Sábado, 5 de mayo de 2012 | Hoy
TEATRO › ALEJANDRA RADANO ESTRENA ESTA NOCHE EL ESPECTACULO DELIRIO GAUCHO
La actriz, cantante y bailarina es coautora de la obra, junto a Fabián Luca. Dice que le importa mantener “flexibilidad corporal” en el escenario y que, en su flamante espectáculo, busca relacionar las canciones con el surrealismo.
Por Hilda Cabrera
La promesa de asistir a un espectáculo animado por un surrealismo contemporáneo es viable si se piensa en la actriz, cantante y bailarina Alejandra Radano, de quien un director que la admira opinó que “reúne lo sofisticado con lo popular”. La mención de lo dicho en otra oportunidad por el argentino Alfredo Arias, residente desde hace décadas en Francia, dispara en la artista una reflexión: “También yo puedo decir que Alfredo –muy preciso cuando expresa sus ideas– encuentra oro en el barro”. En diálogo con Página/12, tras un ensayo, la actriz dice respetar la visión de cada cual, y aclara que lo suyo no es elitista. Lo demuestra con lo hecho, y ahora con la versión teatral de su anterior recital Delirio gaucho (título tomado del tango de Alfredo Eusebio Gobbi) que estrena hoy en la Sala Raúl González Tuñón, donde es protagonista y autora, junto a Fabián Luca, director, escenógrafo y vestuarista. Debutante a comienzos de los ’90, cuenta que tuvo excelentes maestros y se dedicó a la literatura, la pintura y el estudio de idiomas. Todo esto confluyó en el teatro musical y en su preferencia por el de corte artesanal, como La ópera de tres centavos, de Bertolt Brecht y Kurt Weill; y Concha bonita, de Arias. Le importa mantener “flexibilidad corporal” en el escenario, y cita al arquitecto y pintor suizo-francés Le Corbusier: “La casa debe ser el estuche de la vida”. Asocia casa con escenario, caja y cuerpo, y deduce: “Una es el instrumento que se manifiesta en escena”.
Ha participado en espectáculos de gran despliegue y de cámara, entre otros los musicales Drácula (su debut en los ’90), de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler; Cats, Beauty and Beast, Chicago, Cabaret, La ópera de tres centavos, donde compuso a Polly Peachum; y las obras creadas y dirigidas por Arias: Concha bonita, Relaciones tropicales, Divino Amore, Tatuaje, Cabaret Brecht Tango Broadway y Tres Tangos, presentadas en Francia, Italia y Argentina; también Tango Reviú y Canciones degeneradas, dirigidas por Luca; La inhumana, creada junto a Diego Vila; y en Alemania, una “ópera de cámara”, con la actriz y cantante Hanna Schygulla. El título era Tango mon amour, de Jacobo Romano y Jorge Zulueta. En junio pasado, realizó una lectura junto a Arias, inspirada en las recetas de Doña Petrona, en una instalación vista en la Fundación Proa, resultado de la investigación hecha por la actriz y Larry Hager. Esta vez, completa su Delirio gaucho con el lanzamiento de su primer CD en solitario, editado por el sello Lantower.
–¿Qué le exige el eclecticismo de Delirio gaucho?
–Estar realmente entre lo popular y lo operístico. Pensemos que las intérpretes de este repertorio fueron también artistas de variedades, personalidades con mucha imaginación, como la catalana Carmelita Aubert (1912-1979). La canción “¡Ay Carmela!”, cantada por los soldados republicanos, se refería a ella (en realidad, era un canto popular anterior, sólo que adaptado a las circunstancias). Aubert fue una vedette descubierta por Carlos Saldaña, Aladí, un famoso cómico español de los años ’30. Carmelita era la rival artística de la cantante Imperio Argentina y hasta una Marlene española que vistió smoking blanco. Salía a escena con un vestuario fantasioso a pesar de la época y el gobierno de Francisco Franco.
–¿Su experiencia en los recitales enriqueció este montaje?
–Sí, y mi participación en el Festival Internacional de Tango, de París. Estuve en Danza Maligna, título tomado de un tango que también cantó Carmelita. Me convocaron después de que la cantante Victoria Morán no pudo ir por su embarazo, y tampoco Lidia Borda, a la que llamaron y también estaba embarazada. Fue fabuloso, porque no estaba segura de lograr empatía con el repertorio, más folklórico y campero del que yo conocía. Canté “Tus besos fueron míos”, acompañada por dos guitarristas, y me sentí identificada y feliz, porque había algo para decir.
–¿Qué la entusiasma especialmente en Delirio...?
–Las letras, osadas, fantasiosas, surrealistas. De alguna manera, con Luca, el director, intentamos relacionar estas canciones con el surrealismo.
–¿Por eso la atención puesta en una crónica de 1993 sobre “vacas voladoras”?
