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Jueves, 30 de abril de 2015

TEATRO › CIELA ASAD Y SU PUESTA DE BELLEZA Y ESCáNDALO, EN TADRóN TEATRO

Los abusos que van más allá de lo sexual

Asad escribió esta obra como forma de trasladar la poesía al escenario, con una temática muy presente en la sociedad.

 Por Cecilia Hopkins

Poeta y performer, Ciela Asad se interesó en las técnicas del trabajo físico expresivo cuando constató la rigidez corporal que adoptaba cuando era docente en escuelas primarias. Luego de recurrir al yoga, cursar el profesorado de expresión corporal la condujo al centro de lo que hoy es su trabajo escénico: poner en relación al cuerpo con la palabra poética. Así, en vez de publicar su poesía comenzó a ponerla en escena de modo performático. La oportunidad de participar en un foro de poesía en Cuba, en el que expuso un fragmento de sus búsquedas, fue el paso siguiente: “Fue un viaje iniciático”, recuerda a Página/12, “una experiencia bisagra porque allí me sentí valorada”. Tal vez porque, según analiza, al espectador de teatro local todavía le cuesta inscribir la palabra poética en un contexto multidisciplinario, donde no hay un relato lineal. El texto desde donde arranca Belleza y escándalo, pieza de su autoría que se presenta los jueves a las 21 en Tadrón Teatro (Niceto Vega 4802), fue apenas un borrador que la autora leyó a la dramaturga Patricia Zangaro, quien detectó que el tema del abuso “estaba allí agazapado”. Apelando a citas de otros autores, algunos de los cuales sólo dejaron una estela en el montaje, Asad cuenta en fragmentos poéticos y musicales la historia de una mujer y su doble.

Sara y Shin –interpretados por la propia autora y directora junto a Sofía Saranti– son dos aspectos del mismo personaje, una mujer que decide elaborar artísticamente una historia de abuso familiar apelando al teatro y a la poesía. “Hay tantas versiones como espectadores”, advierte la autora, “pero se puede ver en los personaje a la misma mujer en distintas etapas de su vida o bien como cuerpo y espíritu”. En algunas escenas se alude a un padre temido, maltratador y a ciertas obsesiones infantiles acerca de la suciedad y la belleza. En otras, en cambio, se abre un diálogo simbólico entre la víctima y su propio espíritu creativo con la esperanza de superar aquella experiencia y ensanchar sus posibilidades expresivas. Asad investigó el tema que eligió: “El abuso inhibe la creación”, sostiene, “y porque trunca toda posibilidad creativa, el personaje prefiere esconderse y no mostrar nada de lo que va creando porque no puede valorarlo”. El montaje va en sentido inverso: la música de Claudio Turica en escena, la iluminación de Daniel Cuzzolino y el vestuario y arte de Silvia Ciurca van abriendo rutas a la percepción, junto al lenguaje físico y los diversos registros actorales. “Lo performático es una construcción permanente”, advierte Asad, dando a entender que aún siguen imponiéndose algunos cambios en el montaje.

–¿Por qué se produce ese bloqueo expresivo en los casos de abuso?

–El bloqueo ocurre en las personas abusadas porque la vergüenza es tan grande que solamente queda lugar para la victimización y la culpabilidad.

–¿Está hablando solamente del abuso sexual?

–No, el abuso muchas veces es moral y psicológico. Otras veces el incesto está instalado en una familia como una atmósfera que el niño percibe y que lo inhibe, aunque no llega a concretarse. Pero hay otros abusos. Vivimos en una cultura abusiva porque permanentemente nos sentimos exigidos a responder a los cánones de belleza o a otros mandatos, como definirnos artísticamente o responder a la corrección política o religiosa, porque pareciera que en la definición social está nuestra identidad. La poesía tiene una función de poner en alerta, porque habla de lo que no se ve. Pienso que la poesía puede ayudar a salir de la cultura del abuso.

–¿Por qué tomó el tema de la belleza?

–La idea de belleza que tenían los griegos en la antigüedad, la relación entre lo bello y lo bueno, también hace pensar en que lo feo es malo. ¿Quién no se sintió feo y rechazado alguna vez? Quisimos disolver estos opuestos en búsqueda de la sanación y la plenitud. Y esta obra es una invitación a superar estas dicotomías. En todo caso, todos somos bellos y escandalosos.

–La palabra escándalo asume en la obra varios sentidos...

–Escándalo podría ser no valorarse, avergonzarse de uno mismo. No ser benévolos con lo que generamos, no validar nuestras visiones. Por otro lado, la poesía es un escándalo: la metáfora subvierte el lenguaje. Y la mirada poética nos salva del escándalo de ser lineales.

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“Vivimos en una cultura abusiva, exigidos a responder a los cánones de belleza o a otros mandatos.”
Imagen: Sandra Cartasso
 
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