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Domingo, 11 de junio de 2006

TEATRO › EL ACTOR’S STUDIO

Una nueva sala, un homenaje emotivo

Dora Baret y sus hijos Matías y Emanuel acaban de inaugurar un teatro en la casa de Carlos Gandolfo, otra forma de recordar a quien fue un notable director y maestro de actores.

 Por Hilda Cabrera

Abrir un teatro en lo que ha sido la casa de un ser querido anuda emociones sin fin. Esto le sucede a la actriz Dora Baret, quien junto a sus hijos Matías y Emanuel Gandolfo acaba de trasladar el Actor’s Studio al lugar que fuera domicilio particular del fallecido director y maestro de actores Carlos Gandolfo (el mismo de las destacables Hughie, En casa/En Kabul y Copenhague). En la noche de apertura “hubo más que amigos –sostiene la actriz–, porque ellos compartieron años de vida con Carlos”. Y menciona a Lito Cruz, Adriana Aizemberg, Helena Tritek, Carlos Moreno, Guillermo de la Torre y Onofre Lovero; a María Socas, “casi una hija para Carlos”, y Fernán Mirás, Malena Solda y Jorge Sassi. El Actor’s Studio había ocupado primero el subsuelo del Teatro Lasalle, pasó luego a Corrientes 3565, donde mantenía anexado un bar-restaurante, y ahora a la casona de Av. Díaz Vélez 3842.

Esta vez, la apertura se completó con el estreno de una pieza del novelista y dramaturgo inglés J. B. Priestley, Yo estuve aquí alguna vez (1937), título al que en esta ocasión antecede la expresión déjà vu?, pues se trata de una adaptación de Matías Gandolfo y Sebastián Blanco Leis. Estos trabajaron anteriormente en La soga, de Patrick Hamilton, realizando una versión inspirada en la traslación fílmica de Alfred Hitchcock. “Esa obra se mantuvo en cartel durante tres años; fue invitada al Festival Latinoamericano de Potosí y a realizar ocho funciones en Santa Cruz de la Sierra”, apunta Matías. Los amigos que asistieron a la inauguración y apoyan este emprendimiento descubren en la puesta de Déjà vu? Yo estuve aquí alguna vez rasgos estilísticos de su padre, observación que no lo asombra: “Fue con lo que me crié: las conversaciones con mi papá, la escuela que nos dejó y lo que me gusta”, sostiene. Ha seleccionado además la música para esta obra en la que su madre no actúa. Los intérpretes son aquí Héctor Magnoli, Lara Ruiz, Sebastián Blanco Leis, Julián Caisson, Nataliza Masseroni y Gustavo Cenatiempo. Greta Schormair y María Cordero se ocupan de la escenografía y el vestuario, y Ricardo Miró y Matías Gandolfo de las luces, en tanto Juan Añaño asiste en la dirección. La obra se puede ver los sábados a las 21.

–En Priestley se destacan tres obras sobre el tiempo, Esquina peligrosa, donde el tratamiento es fragmentado; Déjà vu? Yo estuve aquí alguna vez, caracterizada por su circularidad, y El tiempo y los Conway, donde prevalece la idea del tiempo sucesivo. ¿Cómo ingresa en Yo estuve... el pensamiento del ruso Peter Ouspensky?

Matías Gandolfo: –Priestley era un fanático del tiempo y recopiló en un libro varias de las teorías que le interesaban, la de Ouspensky, las reflexiones de Nietzsche, las concepciones de los mayas... En el tiempo circular se produce un retorno, pero queda la posibilidad de elegir otro camino y escapar de esa circularidad.

–¿Esas reflexiones tienen una connotación religiosa?

M. G.: –No. Esto es algo que Priestley deja en claro. Escribir sobre la teoría de Ouspensky no significa creer en esa teoría. El la utiliza como un aporte más a la reflexión sobre el tiempo. Tampoco aclara cuál es la que se acerca más a sus deseos.

–¿Es una forma de preservar el enigma que deja el paso del tiempo y la percepción de lo perdido?

Dora Baret: –Cuando falleció Carlos les dije a mis dos hijos que la relación con su padre sería distinta. Cuando inauguramos la sala, con tantos amigos presentes y con el estreno de esta obra de Priestley, sentí que Carlos nos acompañaba en cada uno de esos encuentros, en las emociones que cada uno despertaba en nosotros, y en sus silencios.

–¿Yo estuve aquí... fue elegida por alguna razón especial?

M. G.: –Decidimos trabajar con una obra de Priestley a mediados de 2004. Un ex alumno de papá había propuesto Esquina peligrosa, pero los derechos ya estaban otorgados. Leí entonces otras obras, y también algunos textos del filósofo y matemático Peter Ouspensky (autor de La cuarta dimensión). En ese momento me sentía muy atraído por preguntas como “para qué estamos en la vida”, y me interesé también por Gurdjieff (de quien Ouspensky fue discípulo). Todo se fue relacionando, como haber visto Los Expedientes X (la serie creada por Chris Carter, en 1993). Iniciamos los castings y ensayos en octubre. Mi papá vivía aún. El falleció en enero del 2005. Después, entendí otras cosas de la obra. Fueron dos años de ensayo y adaptación.

–¿Y de cambios?

M. G.: –Enormes.

D. B.: –Uno se vuelve más vulnerable.

–¿Los asusta ese estado?

D. B.: –A mí no. Pero comprendo que da miedo. No nos educan para afrontar ese sentimiento de vulnerabilidad. Creemos que ser vulnerables nos debilita.

M. G.: –Es diferente en las filosofías orientales. Nosotros vivimos muy mal la muerte. No nos preparamos, y cuando otro muere, pensamos que se acabó. Entonces guardamos todo, decimos ¡listo!, y a otra cosa.

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Baret y Matías Gandolfo, quien adaptó Déjà vu? Yo estuve aquí alguna vez para la apertura.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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