–Ese texto extraño y fantasioso, surgido de un paisaje árido donde el viento es un elemento fundamental, nos inspiró una “postal” con ritmo de chacarera. “La onceña” es otra chacarera, “trunca”, de 1956, que interpretó Mercedes Sosa en su primera época y está en el repertorio. Abordamos también “Las voces de los pájaros de Hiroshima”, de 1970, que cantó Ginamaría Hidalgo, pero no lo hacemos como en el original, sino desde nuestra mirada.
–¿Cómo fue su participación en la opereta René l’Enervé, estrenada en Francia?
–El autor es Jean Michel Ribes, director del Teatro de Rond Point, y fue la primera vez que trabajé en Francia con un director que no es Arias. Ribes retoma la tradición de la opereta popular del siglo XIX, creada por Jacques Offenbach (compositor y violonchelista alemán nacionalizado francés), que contenían una crítica a los gobernantes de turno. René... viene a ocupar ese lugar, porque Ribes muestra una obra en contra de un sistema que considera decadente. El dice “basta” a través de su espectáculo. Fui la única argentina en el elenco.
–¿Cómo es recibido el trabajo de los artistas argentinos en Francia?
–Arias es muy querido y sus espectáculos despiertan expectativa y ansia en el público. Tiene un camino hecho. Por eso para mí es importante la creación de este Delirio..., porque es un trabajo propio, hecho junto a grandes colaboradores, como Fabián, Diego, Gonzalo Córdoba y todos los que participan. También los guitarristas y Ramón Salinas, que es campeón de malambo. Lo nuestro es teatro iluminado, postales...
–¿Proyectan giras?
–Eso tiene que engarzar con el plan de todos. En principio, estamos en este ámbito, donde nos sentimos muy bien. Contar con gente exigente y profesional impulsa el crecimiento, y lo cito a Alfredo cuando digo que el teatro es un trabajo tremendo. Pide concentración y rigor, a veces sobrehumano. Con el tiempo, una se ordena, pero debe estar siempre dispuesta a aprender, a mantenerse en estado de alerta, que es un buen estado, porque una crece.
–¿Cuál de las canciones que interpreta le resultó más compleja?
–Cada canción es una pequeña obra y lleva un tiempo propio de elaboración; tiene un secreto que hay que encontrar y una vocalización distinta que debo respetar. La fórmula para obtener esto es seguir estudiando: tomo clases semanales de canto desde los 15 años.
–¿Los próximos espectáculos serán en Francia?
–En septiembre, participaré en Cinelandia, una obra de Alfredo inspirada en tres películas argentinas: Carne, El crimen de Oribe (de Leopoldo Torre Nilsson sobre El perjurio de la nieve, de Adolfo Bioy Casares) y Besos brujos. Después, en Las hermanas Peralta, con la actriz y cantante Sandra Guida. Será un recorrido sobre lo hecho por nosotras como duetistas. Alfredo construyó un espectáculo alucinante y muy riguroso.
–¿Considera a Francia su lugar artístico?
–En algún momento tuve la fantasía de pensar en lugares donde quedarme, pero después me di cuenta de que el lugar que una busca es aquel en el que encuentra gente con la que puede trabajar y ser feliz. Para mí, viajar a Francia y volver tiene ese significado. Tengo el privilegio de poder trabajar con Fabián Luca y Alfredo Arias, que son distintos, pero se asemejan en un montón de cosas, y estoy muy de acuerdo con lo que proponen. Pienso que en esta actividad no todo es trabajar y sobrevivir, sino encontrar personas con las cuales una pueda desarrollar lo que eligió para expresarse en la vida. El discurso de Alfredo es muy particular y preciso, y aprendí a entenderlo. A Fabián me une el haber realizado obras como Tango Reviú y Canciones..., que estrenamos en pleno default. Era una época de grandes contrastes. Todo se venía abajo, sin embargo nosotros seguíamos produciendo. Aquella fue nuestra resistencia. La presencia de Fabián es una de las razones de mis regresos de Europa a la Argentina. En Francia, me interesó la opereta de Ribes. Le encuentro alguna cercanía con una versión de La ópera de tres centavos, donde trabajé haciendo de Polly, la hija de Jonathan Peauchum, que interpretaba Walter Santa Ana. De la opereta bufa de Ribes se dijo que mi personaje era una especie de Carla Bruni, pero a mí no me interesa entrar en esos detalles.
–¿Prefiere no identificar personajes con personas?
–Esa ópera es una sátira de Ribes a la clase política de su país, y está bien. Pero, en lo personal, no estoy de acuerdo con algo muy común en esta época, que es tomar solamente un aspecto de cualquier hecho y generar una disputa a partir de tonterías.
–¿Se refiere a la práctica de la política a base de chismes?
–Hablo de la cultura chatarra que se nos impone y nos distrae, alejándonos del rigor que cada uno debe tener en relación con su trabajo. Un rigor difícil de mantener en el día a día.
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