Mié 30.07.2014
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TEATRO › JORGE AZURMENDI HABLA DE SU PUESTA DE COMO LES GUSTE

El gusto por los clásicos

El director elige a menudo poner en escena textos de Shakespeare, como esta comedia de enredos, con la idea de acercar al autor al gran público. También dirige Que el sol de la escena queme tu pálido rostro, una obra que rinde homenaje a Federico García Lorca.

› Por Paula Sabatés

“Shakespeare no ha sido superado.” La frase es de Jorge Azurmendi y la repetirá varias veces durante la entrevista con Página/12, en parte para explicar por qué vuelve a poner en escena un texto suyo (ya perdió la cuenta de cuantas veces lo hizo), pero también para pensar en la dramaturgia actual. Recordado por su versión de Noche de Reyes, ahora vuelve a poner en escena otra comedia de enredos del autor isabelino. Se trata de Como les guste (As you like it), en la que reunió a un interesante elenco conformado por Maia Francia, Divina Gloria, Emiliano Carrazone, Mariano Mazzei, Florencia Otero, Gustavo Pardi, Ana María Castel, Francisco Donovan, Livia Fernán, Anahí Gadda, Ariel Pérez de María, Julián Pucheta, Daniel Toppino y Mike Zubi. Con ese equipo, el director sale todos los miércoles a escena en el Teatro de la Comedia. Un día antes hace lo mismo, pero con Que el sol de la escena queme tu pálido rostro, una obra que rinde homenaje a otro de los grandes de la literatura universal: Federico García Lorca.

Azurmendi dice que su misión es acercar a Shakespeare al gran público. “Muchos creen que es un autor aburrido, pero creo que es porque hubo demasiadas apropiaciones burguesas de sus textos. El era muy popular y hoy al espectador le llega algo distinto, un lenguaje menos directo, lejano al espíritu de su obra. Ya bastante se pierde en la traducción, por lo que necesariamente hay que hacer una reescritura. A esta obra la conocemos en español como Como gustéis. Imaginate si estuviera toda escrita así”, dice sobre esta obra que habla del poder, el amor y la sucesión, y a la que describe como una pieza de “educación sentimental”. Lo mismo le pasa con Lorca: en el trabajo que dirige y que protagonizan Castel, Francia, Fernán, Anahí Martella y Viviana Suraniti, el público puede ver cuatro escenas clave de obras del español. “Mi objetivo y el del autor, Alberto Wainer, fue mostrarle al espectador de hoy lo maravilloso que fue su trabajo”, asegura.

Sobre la obra del inglés, el director dice que es “inmortal e inoxidable”, y que cuando un gran lector de teatro, como él, encuentra algo que no le cierra en un texto de cualquier otro autor, puede recurrir a Shakespeare y ahí lo encontrará resuelto. “Porque él describió las grandes pasiones como nadie, y esas pasiones son siempre las mismas, de modo que su obra es siempre actual.” Además dice que “Shakespeare es el único autor capaz de lograr en el teatro ciertos encuentros”.

–¿A qué se refiere con “encuentros”?

–A que es muy difícil hacer un Shakespeare como éste, fuera del circuito institucional. Es casi imposible juntar a dieciséis actores, más todos los que están detrás de escena, y montar una obra como cooperativa, sin productor que te banque. No es lo más común y creo que sólo se da por la pasión que produce Shakespeare y las ganas que dan de hacerlo. Los productores hoy le temen a Shakespeare por la cantidad de personajes que tienen sus obras. Por eso, cuando se le animan, terminando haciendo la versión libre, libre, libre de alguna obra, con dos o tres personajes que representan a todos los demás. Que está bien, no lo discuto, pero a mí me gusta hacer Shakespeare como se hizo en su momento. Obviamente, con una reducción de las obras originales, porque es imposible que el espectador de hoy, con la ansiedad que tiene, se banque las cinco horas que duraban en ese entonces.

–Además de esta obra, ya había hecho Noche de Reyes. ¿Por qué apuesta a las comedias de Shakespeare, siendo que por lo general se representan sus tragedias?

–Porque sus comedias son intensas y humanas. Relajan de tal manera que el texto penetra más en la conciencia del espectador. Porque los textos en realidad no tienen nada de banales, hablan del poder y del amor, como las tragedias pero, con el tratamiento de comedia, llegan de otra forma. La más conocida es Sueño de una noche de verano, pero esta que estamos haciendo, por ejemplo, es una de sus comedias más maduras. Tiene ese gran personaje que es Rosalinda. Y además es la obra suya que antecede a Hamlet, así que Rosalinda ya tiene una humanidad que Shakespeare viene trabajando y que explota con Hamlet, que directamente ya eleva lo humano a límites impensados.

–Le han preguntado si no se siente lejano a los directores de su generación. ¿Por qué cree que es?

–Supongo que porque no he incursionado en la nueva dramaturgia, en la que se denomina dramaturgia del autor, que es una dramaturgia más pobre en el sentido de la estructura. A mí me gustan más los clásicos, porque son fantásticos y no hay con qué darles. También creo que me hacen la pregunta porque he hecho teatro comercial, aunque mis intervenciones en ese circuito han sido siempre con obras comprometidas, de autores profundos. Danza de verano, por ejemplo, es una de las obras más bellas que ha dado la literatura universal. Lo mismo Decile a mi hija que me fui de viaje. Son dramas maravillosos que uno como director no puede dejar pasar, sin importar el circuito.

–Los elencos de todos sus trabajos están conformados por actores de distintas edades, procedencias y formaciones. ¿Cómo los elige? ¿Cuál es el criterio?

–Fundamentalmente son todos buenos actores, orgánicos, que pueden hacer el texto que quiero poner en escena. Así que, si bien reconozco que convoco a actores distintos, nunca veo a mis elencos como heterogéneos, porque todos comparten siempre esas características que les dan mucha verdad. Por otro lado, también trato de no caer en las fórmulas tipo Cristina Banegas y María Onetto o Rita Cortese, porque con un elenco así más o menos ya te podés imaginar la obra. En cambio, este tipo de elencos con actores que vienen del musical, otros del San Martín, y otros del teatro comercial, te sorprende mucho más.

–En las dos obras que tiene en cartel casi no hay escenografía. ¿Por qué?

–En el caso de Shakespeare, porque su teatro era altamente convencional y quise respetar eso. Sus puestas eran despojadas, no usaban grandes escenografías, aunque sí un vestuario impresionante. Entonces me parece que crear ilusión de realidad para representar esos textos va a contrapelo de la propuesta del autor. Hay que brindarle al espectador la posibilidad de imaginar, no darle todo servido. Y en el caso de Lorca, en mi puesta las actrices pasan de un personaje al otro a la vista del público porque me parecía que estaba bueno que se viera la transformación. Y la muerte de Adela, en La casa de Bernarda Alba, también se resuelve en escena, por ejemplo, porque quedaba muy rico. En ambos casos quise correrme del realismo, porque eso lo hace mejor el cine.

* Como les guste va los miércoles a las 21 en el Teatro de la Comedia, Rodríguez Peña 1602.

Que el sol de la escena queme tu pálido rostro se ve los martes a las 21 en el Teatro SHA, Sarmiento 2255.

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