TEATRO › SIETE ANTOLOGíAS DE AUTORES REALIZADAS POR ARGENTORES
En la presentación de la colección, que reúne 117 piezas, Roberto Cossa, presidente de Argentores, el director y autor Hugo Saccocia y el periodista y crítico Alberto Catena no ocultaron su satisfacción por el final feliz de una larga tarea.
› Por Hilda Cabrera
Ni la complejidad de llevar adelante una institución como la Sociedad General de Autores de la Argentina, que bajo la sigla de Argentores y presidida por el dramaturgo Roberto “Tito” Cossa cubre cuestiones artísticas y gremiales, ni el ojo amoratado del director, autor y docente Hugo Saccocia restaron entusiasmo a la presentación de siete antologías de obras de teatro que reúnen 117 piezas de autores de provincias, realizada en la sede de Pacheco de Melo 1820. Tanto Cossa como Saccocia y el periodista y crítico teatral Alberto Catena resumieron ese logro alcanzado después de cuatro años de trabajo. El autor de piezas inolvidables como La Nona, Ya nadie recuerda a Frederic Chopin y Tute cabrero –que estrenó esta temporada Cuestión de principios– delineó propósitos y estrategias de organización para seleccionar y editar las obras “siguiendo una estructura por regiones”. Esto demandó giras, nombramiento de delegados (siete por cada región) y un relevamiento del que participaron jurados con capacidad reconocida en cada lugar. “Referentes”, según calificó el dramaturgo, admitiendo que toda selección es injusta y que eso es inevitable: “No hay una antología perfecta, por eso se dice que una antología es en realidad una antojología”. Aseguró que este trabajo fue hecho con transparencia y analizado de modo exhaustivo por investigadores y críticos. “Nos habíamos propuesto con cierta ingenuidad sacar los libros en dos años y pasaron cuatro... No somos editores ni tenemos disposición económica para tirar la casa por la ventana. Tuvimos que hacer un esfuerzo”, resumió Cossa al tiempo que destacaba la tarea de las autoras Ana Ferrer y Lucía Laragione en la edición; la de Pablo Hulgich por el atractivo diseño de tapa, y la de Estela Matute, coordinadora del material.
Antes de darles voz al investigador Catena y al pionero Saccocia –uno de los siete delegados presentes, creador en 1984 del Grupo y de la Biblioteca Hueney, en Zapala, y autor de la reciente Las González–, Cossa sorprendió al auditorio con una confesión: “Como imaginarán, ser presidente de Argentores no da todo el tiempo satisfacciones ni alegrías, que son más bien pocas, pero ésta sí es una alegría, una tarea cumplida en medio de todas las necesidades a las que tenemos que hacer frente, como la atención de la obra social, la situación de los pensionados... Nuestra gran batalla es la cultura y por eso me ocupo de Argentores. La batalla de los autores es defender sus derechos, su prestigio literario y la actividad cultural. Con estas ediciones cumplimos aunque sea en una pequeña parte con nuestros colegas de las provincias. Por eso digo que es un lindo momento que vamos a concretar después emborrachándonos en el salón”. Editor general de Florencio, la revista de la entidad, Catena tomó la posta y opinó sobre la situación actual de las ediciones de libros de teatro. “Hubo una época en que la publicación era escasa”, apuntó, destacando como personalidad pionera a Saccocia, quien organizó en los ’80 su ya prestigiosa Biblioteca Hueney “a partir de su colección particular de textos teatrales”. Eran años de “sequía de libros y dificultades para encontrar algunos títulos”.
Los oradores tuvieron –cada uno a su manera– palabras elogiosas respecto de la labor editorial que continúa desarrollando el Instituto Nacional del Teatro, a cargo del director teatral Raúl Brambilla. Para regocijo de los autores, algunas editoriales del sector privado se percataron –como sostuvo Catena– de que “la publicación de libros de teatro, sin ser el negocio millonario al que aspiran los grandes sellos, tampoco es comercialmente desechable y mucho menos una actividad que lleve a la ruina, sobre todo si se la combina con proyectos que armonicen”, opinó el crítico. En síntesis, hoy hay más textos, aun cuando persistan algunas deficiencias. Respecto de la colección lanzada por Argentores, destacó el propósito de revalorizar el papel del autor, tan atacado a veces, y “la posibilidad de que el texto literario sirva también como memoria”. La abundancia de obras de las regiones de Córdoba y La Rioja, el Litoral, Cuyo, el Noroeste, la Patagonia, el Nordeste y Provincia de Buenos Aires (de la que se exceptúa al GBA) no está reñida –según Catena– con un afinado criterio de selección: “Se eligió el método que pareció más conveniente para cada lugar, comprendiendo, en general, a autores que dieron a conocer sus obras a partir de los ’70 y ’80. Sólo en algunos pocos casos pertenecen a años anteriores”. Precisó además que Córdoba no incluyó en la selección a los autores y grupos que trabajaron en la modalidad de la creación colectiva o la dramaturgia grupal, característica del teatro cordobés de las últimas décadas.
Sobre la construcción de un país más integrado culturalmente se refirió también Saccocia, quien a pesar de mostrar uno de sus párpados inflamado y aureolado por un color violeta intenso aceptó con gusto ser otro de los oradores. Comenzó diciendo que estos días eran de sorpresa para él, que el primer imprevisto fue “el efusivo abrazo del cordón de una cuneta a mi ojo izquierdo, que me dejó en este estado, y el segundo, la invitación a que hablara en esta mesa”. El magullón no lo amilanó. Los antibióticos y calmantes habían surtido efecto y se lo veía sonriente. “Para muchos de nosotros éste es un sueño que se convirtió en realidad –sostuvo–. Hay mucha gente peleando en las provincias para conseguir espacios en la dramaturgia y en otras disciplinas. Hoy sentimos que se ha cambiado para bien, y esto es reconfortante. Argentores dejó de ser una entidad que trabaja sólo para la Capital.”
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