TEATRO › EL TEATRO GENERAL SAN MARTíN FESTEJó SU 50º ANIVERSARIO
Esta vez no fue el cumpleaños de un empresario, sino el del propio complejo de Corrientes al 1500: teatro, música y danza se sumaron para un encuentro que dejó a un lado, al menos por un rato, los sinsabores. El martes habrá función para el público.
› Por Hilda Cabrera
Cuando la creatividad se impone a las dificultades, éstas no desaparecen, pero quienes reciben el producto de esa creatividad sienten que es posible apartar los sinsabores y aceptar el disfrute. Esa fue una de las experiencias vividas por los espectadores del festejo artístico que tuvo lugar el martes en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín. El espectáculo que dirige José María Paolantonio y coordina René Aure sobre diseño escenográfico de Héctor Calmet podrá verse nuevamente el martes 29, a la 20, con entrada gratuita a disposición del público desde dos horas antes de la función. Participan actores y actrices, directores, bailarines y músicos que han tenido o tienen relación con la institución que cumple cincuenta años, contados desde la fecha de construcción del actual edificio de Corrientes 1530, hoy con serios problemas edilicios y de presupuesto.
La función se inició con Alina, una bella coreografía bailada por Elizabeth Rodríguez; y un compilado, en pantalla, de imágenes y sonidos de algunas de las obras ofrecidas en las salas del Complejo Teatral de Buenos Aires que abarca a cinco teatros. También en pantalla, quedaron impresas algunas líneas del director Kive Staiff, dando paso a escenas en vivo de piezas clásicas, como Stéfano, de Armando Discépolo, con actuaciones de Pepe Novoa y Roberto Castro; En familia, de Florencio Sánchez, con Aldo Barbero, Livia Fernán y Antonio Ugo; y Tres hermanas, de Anton Chéjov, interpretada por Stella Galazzi, Malena Figó y Malena Solda.
El clima pegó un vuelco cuando ingresaron a escena Sandra Guida y Alejandra Radano, actrices, cantantes y bailarinas que, junto al compositor y pianista Diego Vila, ofrecieron con singular estilo y gracia versiones de “Moritat”, “Alabama Song”, “Caminito” y “El Choclo”. Escenas todas muy festejadas por el público, al igual que la presentación del Grupo de Titiriteros del TSM que conduce Adelaida Mangani, con su regocijante El valiente Goleto (hombre bala); la presencia del “duque sentimental y romántico” y la irrupción de la inolvidable Pepita, creación del fallecido maestro Sergio Bufano, titiritero fundador del grupo en los años ’70. Un encantador cuadro al que siguió el gran malambo de los hermanos Peralta, escena que acrecentó el ánimo del presentador emblemático del Gran Circo Criollo, quien, dirigiéndose a la platea, pidió: “No preocuparse; el Gran Circo siempre vuelve”.
Los artistas lograron sensibilizar a una platea de conocedores, gente del arte y de la literatura, dramaturgos, directores, actores y técnicos vinculados en algún momento al TSM, como Jorge Luz y Osvaldo Bonet, primer director artístico del TSM, como recordó Staiff al finalizar el espectáculo que se prolongó durante dos horas para continuar luego en el hall del teatro con música en vivo. Dentro del segmento de teatro se ofrecieron secuencias de Dar la vuelta, de Griselda Gambaro, en clave cómica, con Ingrid Pelicori, Cutuli y Mariano Fernández; y El reñidero, de Sergio De Cecco, actuada por Alicia Berdaxagar y Sergio Surraco.
La música reapareció en dos sentidas interpretaciones del bandoneonista Rodolfo Mederos: “Nunca tuvo novio” y “Sur”. Esa atmósfera sentimental y nostálgica no fue la que envolvió a las escenas de El pan de la locura, de Carlos Gorostiza, interpretada por Alejandro Awada y Emiliano Dionisi; Panorama desde el puente, de Arthur Miller, actuada con intensidad no desbordada por Rita Terranova y Víctor Laplace; y Un enemigo del pueblo, pieza de 1882 del poeta y dramaturgo noruego Henrik Ibsen, con Luis Brandoni y Horacio Peña, muy aplaudidos en los roles de los hermanos Stockman, uno médico y otro intendente (papel que en el estreno de 2007 en el TSM compuso el excelente Alberto Segado). Personajes que se definen de muy diferente manera ante un hecho que exige urgente responsabilidad ética. En esa línea podría ubicarse también la escena de Galileo Galilei, de Bertolt Brecht, interpretada por Villanueva Cosse.
Carmina Burana, de Mauricio Wainrot, director del Ballet Contemporáneo del TSM, deslumbró, dejando poco para decir al director Kive Staiff, quien agradeció la posibilidad de llevar a cabo la celebración con el aporte de artistas y colaboradores. No hubo discurso sino explicitación de un deseo: que el TSM siga existiendo como “contribución al pueblo de la ciudad” y como institución con aspiraciones a “ser cada día mejor”, manteniendo una actitud de “confluencia y debate”. Pidió a los artistas y autores subir al escenario mientras con la mano tendida a Osvaldo Bonet recordaba que este actor y director fue el primer director artístico del TGSM.
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