TEATRO › WALTER JAKOB COESCRIBIO Y DIRIGE LAS OBRAS CAPITAN Y ¡VIVA ITALIA!
El dramaturgo y director también ensaya como actor Vigilia de la noche, que estrenará en El Cultural San Martín, dirigido por Daniel Veronese. Y asegura que lo desafía y seduce cambiar los distintos roles de un trabajador del arte.
› Por Paula Sabatés
Dice que es más amigo de los directores y dramaturgos, pero que disfruta mucho de su rol de actor, “no tanto por la actuación en sí”, sino porque le permite formar parte de “un todo más grande” que lo excede. Hasta este mes se destacó como lo primero con las obras ¡Viva Italia! y Capitán, que coescribió, dirige y tiene en cartel en El Excéntrico de la 18ª y Timbre 4, respectivamente. Pero la segunda mitad del año lo encontrará más actor, ya que a mediados de julio estrenará Vigilia de noche en el Teatro San Martín, dirigido por Daniel Veronese. Ese “espacio de indeterminación” entre los distintos roles de un trabajador del arte, tal como se define, a Walter Jakob lo seduce y desafía. “Me gusta ponerme la camiseta de actor en cierto momento y después sacármela y cambiarla por la de director”, dice a Página/12.
Reconocido también por algunas actuaciones en cine, Jakob ha alternado su carrera entre sus producciones “solistas” y las de coautoría, sobre todo con su colega Agustín Mendilaharzu, con quien ya estrenó cuatro obras. Una de ellas es Capitán, que se puede ver los viernes y sábados. Con él también estrenará en agosto el espectáculo Brecht, sobre la vida y obra del escritor, en el marco del Ciclo Invocaciones que realiza El Cultural San Martín. Esa propuesta será parte del FIBA, que este año volverá a desarrollarse en la Ciudad de Buenos Aires. “Cuando somos dos o más, hay algo de la discusión que se acelera. Cuando estoy solo tardo más en darme cuenta en donde está el problema”, asegura el teatrista.
–Una de las que tiene es cartel es la cuarta obra que escribe y dirige con Agustín Mendilaharzu. ¿Cómo surgió esa dupla creativa?
–Con Agustín nos conocemos desde que nacimos, porque nuestras madres eran amigas, con lo cual somos más que amigos, somos casi familia. Siempre tuvimos como vidas paralelas. Los dos estudiamos cine cuando terminamos el colegio, aunque yo después empecé a trabajar más en teatro. Y una vez Agustín me mostró una obra que había empezado a escribir en el taller de dramaturgia de Javier Daulte, que hacíamos juntos, y era una obra muy autobiográfica. De hecho, uno de los personajes era yo y otro era él. El dejó el taller pero yo le insistí para que hiciéramos la obra. Tardamos nueve años en escribirla y finalmente estrenamos Los talentos, que fue como un hito en nuestra producción. Al año siguiente hubo una edición del ciclo Proyecto Manual, del Rojas, y nos convocaron a los dos juntos. Nos sorprendió porque no habíamos pensado volver a unirnos para hacer algo, pero lo hicimos y entonces ya eran dos las obras que teníamos juntos. Ahí fue naciendo esta idea de dupla creativa. Al principio era más sostenida por el resto del mundo que por nosotros, pero en un momento tuvimos que asumirlo y decir “bueno, tenemos una banda” (risas). Después de eso hicimos dos obras más, una de ellas Capitán.
–¿Y qué puede contar de ese proyecto?
–Nos convocaron de Timbre 4 para que escribiéramos una obra para el elenco de Tercer cuerpo, la obra de Claudio Tolcachir. Esto fue hace dos años; así surgió todo. Esa obra lleva siete años en cartel y más de novecientas funciones, número únicamente superado por La omisión de la familia Coleman. Los actores querían renovarse y tener otra obra para hacer juntos, y nos pareció algo extraordinario. No conocíamos a los actores así que empezamos con unas reuniones. Ahí vimos que uno de ellos (José María Marcos) era bastante más grande que los demás, y en función de eso surgió la historia. Capitán muestra a un viejo director de teatro que ha estado retirado muchos años, y que un día decide volver y hacer una nueva obra. Lo que se ve en escena son las dificultades que tiene y lo mucho que le cuesta superar el desfasaje que produjo el tiempo. Es decir, la diferencia entre lo que uno tiene en la cabeza y lo que realmente es. Y ahora que me doy cuenta, algo de eso también hay en ¡Viva Italia!
–¿En qué sentido?
–El cuentito se inicia con una mujer que va a hacer un viaje a Italia y decide llamar a una amiga que hace tiempo que no ve, que solía hacer muchos viajes con su marido. La que era muy viajera ya no lo es y de hecho está viviendo una crisis matrimonial. La etapa de edad de oro de su pareja ha quedado guardada en el baúl que tienen en el living de la casa. En ese sentido, se crea toda una idealización del pasado que ya no es, que muchas veces sustituye la verdadera experiencia.
–Además de esas dos obras que tiene en cartel, está ensayando otras dos para estrenar, de manera que el teatro es una actividad que le insume mucho tiempo. ¿Vive de él o cree que podrá hacerlo alguna vez?
–Es un tema el de sustentabilidad. Voy mucho al teatro, veo muchísimos actores nuevos que son muy buenos y pienso si va a haber trabajo para todos ellos. Ojalá que sí, pero es difícil porque hay muchísima gente que hace teatro en la ciudad y no sé cómo se puede hacer para que todos tengan un buen trabajo. Hay mucha gente que vive de dar clases, por ejemplo, o de filmar publicidades. Es una forma. En mi caso, ni Capitán ni ¡Viva Italia! me dejan plata. Es un tema, porque le dedico mucho tiempo a eso. Por suerte, en la segunda mitad del año voy a estar contratado por el San Martín y eso me da un poco de tranquilidad. De todos modos, me considero un trabajador del teatro aunque el teatro no me esté dando plata.
–¿Cree que las nociones de “trabajador del arte” y “artista” son opuestas o son sinónimos?
–El artista es la idealización del trabajo que uno realmente hace. Por supuesto que hay una dimensión poética con la que uno labura los materiales con los que trabaja. Pero esa idea del artista inspirado por una musa que está en el cielo es falsa. La realidad es que escribir una obra es sentarse a trabajar. Ser actor suena como algo más de desarrollo personal, pero no es así: tenemos plazos, fechas, responsabilidades y mucho trabajo encima cada vez que hacemos una obra.
* ¡Viva Italia! se puede ver los viernes a las 21 en El Excéntrico de la 18ª, Lerma 420. Capitán se ve los viernes a las 23.30 y los sábados 20.30 en Timbre 4, México 3554.
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