TEATRO › CLAUDIO HOCHMAN Y “MEDIDA POR MEDIDA”
“En las obras de Shakespeare el público responde rápido”
Autor, dramaturgo, director, Claudio Hochman viene de Lisboa, donde residió cuatro años, a mostrar Medida por medida, la obra interpretada por el español grupo Cómicos Teatro Abierto, que lo convocó para dirigirlos.
Por Hilda Cabrera
Partió de la Argentina con un contrato de trabajo por ocho meses, y regresó a los cuatro años. El director Claudio Hochman había sido convocado por el teatro Trindade, de Lisboa. La estadía en Portugal le abrió más puertas en España y condujo a elencos de los dos países. De regreso y en gira, viene ofreciendo adaptaciones suyas de dos obras de William Shakespeare, Sueño de reyes y Medida por medida, interpretadas por la compañía española Cómicos Teatro Abierto, de Albacete. El público tiene aún la oportunidad de asistir a las únicas cuatro funciones de Medida... en La Comedia, de Rodríguez Peña 1062, entre hoy y el domingo. Hochman dice apreciar enormemente la tranquilidad de Lisboa y su cercanía al mar, paisaje que lo “reubica y ayuda a pensar”. No conoce el idioma portugués en profundidad y por temor a expresarse incorrectamente se comunica con los elencos portugueses a través de una mixtura de español y portugués. “Ellos pronuncian su idioma de manera exquisita, algo que yo no puedo alcanzar”, puntualiza con pudor. De todos modos, se enriquece con los diálogos así como se alegra de que su pequeño hijo Lautaro no tenga problemas de integración en la escuela. Director y adaptador de obras clásicas y contemporáneas, Hochman, egresado de la EMAD, ha sido distinguido por varias de sus puestas, tanto en Buenos Aires como en Córdoba y Rosario. Acredita, entre otros montajes, los de Pájaros (espectáculo callejero), La comedia de las equivocaciones, La Tempestad, El Sr. Puntila y su criado Matti, Cyrano, Hazme un sitio y El collar de Perlita (dos obras propias), Cuatro Vientos y el Saxo Mágico, Las alegres mujeres de Shakespeare, Shakespereando, El Zorro, El violinista en el tejado, Cuentos de terror (con la narradora Ana Padovani) y La Nona, de Roberto Cossa, en versión musical de Ernesto Acher y Eduardo Rovner. Se dedica también a la docencia y en este rubro es invitado a dictar seminarios en México y España, participando además con sus espectáculos en numerosos festivales europeos y americanos. Componen el elenco de Cómicos Teatro Abierto los intérpretes Rosa Martínez, Laura Torregrosa, Asclepiodoto López, Sardo Irisarri, Mario Tomás López, Jeromo Gil del Valle y Angel Monteagudo.
“Ellos se sorprenden de la diversidad de comportamientos que existe entre los argentinos –observa Hochman–. En España, el comportamiento social es más uniforme. Aquí, en cambio, existen tribus, celosas de su estilo de vida. No todos los jóvenes van a boliches ni de copas, como no todos estudian –aclara–. Uno puede aquí meterse en la tribu que quiere: yo nunca fui a bailar, y nadie me lo reprochó. Esto, allá, se vive como una carencia.”
–¿Qué diferencia a los elencos?
–Los intérpretes argentinos tienen peso, pero tanto en Portugal como en España hallé gente preparada e interesante, dúctil cuando necesitó sumarse a un código de trabajo nuevo. Trato de no emplear recetas ni instalarme en una única manera de contar una historia.
–¿Es el caso de las obras de Shakespeare?
–Un autor del que también hice adaptaciones musicales. Tengo en cuenta las aspiraciones de los distintos grupos, sin por eso abandonar los proyectos propios. Uno de éstos es la compañía que formé en Lisboa, la Shakespeare Woman Company, conformada por actrices que hacen todos los papeles, femeninos y masculinos. Mi primer trabajo fue sobre Julieta, un juego entre el personaje y una intérprete que está atravesando una experiencia de amor imposible. Ella sufre y expresa su desesperación por una Julieta que, como personaje, está condenada a morir.
