Sábado, 28 de septiembre de 2013 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo anda, lector? ¿Cómo le sienta la primavera? ¿Está usted disfrutando gracias a los consejos para una vida más sanita que le dimos la semana pasada? ¿O muy preocupado por lo que dijo Obama en la ONU, “prometiendo” defender “sus” intereses cueste lo que cueste, respetando “dentro de lo posible” las soberanías? ¡Qué frío, para ser primavera, ¿verdad?!
¿O está usted metido de lleno en las campañas electorales? Mire que falta justo justo un mes para las elecciones, y está bueno saber desde antes a quién va a votar, para no agarrarse conflictos en el cuarto oscuro y tener que llamar a su psicoanalista, su padre confesor, su rabino, su imán, su gurú, su asesor financiero, su consultor en temas geopolíticos, su abogado, su gastroenterólogo, su tía, su ex y algún eventual desconocido presente para que lo ayuden. El presidente de mesa no va a consentir semejante desorden.
En todo caso, deberá estudiar bien a fondo las ideas de cada uno... o la falta de las mismas, y luego elegir al más lúcido, al más integrador, al más sensible, al más pintón, al más rico, al más solidario, al más solitario, al que elegiría para comerse un asado, al que elegiría de yerno, o de suegro, o de ex cuñado.
Pero no se apure, lector, que más de una vez por apurarnos, elegimos al candidato que no debíamos, y después, ¡coraje, Casimiro! (como decía mi abuelo), aguantar era nuestro destino.
No hay que ser ansioso, lector, ni para elegir diputado, ni corbata, ni salsa para los canelones, ni novia, ni ex. Todo lleva su tiempo (además de ser “en su medida y armoniosamente” como decía el General –y no me pregunte qué general, porque usted y yo sabemos que sabemos–).
Por eso mismo, lector, porque falta un mes, no lo vamos a atiborrar con otro suplemento sobre las elecciones. Aunque sabemos que para usted, y para nosotros, están presentes en todo lo que hagamos. Siempre elegimos, aun cuando elegimos no elegir. O cuando no podemos elegir otra cosa. Bueno, no, a veces no, tiene usted razón. Y elegimos darle la razón. Porque usted es nuestro lector, el que nos elige y a quien elegimos desde hace más de 26 años.
Podríamos hablar de la paz. No sería una mala idea. Esta semana nuestra presidenta dijo en la ONU que la paz no es un tema de militares, sino de ciudadanos y de políticos. Cuán cierto es eso. Y aunque ella no mencionó a los humoristas, asumamos que los que hacemos humor también somos ciudadanos. Quizá seamos unos ciudadanos con una visión de las cosas un poco más absurda que el resto. O menos. Porque a veces lo absurdo es lo menos absurdo.
Y aunque los políticos no son básicamente humoristas, a veces nos dan ganas de hacerle un juicio a alguno por “ejercicio ilegal de la profesión”, ya que dicen cosas que si no fueran trágicas, serían muy cómicas.
La paz, sí, podría ser nuestro tema esta semana, sobre todo ahora que EE.UU. suspendió hasta nuevo aviso el ataque a Siria, no tiene previstos otros bombardeos hasta que los dioses, la moneda, la ruleta, el petróleo o la geopolítica lo dispongan.
Debe ser complicado ser presidente de los USA. Uno se despierta, y en vez del desayuno, tu secretario te trae una lista de potenciales amenazas a la seguridad personal, nacional, continental, occidental, dental o universal. Y vos tenés que decir: “Mire, Smith, hoy me desperté con fiaca, hasta el mediodía no bombardeamos a nadie”. Y Smith: “Okey, señor, pero póngase el jogging, que su ‘personal invader’ está listo para los ejercicios de la mañana”. Y usted se pone el jogging, mientras piensa en las paradojas de la vida, que en los ’60 usted decía “hagamos el amor, no la guerra” y ahora no dice nada, aprieta un botoncito y ¡pum! ¡Alaska ataca a Kamtchatka!
Pero si ser presidente de los EE.UU. es complicado, imagínese ser Papa. Porque si usted es Papa, tiene que abogar por la paz, no le queda otra. Y además vienen miles de fieles a preguntarle y pedirle cosas, y usted no puede decir “No, lo siento, de eso se ocupa mi esposa”, porque si usted es Papa, usted no tiene esposa. Al menos por ahora. Y para poder tener esposa, usted mismo debería ocuparse del tema del celibato sacerdotal, otro de los temas que tampoco puede dejar para que lo resuelva su esposa, ya que, como dijimos, no tiene.
Cierto que tampoco tiene suegra.
Pero bueno, el mundo no deja de sorprendernos y, como todos sabemos, tenemos un papa argentino, porteño, peronista, hincha de San Lorenzo, que se llamaba Jorge y ahora se llama Francisco.
¿Le parece poco?
¡Y todo el país, todo el mundo, el universo, la estratosfera, Anillaco, Perico y Necochea (donde sigue ganando Rodríguez Saá, en una mesa), enloquecen con este nuevo pontífice que les dice a los brasileños que hagan lío (y no se refiere a Lío Messi, ¿o sí?)
Este es nuestro tema, lector, esta semana. Lo resolvemos como mejor nos sale. Con chistes. Y festejando, una vez más, el milagro de compartir un momento del sábado con usted.
Hasta la semana que viene, lector.
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