Mié 01.02.2006
espectaculos

TEATRO › MOSQUITO SANCINETO

“El teatro debe dejar lo burgués”

El actor, un emblema del under, critica lo que define como “cultura cómica cipaya”.

Desde Mar del Plata

A las dos de la mañana sopla un viento fresco por la rambla. Fabio “Mosquito” Sancineto acaba de salir de Improvisación Registrada y camina despacio, con los brazos cruzados sobre su pecho, mientras se despacha contra lo que llama “las camarillas del humor nacional”: “Hoy, los que se dicen cómicos de TV son cuatro o cinco tipos que se conocen entre ellos. Por eso están empezando a fracasar estrepitosamente. A la larga, están condenados a que no los entienda nadie”, dice mientras la brisa del mar le mueve el pelo rojizo. Cuando llega al bar en el que se pautó la entrevista, su discurso se hace más ácido, y cuesta imaginar que quien quince minutos antes hacía reír a un público absolutamente heterogéneo en un espectáculo humorístico de improvisación tenga fuerza, en el mismo día, para cambiar el tono y dejar en claro que la risa y la crítica social nunca debieron separarse.

–¿Cree que hay un humorismo nacional?

–Hay grandes del humor nacional, pero también hay una cultura cómica cipaya, que confunde los tantos. Por un lado están los cómicos, los que generan una situación cómica. Y por otro lado está la factoría del humor, el trabajo de quienes readaptan un producto que viste hace años por Sony para que lo consuma otro mercado. Eso no es ser cómico, es ser comediante.

–¿Y usted, se siente parte de la cultura popular?

–A mí me interesa mucho lo vinculado con el pueblo; estoy convencido de que el teatro argentino tiene que dejar de ser burgués. Eso implica integrar a todos –pero a todos en serio– al arte. De hecho, en mis espectáculos entran a veces los chicos de la calle, y se quedan porque se divierten o simplemente encuentran un lugar lindo donde dormir. Me encontré un par de veces con que algunos nos pedían que no los dejáramos entrar porque hacían lío, ¿pero qué quieren, si nunca nadie los acercó al teatro? Para mí es un orgullo que un chico sin casa use el teatro como cuna, no creo en lo que hace el teatro San Martín, que abre sus puertas a los indigentes solamente un fin de semana por año.

–¿Qué aportes puede hacer un espectáculo de improvisación a un arte hecho para los menos favorecidos?

–El teatro en general puede enseñar a ilusionarse. Si alguien sabe ilusionarse está salvado, porque puede pensarse distinto de lo que es. Eso me transforma a mí también. Entonces Mosquito deja de ser “el puto” para ser el que tiene cosas para decir, y el que puede escucharte y hacerte escuchar. Eso no se da mucho en otros lugares. Muestran a los distintos solamente para burlarse. El travesti está siempre sin dientes, o con tetas enormes... aprender a improvisar es aprender a comunicarse para integrar.

–En efecto, en sus espectáculos de este verano usted crea un espacio en el que se sienten cómodos los niños, las señoras...

–A diferencia de lo que pasa en la tele, en teatro uno tiene que aceptar que alguien pueda pensar de manera diferente a la mía, y reaccionar en consecuencia. De pronto una señora de mi barrio descubre que soy artista y después, cuando ve a alguien que se parece a mí por la calle, se dice “esta persona se parece a Mosquito, y es más que un tipo que se pinta los labios”.

–¿Qué contactos encuentra entre la improvisación teatral y la otra, la que reina en el país?

–Casi ninguna. Nosotros entrenamos duro para aprender a improvisar, porque es un acto de comunicación profunda. Eso es muy diferente a la improvisación que reina en las calles, que se relaciona más con el narcisismo de quien se despreocupa por lo que le está pasando al otro.

Mosquito Sancineto está presentando Improvisación Registrada los sábados y domingos a las 23 en el Teatro Auditorium (Bvar. Marítimo 2280).

Informe: Facundo García.

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