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Domingo, 24 de febrero de 2013

TEATRO › CARLOS BELLOSO DIRIGE; ANA CLARA SCHAUFFELE ACTUA

Escenas en el jardín de Epicuro

El actor propuso utilizar el nexo entre la filosofía griega y la dramaturgia como base para su trabajo de dirección. El resultado es Intenso azul, un unipersonal atravesado por la idea de “amor eterno”.

 Por Facundo Gari

La entrevista a Ana Clara Schauffele y Carlos Belloso, respectivamente actriz y director de Intenso azul, está por terminar cuando él revela que quiere hacerse vegano. Frente a él queda medio tostado de jamón y queso. “Es almidón coloreado, no me hace sentir culpable”, resta. De todas maneras, su declaración no tiene que ver con el entremés sino con una pregunta realizada por Página/12 a propósito de la noción de amor en la que se centra la obra coescrita por Schauffele y Alaleh Nejafian. “Cuando comés un cubo de carne, te morfás un pedazo de sufrimiento animal. Por eso la pienso dejar: a menos sufrimiento, más amor”, calcula. Habla de multiplicar, de una filosofía espiritual, de volver a las raíces de la perpetuidad en tiempos de precariedad emocional, de su interés por esta pieza al respecto. Pero, bueno, se va por las ramas de la anécdota: cuenta que su esposa es vegetariana y que llega a los asados con una provisión de provoletas y verduras en papel aluminio. “Los carnívoros la miran como si fuera una enferma. Eso no se da al revés, el vegano no dice ‘¿por qué no sos como yo, puto?’. La veo siempre incómoda, le hacen burla a la vegetariana que no le hace mal a nadie”, denuncia. Se dirá, para regresar al carril de la nota, que es una situación “phytodramática”, concepto que Schauffele inventó a modo de chiste y le acopló a “unipersonal” para denominar su floral obra teatral, que se puede ver los viernes a las 21 en el Patio de Actores (Lerma 568).

En ella, Rosana es la protagonista y relatora presente de “la” historia de amor de su vida. Sin ser vegana, su conexión con la fotosíntesis del jardín es íntima, pero eso no quiere decir que vaya a enamorarse de un palo borracho, aunque al alemán Otto puedan imaginársele dimensiones arbóreas. Además de al hombre del tándem romántico, la actriz les pone voz, cuerpo y poesía a otros personajes, unos empleados del vivero donde trabaja, un herborista oriental y una pitonisa mapuche. El romance es idílico, hasta que la enfermedad toca a la puerta de un cuento que para Belloso tiene tintes burtonianos, por sus “pequeñas magias”. En eso está parte de su mano en la puesta. El otro gran aporte tiene matriz epicúrea: propuso utilizar el nexo entre la filosofía griega y la dramaturgia como base para el trabajo de dirección. “Los unipersonales son mi punto fuerte –resalta él–. Respeté los textos, pero le di más importancia a la actuación.” Según Schauffele, la obra requería otra mirada para crecer. “Carlos me dio herramientas concretas de producción y participó incluso en la creación, abriendo otras aristas”, amplía.

–¿Cuáles fueron, en concreto, esas contribuciones desde el hedonismo y el atomismo?

Carlos Belloso: –Epicuro tiene dos iconos muy importantes: la mujer y el jardín, donde daba charlas a sus discípulos. Eso posibilitó ampliar el margen a las mujeres, más allá de si fueran cortesanas. El cuerpo filosófico de Epicuro es exactamente el texto que recorre la obra. Tiene que ver con el hedonismo; no con vivir en bolas masturbándose en un harén, sino con el placer vinculado con el sufrimiento. El texto habla de la muerte y del sufrimiento, pero de un sufrimiento llevado con dignidad. Además, Epicuro es atomista: todo está rodeado de partículas subatómicas indivisibles. El les añade un movimiento, el de las cosas que caen por su peso; pero hay partículas que se desvían: Epicuro es uno de los primeros en hablar de libre albedrío, en oposición a lo que viene de los dioses. La protagonista debe decidir sobre la muerte del amor. Entonces, el núcleo narrativo de la obra tiene que ver con un cuerpo filosófico del siglo II a. C., lo que le permite a Ana Clara saber que cada palabra que dice es sabia, que tiene antigüedad, espalda. En el unipersonal necesitás saber qué estás haciendo.

–En línea con las referencias agrónomas, se trata de echar raíces.

C. B.: –El unipersonal necesita raíces fuertes para que no se haga volátil. Es una experiencia que le recomiendo a cualquier actor. Es un electroshock que te posibilita saber realmente la calidad de actor que sos. Nunca paro de pensar en cómo crecer en esta profesión.

–Intenso azul es indudablemente una historia de amor, pero hacia el final tiene peso el tema de la muerte digna.

Ana Clara Schauffele: –Que apareciera fue un poco inconsciente. Hasta bastante adentrada en el trabajo no me di cuenta de su presencia. La mirada está enfocada en la idea de amor eterno, que es la columna vertebral de lo que me interesa contar. Tiene que ver con lo trascendente, con el amor entre almas que vas más allá de la muerte. La ilusión es la vida que tenemos y, en ese sentido, la obra tiene algo medio antiguo.

C. B.: –Saqué el tema de la muerte digna a la luz para hablar de cómo mitigar el sufrimiento. La muerte del ser amado es el dolor máximo. ¿Cómo se mitiga? Epicuro habla de no darle prioridad a la ansiedad. Tiene una mirada zen. El personaje necesita mitigar el dolor y lo hace a través de un punto de quiebre: se ríe de que quizás el cajón le quede chico a su amado. El alma absorbe el sufrimiento, pero también necesita distensión.

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Belloso trabajó sobre la obra de Schauffele, que se puede ver en Patio de Actores.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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