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Miércoles, 18 de febrero de 2009

TEATRO › JORGE LóPEZ VIDAL, DANIEL DI COCCO Y LA PUESTA DE PERóN EN CARACAS

“El teatro debe revisar la historia”

Basada en un texto de Leónidas Lamborghini, la pieza que se estrena este viernes en La Ranchería pone el foco en el Perón de 1956, recién exiliado y proscripto. “Es sorprendente el interés que despierta en los más jóvenes”, dicen el director y el actor.

 Por Hilda Cabrera

Cómo no sentirse atraído cuando se lee que los políticos trabajan para la confusión con su “hueca parla” y, sobre todo, cuando el personaje que lo enuncia, Juan Domingo Perón, se pregunta si él escapa o no a esa regla. Algo sucede también cuando se lee que la doctrina peronista es “una olla popular producto del revoltijo de una variedad de doctrinas cocinadas a fuego rápido” o que “los cultos han entregado el país”. El director Jorge López Vidal –que realizó varias puestas en la Argentina y otros países latinoamericanos como integrante del Movimiento de Teatro Popular (Motepo)– y el actor Daniel Di Cocco, también director, escenificaron ésas y otras expresiones en Perón en Caracas, basada en un texto del poeta y escritor Leónidas Lamborghini, autor de poemas y textos calificados en otro tiempo de revulsivos que vivió exiliado en México entre 1977 y 1990. La acción de esta pieza –que se verá desde este viernes a las 21 en La Ranchería, México 1152– transcurre en 1956, en la ciudad residencia del entonces proscripto Perón, anterior a su asilo en Madrid, en 1960. “Leónidas había presentado este libro en 1999, editado por la Gandhi argentina, y nosotros nos animamos a la puesta. Modificamos el final, con permiso de Leónidas, introdujimos un video documental y un tanguito bailado y cantado”, apuntan López Vidal y Di Cocco.

–¿Qué aporta hoy Perón en Caracas?

Jorge López Vidal: –Blanquea aspectos fundamentales de nuestra historia desde 1945 en adelante. Esto si tomamos el 17 de octubre de 1945 como fecha símbolo, una vez surgido el peronismo (entre 1943 y 1945). Creemos que es importante volver sobre esa época en un momento como éste, en el que no sabemos dónde estamos parados. Vemos, por ejemplo, que cada partido tiene candidatos en cinco alianzas, ¿y qué hacemos nosotros? Opino que como artistas nos toca revisar la historia desde el teatro, que es nuestro oficio, dando al público y a nosotros mismos la oportunidad del debate.

–¿Se refieren al primer peronismo, a la primera presidencia (de 1946 a 1952) y a la reelección (hasta el golpe del ’55)?

Daniel Di Cocco: –Las reflexiones que aparecen en la obra se extienden a nuestros días, en el sentido de que se aspira a tomar conciencia de lo que fuimos perdiendo como pueblo por no querer ni saber ponernos de acuerdo.

–Lamborghini subraya aquello de que la mezcla de la democracia de los burgueses con la democracia del pueblo es imposible.

J. L. V.: –Las ironías que el autor pone en boca de Perón están planteadas desde los contrarios.

–No parece ésta la actitud de un proscripto, además porque sigue dando órdenes.

J. L. V.: –Perón no se acepta en esa condición. Pero aquí se lo muestra con sus debilidades. Perón duda, tiene miedo...

D. D. C.: –Esto, creemos, permite a quien presencia la obra y no es peronista llegar a comprender aspectos de su personalidad y de su acción.

–Digamos que el texto sacude en varios pasajes, cuando el autor le hace decir a su personaje que “muchos en nuestro pueblo son pancistas y conformistas”.

J. L. V.: –No lo tomo como una observación perversa; imagino que no se refiere al pueblo en general, sino a una clase media que se enriqueció, tomó fuerza y se puso en contra de Perón.

–¿La que no adhirió a la llamada corriente nacional populista? ¿O los sindicalistas que se olvidaron de las bases?

D. D. C.: –Eso está contemplado cuando se dice que el sindicalismo tiene sus límites: “Al sindicalismo hay que comprenderlo. Ellos aducen que el gremialismo tiene sus límites y esto es cierto aunque también es cierto que muchas veces el límite son ellos”.

–¿Cómo se personifica a Perón?

D. D. C.: –Trabajando sin prejuicios. Puede salir muy bien o muy mal. Estuve viendo videos y leyendo mucho, dejando que aparezca en mí lo emotivo. En las primeras funciones que dimos me sorprendió el interés que despertaba la figura de Perón en los más jóvenes y en los que no lo son tanto pero saben muy poco de aquellos años.

J. L. V.: –Se silenció mucho. El bombardeo a Plaza de Mayo –con más de 30 aviones y la mayoría de la Marina– había quedado en el olvido. Ese ataque del 16 de junio de 1955 dejó más de 300 muertos y 800 heridos. De los fusilamientos del 10 de junio de 1956 en el basural de José León Suárez se supo bastante más. Vivo en la provincia, en Florida, cerca de la casa de Julio Troxler, asesinado. En el barrio sí se conoce su historia, recién en los últimos tiempos, como la historia de la familia Lizaso, destruida, en Vicente López. Jorge Lizaso era dirigente peronista y fue despellejado vivo. Era gente de pelea, de la resistencia, como John William Cooke, alguien admirable.

–Lamborghini le dedica este Perón en Caracas.

D. D. C.: –Lo admira, como lo admiraba Perón. Fue una figura ninguneada. Tenía un pensamiento crítico. En esta obra el símbolo de la militancia es Cooke, y Perón, el de la obstinación por recuperar el poder.

–Resulta curioso el párrafo que dice que la gente no es buena ni mala, pero cuando toca conducirla es preferible pensar que es mala.

J. L. V.: –Otra ironía posible en Perón, que preparaba la vuelta. Pero aquel regreso es otra historia.

–¿Cómo fueron esos años para ustedes?

J. L. V.: –Viajé mucho haciendo teatro, y acá estuve muy metido en lo que fue el Movimiento de los Teatros Populares, que en mí desembocó en el teatro comunitario, desde hace tiempo mi droga en Florida.

D. D. C.: –Yo no era militante, pero tenía y tengo un sentimiento peronista. Si no tuviera empatía se me haría muy difícil hacer este personaje, porque se lo retrata en un momento especial, el de la decadencia física.

J. L. V.: –No lo querían en ningún lado. En Panamá permaneció sólo cuatro meses: le pidieron que se fuera porque llegaba Pedro Eugenio Aramburu, invitado a una reunión de presidentes americanos.

D. D. C.: –Vivió “la soledad del poder”, que este Perón proscripto experimenta cuando descubre –como dice en la obra– “que ese gran rostro extraño de la multitud no era la suma de los rostros de la soledad en la que la mía propia se miraba...”

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“Aquí se lo muestra con sus debilidades. Perón duda, tiene miedo...”, señalan los responsables.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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