–¿A qué se debe este encuentro con el grupo Cómicos?
–El elenco me convocó. Necesitaba una mayor llegada al público sin perder calidad estética. Trabaja en la España profunda, en ciudades grandes como Toledo, Talavera de la Reina y Albacete, pero también en pueblitos, como El Toboso, lugares donde a veces resulta complicado convocar a la gente. Esta compañía viaja con su furgoneta hasta 300 kilómetros para realizar una función. Son cómicos de la lengua y deben atrapar inmediatamente a los pobladores. He visto pueblos que disfrutan de los espectáculos, como en una gira por Talavera y La Guarda, y otros poco entusiastas. Las comunidades tienen una Junta que selecciona las obras y las integra a una red. A los pueblos más chicos se los subsidia con el 80 por cierto del cachet que cobran los elencos.
–¿Es real eso de que los grupos son dependientes de las subvenciones?
–Sí, y es una diferencia básica si se los compara con los nuestros. Acá se intenta obtener subsidios, pero si no se obtienen se lanzan igual. Creo que hay una necesidad fisiológica de hacer lo que se quiere.
–¿Cómo se planteó la traslación de Medida...?
–En lugar de una ciudad, Viena, decidí ubicar la acción en una orquesta. Un micromundo, donde el duque es el director de la orquesta y Angelo –especie de primer ministro– el primer violín. Los conflictos internos se mantienen.
–Pero no la procedencia de los personajes...
–La mayoría de los integrantes de esta orquesta son inmigrantes, algo real en España, donde se ve a rusos y rumanos en las orquestas de música clásica. También en Portugal, con inmigrantes húngaros.
–¿Qué lugar ocupan esos inmigrantes en la obra?
–Ellos son los más reprimidos dentro de la orquesta, y éste sí es un ingrediente actual. En las ciudades europeas ocupan el lugar de los que sirven: mucamas, choferes... Me sorprende verlos hasta en los pueblos más chicos. Llegan con esa ilusión de tener un espacio, una oportunidad. Nos pasa también a los argentinos. No sé qué hubiera sido Cortázar si no se hubiese ido a Francia. Es una pregunta que generalmente nos hacemos cuando ponemos distancia del propio país.
–¿La distancia activa la creación?
–A mí me despierta. Escribo poesías e imagino más adaptaciones. Tengo algunas obras no estrenadas. Las adaptaciones me brindan la oportunidad de introducir lo propio. Por eso mis versiones no son limpias: están manchadas por lo que pienso y siento.
–¿De dónde proviene su predilección por Shakespeare?
–No soy un analista de textos, pero encuentro que sus historias son interesantes y la construcción de las escenas muy efectivas. El público responde rápido. Las situaciones son absolutamente actuales, como los amores imposibles de Noche de reyes y los estados de corrupción, locura y maldad que genera el poder en Medida por medida. No soy arqueólogo y, por lo tanto, no soy fiel a la extensión de las obras de Shakespeare. Busco la esencia. La falta de indicaciones en sus obras proporciona gran libertad a un director. Así pude realizar tres montajes de Otelo, todos diferentes. Uno con la Comedia Cordobesa, situando la acción en un geriátrico; otro con el grupo Caos, de Bahía Blanca, ubicando la historia en un hotel de Paraguay, y el tercero, que estrené en Portugal, tenía el formato de un musical. Julieta es un trabajo propio que presentaré con la Woman Shakespeare Company en España, donde mantengo mi relación con la compañía Cómicos, que cambiará este nombre por el de Eureka. Con este elenco estrenaremos una adaptación de Anfitrión, de Plauto. Entre mis proyectos con la Woman (creada en Lisboa) está el de instalar subsidiarias en España y Argentina.