TEATRO › JULIO ORDANO HABLA DE SU OBRA OW (OSCAR WILDE)
El autor de Bent recupera su texto de los años ’90 y, con una nueva puesta en escena, vuelve sobre el juicio en el que Wilde fue declarado culpable de sodomía y condenado a trabajos forzados. “Intento hacer ver que todavía prevalecen los prejuicios”, dice.
› Por Cecilia Hopkins
Escrita por Julio Ordano, estrenada bajo su dirección a comienzos de los ’90, OW (Oscar Wilde) hace foco en el juicio que tuvo lugar en 1895 por el cual el narrador, poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde fue declarado culpable de sodomía y condenado a trabajos forzados. Estrenada recientemente en el Actor’s Studio (Av. Díaz Vélez 3842), el elenco está integrado por Enrique Papatino, en el rol protagónico; Enrique Dacal, Nilda Raggi, Hernán Vázquez, Edgardo Moreira y Roberto Ponce. La obra reconstruye el juicio al autor de El retrato de Dorian Gray para, a su vez, condenar a la sociedad victoriana que, en su momento, marginó a los ciudadanos que rompían con los esquemas sociales establecidos sin esconder sus actos. En la época de los sucesos descritos en la obra, Wilde era un artista que disfrutaba de un éxito pleno. Su caída en desgracia comenzó cuando denunció por calumnias al marqués de Queensberry, padre de su amante, Lord Alfred Douglas, por haberlo acusado de sodomita. A pesar de su valentía, las cosas no estuvieron de parte del escritor: absuelto el noble, se abrió un nuevo proceso judicial, esta vez contra Wilde, el cual concluyó en la condena a prisión por dos años, experiencia que el escritor describió en una larga misiva conocida con el nombre de De Profundis y el poema “La balada de la cárcel de Reading”. “Hemos nacido en una época en que sólo la tontería es tomada en serio”, dice el personaje de Wilde en la obra de Ordano. “Es por eso que estoy preso. Por haberme rebelado. Contra la triste respetabilidad, contra la veneración del éxito adocenado.”
Si bien OW se centra en las diversas fases del juicio, la acción retrocede en el tiempo así como también se adelanta. En otros momentos, la obra desarrolla situaciones que son mencionadas en el juzgado, a modo de flashbacks. A diferencia del montaje anterior, hay actores que tienen a su cargo más de un rol, como Dacal, Ra-ggi y Vázquez. “No me gusta volver a poner obras que ya estrené”, afirma Ordano en una entrevista con Página/12. “Pero resolví darle una segunda oportunidad a OW, aunque esta vez con menos actores.” La decisión del director tiene una justificación clara: “Pensé que debía dotar de ambigüedad a algunos personajes, como el fiscal, quien destruye a Wilde con mayor violencia. Es por eso que el mismo actor también asume el rol del amigo más amanerado de Wilde. No quería que hubiese magistrados que parecieran rectos o unívocos”. El director que afirma que los cuentos, las cartas y los ensayos son lo que más le interesa de la producción de Wilde, “pero lo que más me gusta son sus dichos, por su inteligencia y sensibilidad”. Por esta razón, muchas de esas frases, irónicas y mordaces, aparecen en la obra.
Ordano cree en un teatro bien intencionado: “Un autor busca decir cosas positivas a la gente, porque quiere producir cambios para bien”. Así, recuerda el efecto que tuvo una frase contenida en Los días de Julián Bisbal, de Roberto Cossa, cuando él era un veinteañero: “Un personaje de la obra decía que si el éxito no llega a los 30 no llega nunca y esta afirmación me hizo pensar que debía utilizar mi tiempo para que eso no me ocurriera a mí”, subraya. Docente de actuación y dirección desde hace años (entre sus ex alumnos, según enumera, se encuentran Lidia Catalano, Jorge Marrale, Gerardo Romano, Eugenia Tobal y Millie Stegman, entre muchos otros), Ordano dice alertar también a sus alumnos acerca de la necesidad de no perder el tiempo “sin que por esto piensen que estoy detentando una verdad absoluta”.
–Usted estrenó OW hace tiempo atrás. Hoy, con el casamiento igualitario, ¿cree que esta obra no perdió fuerza?
–No creo en las pintadas de rostro. Decir eufemismos como “capacidades diferentes” o “sexualidad diferente” no cambia en nada. Sigue habiendo comportamientos que tienen el efecto de marginar. Por eso es que voy a seguir luchando por los diferentes. Tengo un gran empecinamiento en hablar por ellos. Y con OW intento hacer ver que los prejuicios existen todavía sobre lo que es “raro”.
–¿A qué se refiere cuando dice “raro”?
–Hay gente que detenta una supuesta normalidad como si la normalidad fuera una posesión. Todo lo otro es diferente y raro. Las palabras se entienden en su contexto y según su subtexto. La palabra “gay”, en principio, no es insultante. Pero a veces se la dice con un subtexto que resulta agresiva.
–¿Por qué últimamente se ha desempeñado más como actor que como director?
–OW es, en alguna medida, un reencuentro con la dirección. Pero esto no significa que voy a volver a dirigir como lo hacía antes. En estos momentos, actuar es más fácil para mí: cuando se dirige, uno tiene una cantidad de responsabilidades que es abrumadora: la elección del material y su comprensión, la elección del elenco, la sala, la escenografía... es por eso que solamente dirijo de vez en cuando.
–¿El teatro genera modelos de conducta?
–Si es que lo hace, será a una escala ínfima. En cambio, la televisión sí muestra modelos de conducta y, a veces, son perniciosos. Creo que el teatro se ha ocupado de la historia de los antihéroes y perdedores. De los ganadores se ocupan las historietas, no el teatro. Por dar un ejemplo, en Casa de muñecas, de Ibsen, Nora pierde el respeto de la sociedad y debe perder hasta a sus hijos para ser libre.
–¿También en otras obras suyas pasa lo mismo?
–Bent es la historia de dos homosexuales en un campo de prisioneros que deben morir para lograr la libertad. Y en Juegos a la hora de la siesta tiene que producirse una muerte para que los chicos tomen conciencia de que fueron brutales, intemperantes y despóticos unos con otros.
–¿El teatro enseña?
–Yo tengo una convicción: escribir y montar espectáculos para producir una modificación en la sociedad. Quiero hacer mi pequeño aporte para lograr un cambio. Por eso, evito decir cosas gratuitamente. Y, en caso de hacer comedias (dirigí varias, tiempo a-trás), nunca voy a hacer comedias que no digan algo que no valga la pena de ser escuchado. El teatro tiene que tener una pequeña dosis de didactismo, algo que tenga un efecto modificador en la gente.
* OW (Oscar Wilde) sube a escena en el Actor’s Studio (Av. Díaz Vélez 3842) los sábados y domingos a las 19.
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