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Sábado, 13 de febrero de 2016

TEATRO › PATRICIO ABADI ESCRIBIO Y PROTAGONIZA ANTIHEROE OFF

Teatro con espíritu peleador

El personaje de esta pieza teatral se llama Hamlet Balboa. Es definido como un Hamlet “con un trazo grueso, pero emotivo como Rocky” y una versión “despeinada” o “desacralizada” del príncipe de Dinamarca. Abadi también da pelea en la cuestión del lenguaje.

 Por Paula Sabatés

Hay un personaje en Antihéroe off, la nueva obra de Patricio Abadi, que se llama Hamlet Balboa y es, como su nombre sugiere, una mezcla del gran sujeto shakespeariano y el mítico boxeador creado por Silvestre Stallone. Se trata de un híbrido que el personaje “real” de la obra, un actor llamado Remo, ensaya para presentar en un casting en la Royal Shakespeare Company de Londres, ciudad a la que quiere viajar para reencontrarse con su hijo pequeño. Lo define, en su discurso, como a un Hamlet “con un trazo grueso pero emotivo como Rocky”, una versión “despeinada” o “desacralizada” del príncipe de Dinamarca. Paradójicamente, o no, la metáfora encaja perfecta con el propio Abadi, que escribió y protagoniza esta pieza bajo una gran dirección de Paula Marrón en Onírico, su sala teatral ubicada en pleno barrio de Palermo.

Si la figura invocada es algo así como la de un “peleador del teatro”, lo primero que lo vincula a Abadi con ella es su espíritu. Contra todo lo recomendado, el dramaturgo y actor decidió estrenar la obra el primero de enero, una semana antes que el grueso de obras comerciales y varias más que otros espectáculos independientes, que recién entre este mes y los dos próximos empezarán a levantar sus telones. Más que un “antihéroe off”, el teatrista sería lo opuesto, ya que apostó por un riesgo verdaderamente grande: el de producir teatro alternativo en un contexto y una temporada de incertidumbre, que sin embargo viene respondiéndole satisfactoriamente.

En lo que refiere estrictamente a esta propuesta, también da pelea, Abadi, en la cuestión del lenguaje. Con pocos recursos, el teatrista no se rinde a la hora de buscar nuevas y propias formas de contar, como ya lo había hecho en Ya no pienso en matambre ni le temo al vacío, El dramaturgo y La comedia del fútbol, entre otras piezas. En Antihéroe... vuelve a hablar del teatro dentro del teatro (es uno de los tantos de su generación a los que la reflexión misma del arte los envuelve una y otra vez), pero incorpora una significativa búsqueda artística, sobre todo en los elementos que utiliza en escena. Hay una tortuga viva (que aumenta el riesgo escénico pues un ser vivo siempre puede disparar la representación para otros lados), y un elemento por demás interesante y digno de mención: un espejo que se encuentra de frente al público. Pocas veces en teatro el espectador es capaz de mirarse-mientras-mira, y aunque el objeto no tenga mayor significado para la narración, su efímera pero potente presencia es una novedad en la experiencia de ir al teatro.

Lo que más acerca al actor al cuadrilátero (además de un curioso parecido físico con Stallone), en esta obra en particular, es algo tan propio del boxeo como el rendimiento físico. Pocas veces se ve en escena a un actor envuelto en semejante trabajo corporal, que lo compromete a un nivel tal que la actuación se vuelve necesariamente algo más cuidadoso, más digno de ser pensado. Una cosa es decir un texto y otra muy distinta es decirlo luego de haber corrido por toda una sala por más de tres minutos, de haber trepado una escalera o mientras se simula un entrenamiento de lucha libre. En el medio, y como si fuera poco, Abadi se da el lujo de hacer una reflexión sobre el trabajo del actor y una crítica sutil pero feroz a las posibilidades que hay en Buenos Aires para vivir de esa profesión. También a las políticas culturales locales (no pareciera que el nombre de Jorge Telerman esté en vano en un momento del texto, por ejemplo) y de otros países. Características, todas, que evidencian que el teatro está ahí para aclarar algunas ideas, y los artistas para vehiculizarlas. Y eso que es recién la primera obra del año.

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La obra puede verse en la sala Onírico, en Palermo.
 
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