Lunes, 20 de junio de 2011 | Hoy
TEATRO › EL ESTRENO DE FUERZABRUTA WAYRA TOUR
Por Facundo García
Desde el viernes se puede ver en Buenos Aires el Fuerzabruta Wayra Tour. Miles ya bailaron en un Luna Park modificado especialmente para la ocasión, donde además de los clásicos de la compañía –la “danza acuática”, o la famosa escena del “corredor”– se vieron apuestas novedosas que, a puro bombo legüero, redondean una obra basada en el riesgo estético y la adrenalina del público.
Al ingresar lo primero que llama la atención es que el escenario del Luna está corrido hacia un lateral, lo que desplaza el protagonismo al centro del foro, es decir al sitio donde está la mayor concentración de gente. Quienes eligen el sector “campo” quedan “en el ojo de la tormenta”; mientras en las plateas la experiencia es más serena. Fuerzabruta se las arregla para que la masa se integre en un juego de arquetipos paganos que se buscan y eventualmente se contactan entre sí y con la multitud.
Ese intercambio entre actores y no-actores captura un rasgo de la época: el de Fuerzabruta –podría aventurarse– es un evento wiki. El humo se fusiona con el papel picado y los ritmos de malambo con los arrestos rave, sí. Pero para alcanzar la triple frontera donde fiesta, ritual y teatro tocan sus vértices se precisan cientos de cuerpos que aporten lo suyo. Se trata de recordar por un rato que se puede estar unidos mediante el lazo social. Que es factible “hacer tribu”, aunque sea por noventa minutos. En ciudades llenas de sensaciones vicarias, un arte de presencias palpables se convierte en necesidad.
Optar por ese camino comporta peligros. Uno de ellos es que la cantidad de espectadores se transforme en obstáculo. Y exactamente en ese punto se sitúa la gran fortaleza de los dirigidos por Diqui James. Tras haber tratado con más de ochocientas mil personas en salas de América y Europa –y de lidiar con más de un millón en la calle, durante los festejos del Bicentenario– los artistas saben cómo negociar su espacio escénico. Así, las mujeres voladoras y los murgueros multiplican sus travesuras por todo el lugar. Y consiguen hacerlo con presteza, sin comprometer al show.
La idea termina de cobrar forma gracias a la atención que Fuerzabruta les presta a los elementos de la naturaleza. Wayra es una palabra quechua que significa viento. En efecto, el tramo fundamental de la función lo marca una especie de membrana plástica dividida en hexágonos, que se extiende por sobre el campo y sube cuando el aire empieza a soplar desde los costados. Estando ahí abajo, la primera impresión es que se va a acabar el oxígeno. Pero las ráfagas inflan la tela y la transforman en una semiesfera similar a un panal. Adentro se baila entre brisas y papelitos, en tanto que desde afuera se ve el colorido de la “carpa”. Al final aparece una especie de explorador que rompe la membrana y empieza a llevarse chicas ante la excitación generalizada.
En los saludos de despedida queda demostrada la efectividad de un staff compuesto por más de noventa integrantes. Cuarenta y siete son técnicos, asistentes u operadores, veintidós se ocupan de la actuación y la música y otros dieciocho tienen a cargo la producción. Todos continuarán con el estreno mundial del Wayra Tour a lo largo de esta semana. Para hoy la cita es a las 19. El miércoles y el jueves, en cambio, el arranque está previsto para las 21.
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