Sáb 19.03.2016
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TEATRO › ELENA ROGER HABLA DE LOVEMUSIK, SU NUEVO ESPECTACULO

“El arte puede ser peligroso para quienes quieren dominar”

Siempre con el desafío de interpretar a mujeres reconocidas de la historia, Roger encarna ahora a la cantante y actriz Lotte Lenya, en una obra que retrata la historia de amor que vivió con el compositor Kurt Weill durante los años veinte del siglo pasado.

› Por Candela Gomes Diez

“Casas enfiladas, casas enfiladas, casas enfiladas. Cuadrados, cuadrados, cuadrados. Casas enfiladas. Las gentes ya tienen el alma cuadrada, ideas en fila y ángulo en la espalda. Yo misma he vertido ayer una lágrima, Dios mío, cuadrada”. En el transcurso de la entrevista, Elena Roger vuelve a hacer propios los mismos versos de Alfonsina Storni que grabó años atrás en su disco Tiempo Mariposa y que aún recita en sus conciertos. El poema, en el que se desliza una crítica al poder de los convencionalismos y las estructuras, se convierte entonces en un acertado leitmotiv artístico para alguien como Roger que rompe con los estereotipos esperables de una artista consagrada.

Referente de la comedia musical en la Argentina, donde protagonizó éxitos como Mina’che cosa sei? (2003) y Piaf (2009), la actriz y cantante fue más allá y conquistó los escenarios de Broadway y Londres con Evita (2012), pero decidió volver a la escena local en 2015 con su debut en teatro de texto con Ay, Carmela y hoy encabeza LoveMusik, la nueva puesta del género teatral que la consagró, dirigida por Jonathan Butterell.

Siempre con el desafío de interpretar a mujeres reconocidas de la historia, con vidas y carreras inspiradoras, como Mina Mazzini, Edith Piaf o Eva Perón, Roger se convierte esta vez en la cantante y actriz austríaca Lotte Lenya, en una obra que retrata la particular historia de amor que vive con el compositor alemán Kurt Weill durante los años veinte del siglo pasado. Desde los comienzos de la relación en Berlín, en los que se destacan el trabajo conjunto de Weill con el poeta y dramaturgo Bertolt Brecht, y los inicios de Lenya como intérprete de sus creaciones, hasta el exilio de la pareja, perseguida por el nazismo, en Estados Unidos, se impone en LoveMusik el relato de un amor libre entre un hombre y una mujer que aun buscando otros amores siempre se vuelven a elegir. Acompañada por Esteban Meloni (Kurt Weill), Diego Mariani (Bertolt Brecht) y un importante elenco, Roger domina la escena con su voz de soprano, potente y segura, para cantar algunas de las composiciones emblemáticas de Weill como La ópera de los tres centavos; Mahagonny; Mack the Knife; Alabama Song; Surabaya Johnny y Pirate Jenny, entre otras.

“Es una obra muy bella, con una estética muy bella, disfrutable desde todo punto de vista para que aquel que no conozca a estos personajes, venga a conocerlos”, asegura la actriz, quien divide sus días entre siete funciones semanales, el cuidado de su hija Bahía y su militancia por la ecología que la obliga a estudiar de forma minuciosa el menú que va a degustar mientras contesta las preguntas. “No soy vegana. Soy vegetariana”, advierte. Al finalizar la sesión de fotos, la mesa está servida. Una ensalada verde y un té con limón serán los que acompañen un diálogo nutrido sobre el arte, la política, el amor y la conciencia ambiental.

–Pasaron siete años desde el éxito de Piaf en Buenos Aires, y el año pasado decidió incursionar en el teatro de texto. ¿Qué le atrajo del proyecto de LoveMusik para que volviera al musical en la escena local?

