baldinú se inspira en la problemática actual del agua para llegar, con una propuesta sensorial impresionante, a la conciencia de los visitantes de la Expo Zaragoza 2008, donde presenta su última creación, Hombre vertiente, obra que adquirió una no deseada promoción a raíz del maltrato que le prodigó la policía española. “Es increíble que ocurriera algo así después del estreno”, dice Baldinú, aún indignado por el trato discriminatorio y las agresiones que un grupo de actores de su compañía Ojalá sufrió cuando se disponía a abandonar el recinto de la feria, al concluir una fiesta por el debut de la puesta. “Ahora lo importante es olvidar lo antes posible lo que pasó, para recuperar el ánimo y focalizarnos en los ajustes del show”, agrega el ex director de De la Guarda, responsable del espectáculo de referencia de la Expo Zaragoza, que se presentará hasta el 14 de septiembre.
Paco Ortega, director artístico de la Expo, le pidió a Baldinú que se encargara de crear un espectáculo centrado en el tema del agua, desde una perspectiva “diferente”, pero con el espíritu de De la Guarda y su espectáculo Villa Villa. Ante semejante desafío, Baldinú afirma que “tenía claro que quería contar una historia. Me estuve documentando y encontré al Aguador, una especie de usurero que estaba en todos los pueblos cuando no había agua corriente”. Pero el “Aguador” representa al hombre universal, a la humanidad, “no pertenece a un momento histórico preciso y ha logrado sobrevivir en el tiempo persiguiendo una gota de agua”.
El director argentino pone a prueba los límites del teatro y la realidad: “Quería usar los elementos al extremo, como herramientas de la escena”, afirma. Así, en el primer acto, Pichón pone en escena una brutal “batalla por el agua”, visualmente impactante, entre varios artistas que primero descubren este recurso, luego lo dominan y, finalmente, lo utilizan en contra de los demás. Violencia y destrucción se hacen presentes en una guerra intensa. En el segundo acto, tras el baño de abundancia, el espectador es trasladado hasta zonas desérticas, un escenario desolador, fruto del derroche de agua por parte de los seres humanos. Baldinú dice que el espectáculo es “narrado dentro del escenario, donde ocurren dos tercios del show: para mí esto es algo nuevo, ya que durante mucho tiempo defendí un lenguaje abstracto. El objetivo es que el público se abra, llegar al cuerpo del espectador y lograr que se sienta integrado en la escena”.
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