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Martes, 22 de agosto de 2006

TEATRO › EL III CONGRESO DE HISTORIA DEL TEATRO UNIVERSAL

“En la historia se plantean algunas partes del futuro”

El mimo y maestro Angel Elizondo habla de los alcances del evento que inaugura.

 Por Alina Mazzaferro

Si la historia es un medio para revisar la actualidad desde los hechos del pasado, el III Congreso Argentino de Historia del Teatro Universal, que comienza hoy, pretende eso: establecer un diálogo con la multiplicidad de poéticas del teatro actual, a partir del estudio y reconocimiento de los grandes o pequeños, célebres u olvidados dramaturgos, directores y puestas del pasado. Durante cinco días, cuatro sedes –Alianza Francesa (Córdoba 946), C.C. de la Cooperación (Corrientes 1543), C.C. Rojas (Corrientes 2038) y el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815)– ofrecerán conferencias, obras en video, mesas redondas, presentaciones de libros, plenarios y ponencias, con entrada gratuita.

En su tercera edición, el evento que organiza el Centro de Investigación en Historia y Teoría Teatral (Cihtt) y el Area de Artes Escénicas del C. C. de la Cooperación, juntamente con el Rojas, organizó su programa a partir de dos ejes: por un lado, con motivo del centenario del nacimiento de Henrik Ibsen se presentarán varios libros y leerán ensayos acerca de la producción del dramaturgo noruego que consolidó las estructuras del drama moderno. Por el otro, a 30 años del golpe militar, los teatristas que vivieron aquellos tiempos repasarán los trayectos, en su mayoría subterráneos, de quienes lograron continuar con su labor durante la dictadura. La inauguración contará con la presencia de uno de ellos, de amplísima trayectoria dentro y fuera del país: el mimo y maestro de maestros Angel Elizondo. El dará comienzo a la seguidilla que culminará el sábado entre canciones de grupos de teatro comunitario, presentando Ka-cuy, espectáculo que fue prohibido en 1978 y sólo pudo llegar a escena, con gran éxito, cuatro años más tarde en Alemania.

–¿Por qué fue prohibida la obra?

–Yo tuve varios problemas con la dictadura. Ka-cuy fue prohibida porque los actores estaban desnudos. Cuando estuve en París, mi maestro Etienne Decroux (que formó también a Grotowski, Eugenio Barba y Marcel Marceau), decía que el “teatro pobre” era el que presentaba al hombre desnudo, en una escena desnuda: sólo debía estar el cuerpo con todas sus posibilidades para construir una historia. El decía todo esto pero nunca trabajó desnudo, usaba una especie de taparrabos. Cuando volví a la Argentina pensé: “Un día lo tengo que hacer posible”. Así nació Ka-cuy, tal vez el primer espectáculo hecho de esa manera en el mundo. Yo no conozco otro que en ese plano haya avanzado más, en su momento.

–¿De qué trataba la obra?

–Se trataba de dos hermanos viviendo en una selva, en el principio de la civilización. Canal-Feijoo descubrió que el tabú del incesto había sido impuesto por una leyenda anterior a las religiones. Me interesó la idea de que un hermano y una hermana se sintieran atraídos por la sexualidad del otro, a sabiendas de que no pueden procrear por ese tabú.

Ka-cuy no fue lo único censurado en la producción Elizondo: también Periberta, que montó “en una casa de Once y con horarios que variaban todas las semanas porque estábamos perseguidos”, y Apocalipsis según otro, que llegó al Picadero seis meses antes de que el teatro fuera incendiado, “principalmente por Teatro Abierto, pero tal vez también por mi espectáculo, que fue prohibido”. No sólo sus obras sufrieron persecución: “En marzo de 1976 entraron a mi casa, hicieron todo pomada, secuestraron a mi mujer, la tuvieron tres días con picana. Tuvimos la ventaja de tener un contacto importante y la soltaron. Hubo otra gente que no la tuvo, desgraciadamente”.

–¿Por qué es importante, a 30 años del golpe, contar con espacios como este congreso?

–En la historia están planteadas un montón de cosas, y también partes del futuro. Manejando bien la historia se puede modificar el futuro o, por lo menos, ver las vías para hacerlo. El grupo de investigación de teatro que coordina Jorge Dubatti es muy importante. Yo viví muchas cosas con el Di Tella, luego con el Parakultural, que no hice yo sino gente que salió de mi escuela. Me parece que es fundamental tener en cuenta la historia, y en la Argentina no lo hacemos mucho. Yo viví esa época tan terrible. De vez en cuando hay gente me dice “¿te acordás?” Sí, me acuerdo. Casi nunca hablo de ello, como si quisiera olvidar. Pero me acuerdo.

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Elizondo hablará sobre Ka-cuy, una obra suya que fue prohibida por la dictadura militar en 1978.
 
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