–Pablo Kompel, el productor, me había acercado este proyecto cuando yo estaba haciendo Piaf, en 2009, y en ese momento le dije de no hacerlo porque al año siguiente me iba a Madrid con esa misma obra y a Londres para trabajar en Passion, y también sabía que en 2012 iba a trabajar en Broadway, y entonces sólo me quedaba libre el 2011 para trabajar sobre mis proyectos y relajarme porque, el teatro está buenísimo pero tiene algo de esclavitud, me tengo que cuidar mucho. Después, como LoveMusik se había estrenado en Broadway, estando allá vi los archivos del musical, y evalué qué cosas me gustaban y cuáles se podían modificar para hacerla acá, y arreglé con Pablo para hacerla este año. Me gustaba la idea de meterme en este repertorio, y en la vida de personajes que no conoce todo el mundo, como Lotte Lenya, Kurt Weill y Bertolt Brecht. En el caso de Lotte Lenya, aunque digan que es “la Piaf alemana”, acá es desconocida porque no tuvo popularidad. Ella hizo una muy buena carrera en Alemania, y tuvo una gran popularidad en Estados Unidos, pero después de haber estado en las sombras, oculta detrás del éxito de Kurt Weill, quien trascendió con su música. Cuando él falleció, ella comenzó a revivir sus canciones y obras que fueron muy importantes como La ópera de los tres centavos o Mahagonny. Toda esta historia me parecía elitista, ya que no todos la conocen, pero también era muy interesante para contar porque habla de un amor libre.

–¿Qué conocía de la vida de Kurt Weill y de Lotte Lenya antes de haber decidido realizar este musical?

–Los conocí a través de la obra. Sabía algo de Weill, pero de Lenya no conocía ni su nombre. En la puesta, la historia se cuenta desde su visión y su voz. Ella es la que plantea una relación honesta, más que un amor libre, entre ambos. Lenya era una persona a la que le gustaba amar, y no iba a posponer sus deseos sexuales o de amor por estar casada. Ella tuvo una infancia dura, y vivió en una Berlín de entre guerras, donde existía una gran libertad sexual y cultural.

–La historia de amor entre ellos, además, estuvo atravesada por las tensiones políticas de la época, más precisamente por el nazismo, y a propósito de esa situación, en una escena, Lenya dice: “A mí no me interesa la política”. ¿Cómo piensa usted el vínculo entre el arte y la política?

–Hay artistas que militan haciendo teatro, y yo siento que los artistas tenemos un poder porque todo lo que hacemos y decimos en un escenario tiene un mensaje. Quien va a ver un espectáculo se queda con algo; su cabeza vuela, sueña, piensa. En ese poder, entonces, también hay un deber de educar, de transmitir ideas y sensaciones y ahí entra la política, en ese sentido de pensar qué queremos transmitir. El teatro que hacía Brecht, por ejemplo, era político. Y el arte puede llegar a ser peligroso para quienes quieren dominar. Pasó acá en la época de los militares. Pasó en España, donde asesinaron a Lorca. Yo pienso: “¿Qué quiero decir cuando me subo a un escenario?”, y con este espectáculo lo que quiero transmitir es qué pasa hoy con la posibilidad de un amor libre.

–Existen prejuicios con esa idea. Es más aceptado que el hombre tenga muchas mujeres, que el hecho de que la mujer tenga muchos hombres...

–Sí. Cuando el hombre está con muchas mujeres, es re piola. Cuando la mujer está con muchos hombres, es una puta. Por eso es interesante plantear una relación de amor libre, y honesta. Lo importante es que no haya engaño. Es como dice Lotte Lenya: “O somos honestos, o no somos nada”.

–¿Aceptaría un amor como el de Lenya y Weill?

–Sí. Para mí lo más importante es actuar con amor y respeto al otro. Yo tengo una pareja libre. La gente malinterpreta y piensa que el amor libre significa que uno va a acostarse con todo el mundo, y no tiene que ver con eso. Se trata de que cuando te sucede algo con otro, puedas tener la libertad de experimentarlo, y no sentirte culpable. Somos seres humanos. ¿Cómo no vamos a poder amar a más de una persona? ¿Cómo no vamos a tener ganas de tener sexo con otras personas? Lo otro es hipocresía.

–¿Le generaba presión la expectativa que pudiera tener el público local de volver a verla en un musical?

–No puedo pensar en la expectativa de la gente, porque si lo pensara no haría nada.

–Cuando compone personajes históricos, como los que ha interpretado, ¿acude a alguna fuente biográfica o se ajusta al libreto?

