Jueves, 13 de febrero de 2014 | Hoy
TEATRO › EL OPALO INAUGURA TEMPORADA CON UN CICLO DE UNIPERSONALES
Desde hoy se sucederán obras que demuestran la versatilidad del unipersonal: Poeta en Nueva York, Potestad, Sistema garage y Detrás del ojo de la aguja, interpretadas por Gustavo Pardi, Jorge Lorenzo, Damián Dreizik y Ana Padovani, respectivamente.
Por María Daniela Yaccar
Este lugar de Balvanera fue una fábrica de azulejos, luego un burdel –todavía hay gente que toca la puerta en busca de servicios– y una casa tomada, y ahora es un teatro independiente que está cumpliendo dos años. La casa antigua de Junín 380, a pocos metros de Corrientes, tiene una particularidad: su sala es pequeña, íntima, ideal para la propuesta con la que El Opalo inaugura esta nueva temporada. Desde hoy hasta el domingo, a las 20.30, se sucederán unipersonales que demuestran lo variado que puede ser el género: Poeta en Nueva York, Potestad, Sistema garage y Detrás del ojo de la aguja, con actuaciones de Gustavo Pardi, Jorge Lorenzo, Damián Dreizik y Ana Padovani, respectivamente. Las entradas cuestan 70 pesos –50 para estudiantes y jubilados– y hay una promo para quienes gusten de una sobredosis de teatro: por 150 pesos se puede ver el combo completo.
“No sé qué es lo que pasa con los unipersonales. ¿Será una moda? Capaz que en 2015 no hay ninguno”, piensa en voz alta el actor Nelson Rueda, uno de los coordinadores de este espacio alternativo, alternativísimo, ya que no cuenta hasta el momento con ningún subsidio. “Lo que veo es que es un género en crecimiento. Hay cualquier cantidad de gente haciendo unipersonales. Le han encontrado la vuelta. El público tiene la tendencia a ver espectáculos cortos y no demasiado rebuscados. Supongo que pegan por ahí”, evalúa el actor, que justamente está trabajando en su propio unipersonal: este año se convertirá en el padre Mugica. “Es dificilísimo para un artista transitar eso: te sentís solo. Necesitás decirle algo a un compañero y se lo decís a un mueble.” Pero también debe ser mágico. Estar solo, ahí, iluminado, para contar una historia a unos pocos desconocidos que se emocionarán, reirán, aplaudirán.
Rueda trabaja en El Opalo junto a la directora de teatro y docente Corina Fiorilio, el periodista Pablo Gorlero y el fotógrafo Fabián Pol. Recibieron carpetas, varias, de propuestas de actores que eligieron estar solos en escena en 2013 y se quedaron con estas cuatro. “Es una programación variada, para diferentes gustos. Los actores son muy diferentes, no tienen la misma escuela. Pero comparten la intensidad”, sintetiza Rueda. El miniciclo refleja un poco la intención del teatro de la calle Junín: no encasillarse en un solo género. “Ocurre, también, que por sus dimensiones y estructura, esta sala es muy particular: o te potencia o no te sirve”, añade. Poeta en Nueva York, con actuación de Gustavo Pardi y dirección de Mariano Dossena, es el rescate de una perla de la obra lorquiana. Se trata de un poemario que el dramaturgo escribió durante su estadía en la ciudad estadounidense, entre 1929 y 1930, que se publicó por primera vez en 1940, cuatro años después de su partida de este mundo. Es la visión de Lorca respecto de la sociedad norteamericana. En Potestad, Jorge Lorenzo, dirigido por Christian Forteza, le hace justicia a este texto emblema que escribió Eduardo “Tato” Pavlovsky a mediados de los ochenta. El mismo Pavlovsky vio esta versión y quedó encantado.
“Al contrario de la temática fuerte de Potestad, lo que hace Dreizik está más ligado a la comedia. Bueno, no sé si exactamente, pero es más distendido”, dice Rueda, en un esfuerzo quizá vano por describir a Sistema garage, que cuenta con la dirección de Alfredo Allende. Raúl Ricoletti, un maestro de teatro un poco pedante, es un personaje que Dreizik inventó para la radio, para el programa de Juan di Natale. Luego lo llevó al teatro. Este es un espectáculo sobre el plagio. “Quería hablar del robo de ideas, de ese robo que no es robo, porque uno toma una idea, avanza y se desprende del maestro”, le explicó Dreizik al periodista Facundo Gari en una nota publicada en este diario en agosto del año pasado. Detrás del ojo de la aguja tiene, también, más que ver con el humor. A Ana Padovani la dirige Forteza –el mismo de Potestad–. “Muestra las transformaciones de un personaje, sus diferentes estilos. Es algo sencillo, una caracterización con mirada de género”, dice Rueda. Todas estas obras se vieron en 2013 en el Centro Cultural de la Cooperación.
“Potestad es la única que hizo temporada en El Opalo. Estos actores son muy queridos por noso-tros, no sólo por su calidad en el trabajo, sino también por lo que son como personas. Buscamos que quienes presenten sus obras en este teatro tengan nuestro mismo modo de ver este arte. Queremos una comunión. Le damos más importancia a eso que a un espectáculo supuestamente alucinante. Los actores ayudan: pintan puertas, ponen tachos... generamos ese tipo de vínculos”, sostiene el actor hace dos años devenido gestor cultural. El y sus socios alquilan la sala, que antes fue, además, otro teatro: el Korinthio, hoy ubicado en Mario Bravo al 400.
A esa magnífica posibilidad de convocar a quien se quiere y a pensar programaciones que no apunten solamente a que asista un montón de gente para hacer plata se contrapone el hecho de no contar con un solo subsidio (lo están buscando). O de hacer todo a pulmón. O de no ganar nada y hasta perder dinero, por lo menos al principio. “Manejar una sala es aprender a convivir con la dificultad todo el tiempo. Al principio me ahogué. Casi que me puse a llorar”, revela Rueda. En mayo del año que pasó El Opalo fue noticia. Pero no en las páginas de espectáculos, sino en las de sociedad, porque les entraron a robar. Se llevaron todos los equipos.
Pero organizaron fiestas, la comunidad teatral se solidarizó y pudieron reponerse. “En los últimos meses hemos dado pasos importantes: antes esperábamos al segundo vencimiento del teléfono. De a poco, lo estamos pagando en el primero”, se ríe de sí mismo Rueda.
Y se concentra, después, en otros logros que van más allá de llegar con los impuestos. Este año El Opalo inaugura una escuela de teatro musical, La Insólita, en alianza “con un grupo muy interesante”: PimPumPam. También a la cabeza estará Gorlero. “Será una escuela anual, con todas las materias que implica el desarrollo del género y con un hincapié importante en la actuación y en el teatro. Es decir, más enfocado ahí que en la música. Creemos que esos aspectos están flojos en la actualidad de la comedia musical”, invita. Habrá, también, talleres de actuación, un seminario sobre la historia del teatro musical y un ciclo de cine.
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