Jueves, 15 de enero de 2009 | Hoy
TEATRO
El verano llegó con sus plumas y sus chismes farandulescos, y en el entrevero los entrevistados coinciden en que la comunidad artística está un poco mareada por las luces. “Ser actor se ha vuelto una actividad muy individualista, nos quieren fabricar como productos. Hay colegas con los que nos cuesta alcanzar un diálogo que vaya mas allá de lo básico”, se sincera Palomino, que añade que se generó un clima falsamente neutro, que “aparenta tibieza, pero cuestiona sin piedad a los sindicatos y aquello que vaya contra el individualismo a ultranza”. Comparten la impresión de que la colonia artística apela al show de la beneficencia para esquivar responsabilidades. “Como la Fundación Alas, que te permite ir a limpiar tu imagen y volver al confort”, dispara Juan. Su partenaire completa: “Ese temor al compromiso lo vi bien tras el episodio de Firmat. Vinieron colegas para solidarizarse y eso me hizo bien. Pero por miedo a perder laburos o lo que fuese, conservaron ese terror a pronunciarse públicamente sobre asuntos ‘espinosos’”.
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