Lunes, 12 de marzo de 2012 | Hoy
TEATRO › ALFREDO MARTíN REVISITA DOS CLáSICOS DE LA ESCENA
El actor, dramaturgo y director tiene en cartelera dos espectáculos: Cyrano, un caballero en la sombra, inspirado en la obra de Edmond Rostand, a cargo de un elenco adolescente. Y El jardín de los cerezos o la fugacidad del tiempo, basado en la pieza de Chéjov.
Por Carolina Prieto
Una versión de Cyrano de Bergerac a cargo de un elenco adolescente en una puesta ágil y condensada que deja ver los cambios y movimientos entre escenas. Una adaptación de El jardín de los cerezos que subraya el humor de la última obra de Chéjov, desborda los límites del escenario y despliega situaciones paralelas a la ficción. El alma mater de estas dos creaciones que unen respeto por el texto original y vuelo propio es Alfredo Martín, médico psiquiatra y psicoanalista además de actor, dramaturgo y director, con una intensa carrera en el circuito independiente. Nacido en Corrientes, este teatrista encontró en la escena la vía para encauzar su natural capacidad de imaginar y crear historias. Siempre combinó las dos actividades: nunca dejó la práctica como terapeuta, lo que le permite elegir los proyectos teatrales que le interesan. Así fue como trabajó bajo la dirección de Gabriela Izcovich, Javier Daulte, Daniel Veronese, Rafael Spregelburd, Mariano Pensotti, Beatriz Catani y Lola Arias, entre otros. El año pasado, Martín mostró apenas unas pocas funciones de los dos espectáculos que ahora se presentan en Andamio 90. Cyrano, un caballero en la sombra, inspirada en la obra de Edmond Rostand, ganó el Primer Premio a la Mejor Dirección y Dramaturgia en la tercera edición del Festival Nacional de Teatro Adolescente “Vamos que venimos”; mientras que El jardín de los cerezos o la fugacidad del tiempo completó dos meses de funciones que entusiasmaron al público y a la crítica y dejaron al elenco y al director con ganas de más.
“Existe el prejuicio de que hay que esconder la cocina del teatro independiente, los movimientos, los cambios de escenografía. Como si todo eso tuviera que desaparecer de la vista del público. Me interesó exhibir el esfuerzo del teatro independiente no en forma bruta sino dándole un tratamiento especial. En Cyrano..., por ejemplo, mostramos los pasajes entre los cuadros y en la obra de Chéjov mostramos lo que va pasando con todos los personajes mientras sucede la obra, usando todo el espacio que ofrece Andamio, no sólo el escenario”, cuenta el director.
Martín había tenido una aproximación al trabajo con adolescentes en Detrás de la forma, obra inspirada en Ferdydurke, de Witold Gombrowicz. Allí abordó el tema de la inmadurez y recibió el Primer Premio a la Mejor Adaptación 2010 otorgado por Argentores. Pero se quedó con ganas de más: tratar una temática apta para un público joven con intérpretes adolescentes exclusivamente. Decidió abordar el clásico francés y durante dos meses se embarcó en un casting que le permitió armar el elenco compuesto por 17 chicos que oscilan entre 15 y los 18 años. “Me contagian la polenta, me llenan de energía. Pienso mucho cada cosa que les digo porque me di cuenta de que cuando ellos se encuentran con algo que los motiva, y que les permite encauzar su deseo, te escuchan mucho. Pudimos trabajar desde un lugar de mucho compromiso”, explica.
En cuanto a su versión de la obra de Chéjov sobre el derrumbe de una aristocracia pasiva y apática frente al ascenso de la burguesía, Martín optó por remarcar su fina comicidad antes que su carácter dramático. “El mismo autor decía que era una comedia rota y decidí encararla desde ahí para, en todo caso, cruzar los dos registros”, sostiene. Otro punto de interés: la acción abarca circunstancias que en el texto original aparecen mencionadas, las expande y hasta incorpora momentos de no ficción. Así, pone a la luz la previa de los actores antes de entrar a escena o bien situaciones que acompañan lo que está pasando. Un entramado fluido que dinamiza el relato y deja ver cómo cada personaje reacciona o no frente a la caída de un cierto estado de cosas.
* Cyrano, un caballero en la sombra se presenta los domingos a las 18 en Andamio 90 (Paraná 660) y El jardín de los cerezos o la fugacidad del tiempo va los sábados a las 22.30 en la misma sala.
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