Miércoles, 2 de octubre de 2013 | Hoy
TEATRO › TERMINó EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO EN VILLA MERCEDES, SAN LUIS
La localidad puntana cuenta con varios grupos teatrales, de los cuales dos tienen sala propia, en la que se ofreció parte de la programación del festival. El encuentro formó parte del circuito que organiza el Instituto Nacional de Teatro desde hace ocho años.
Por Cecilia Hopkins
Desde Villa Mercedes
En el marco del circuito de festivales que el Instituto Nacional del Teatro organiza desde hace ocho años, la ciudad puntana de Villa Mercedes tuvo la semana pasada su propio encuentro teatral internacional. Esta localidad de 120.000 habitantes cuenta con varios grupos teatrales estables, de los cuales sólo dos tienen sala propia –el Teatro Independiente Mercedino, TIM, y La oveja negra, un desprendimiento del anterior–, espacios donde se ofreció parte de la programación. También sumaron sus instalaciones la sala oficial Calle Angosta y la sala del Instituto de Formación Docente, donde funcionaba el profesorado de teatro que cerró sus puertas durante la gobernación de Alberto Rodríguez Saá para, según trascendió en su momento, evitar la formación de profesionales que luego no tendrían una salida laboral (ver aparte). El interés por el teatro parece, sin embargo, estar muy vivo en esta ciudad, si se tiene en cuenta que durante los cinco días que duró el encuentro las salas colmaron su capacidad. Pero a pesar de la importante convocatoria que logra este encuentro desde su creación, la fuerte apuesta del INT recibió en este caso un ínfimo apoyo, tanto de la provincia como del municipio.
Hubo dos obras que se centraron en la violencia de género, justo en los días en que ese tema ocupó la tapa de los diarios. Representando a San Luis, El olor del miedo, de Mariela Domínguez, con dirección de Alejandro Ochoa, ofreció una reflexión acerca de la necesidad de quebrar la indiferencia o incredulidad con que tantas veces reacciona la sociedad ante casos de maltrato en la intimidad del hogar. Por su parte, mediante potentes imágenes físicas, los italianos del grupo Campo Teatrale desarrollaron una metáfora cruel en el trance de narrar la vida de un joven matrimonio que desde el día de su boda vive su cotidianidad dentro del ring de boxeo en el que han convertido su propia vivienda. También dirigidos por el argentino César Brie, hace años radicado en Italia, el grupo Emilia Romagna Teatro demostró que un material enjundioso como la novela de Dostoievski que le sirvió de base, Karamazov puede convertirse en una elocuente sucesión de momentos teatrales, apelando a una gran variedad de recursos narrativos y poéticos, con importante despliegue físico y vocal. Por su parte, el propio Brie ofreció un elaborado montaje que alternó narración e imagen simbólica, personajes vivos y muertos, con el objeto de contar los sucesos que en 2008 desembocaron en una masacre entre campesinos y terratenientes en la provincia de Pando, hoy un tema todavía tabú en la Bolivia de Evo Morales.
Con su versión libre del Tartufo de Molière, los tucumanos de la Compañía Filodramática de Socorros Mutuos descubrieron con desenfado los dobleces morales de su personaje principal, un director de teatro que espera desenmascarar las hipocresías de la sociedad tucumana con el montaje de un Molière de avanzada. Cuando, en realidad, le rinde pleitesía al poder de turno, secundado por unos actores que también disimulan sus propias falsedades y conveniencias. AMAR, de Alejandro Catalán, aportó por su lado la nota urbana al festival, con la sorprendente construcción de ambientes casi cinematográficos, para acompañar las dudas y anhelos de unos personajes contradictorios, perdidos en los rituales de su tardía adolescencia. Hubo dos espectáculos basados en técnicas de movimiento: Inua, de la danesa Jori Snell, basado en un cuento de Andersen y una leyenda inuit, y Aitue, con dirección de Bruno Van Assche, representando a La Rioja, una obra que sorprende al comenzar refiriéndose a los daños ecológicos del planeta y concluir aludiendo a la problemática de la pareja. Cerró el encuentro el grupo catalán Titzina Teatre con Exitus, un montaje de situaciones vinculadas a la muerte, la mayoría de ellas en clave de humor, obra para dos actores que deben saber multiplicarse en una variedad de personajes.
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