–Uno se ajusta al libreto porque de ahí no se puede salir, pero Jonathan Butterell, el director, nos contó que la actriz Judi Dench decía que sólo mostraba en escena un diez por ciento de lo que sabía del personaje. Y es así. En mi caso, leer biografías me ha servido muchísimo, y para interpretar a Piaf y a Lenya me ayudó mucho “verlas” cantar, y reconocí cosas mías en ellas.

–¿Se identifica con estas mujeres?

–Sí. En primer lugar porque ellas son cantantes y artistas como yo. Y luego, no sé si me identifico tanto, pero en el caso de Lotte Lenya y ese amor que vivió, me encantó y me resultó muy interesante poder hablar de ese tema.

–¿Ve obras de teatro?

–Sí, pero no todo lo que querría. En este momento, por ejemplo, me gustaría ir a ver obras los lunes, pero es la única noche que puedo estar con mi hija. Me gustaría ir más al teatro, porque de ese modo uno conoce a sus colegas y conoce lo que se está planteando como arte. Lo último que fui a ver fue Terrenal, y me pareció increíble. Me pareció una genialidad que exista un autor y director contemporáneo, y argentino, que haga eso.

–Usted se refiere a Mauricio Kartun...

–Sí, ¡quiero trabajar con él!

–¿Le gustaría hacer más teatro de texto?

–Sí. En realidad esto de hablar de teatro de texto o de teatro musical, me cansa. Estoy cansada de encasillar al teatro en géneros. A mí me gusta hacer teatro en general y encontrar cosas que quiero decir en cualquiera de sus formas.

–Usted es una artista multifacética –a contramano de aquellos que quizá sí se limitan a trabajar en algún género específico– y trabajó en cine, televisión, grabó discos, cantó en el Teatro Colón e incluso realizó un documental sobre una casa autosustentable. ¿Le preocupa que la encasillen como artista del teatro musical?, porque para muchos usted es una referente de este género...

–Yo empecé mi carrera haciendo teatro musical. Cuando hice Mina’che cosa sei?, y como soy tan culo inquieto, dije: “Después de esto, ¿qué más puedo hacer en la comedia musical?”, porque era casi un unipersonal, en el que yo cantaba una hora y media, y una obra de la que fui la coautora, entonces me preguntaba qué rol me iba a llenar tanto como lo había hecho el de Mina, y cuando estaba a punto de incursionar más en el teatro de texto, apareció la posibilidad de hacer Evita en Londres, donde también hice Boeing Boeing. Y después surgió Piaf, que era como una obra de texto con música y en ese momento me llamaron para hacer cine, y empecé con eso. Yo fluyo. No quiero tener un límite. Si mañana se me ocurre hacer un espectáculo de danza contemporánea lo quiero hacer. No me importa que me haya hecho famosa con la comedia musical. Quiero seguir expresándome en todas las formas, porque no me gusta pensar en hacer algo para atraer gente y para ganar plata. No me interesa eso. Creo que en realidad eso viene cuando uno está totalmente convencido de que lo que está haciendo es lo que quiere hacer.

–A propósito, ¿tiene algún proyecto en mente para el futuro cercano?

–Tengo un proyecto con Escalandrum, la banda liderada por Daniel “Pipi” Piazzolla, con músicos geniales. Ellos hicieron un álbum que se llama Piazzolla plays Piazzolla, y ya empezamos a trabajar juntos hace un tiempo y la idea es hacer presentaciones y un disco, con interpretaciones de temas de Astor Piazzolla.

–Se podría pensar que usted agotó todas las posibilidades de expresión artística. ¿Le queda algo pendiente?

–Me gustaría hacer un montón de cosas. Me gustaría hacer un espectáculo de danza, y hacer todo estilo de teatro, y no tener el límite de la comedia musical o del teatro de texto. Cuando hice Ay, Carmela, estuvo buenísimo, pero la gente venía y me decía: “Quería que cantaras más canciones”.

* LoveMusik se presenta en la sala Pablo Neruda, del Paseo La Plaza (Corrientes 1660), con funciones de martes a jueves a las 20.30, viernes a las 21, sábados a las 20 y 22.15 y domingos a las 20.

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