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Domingo, 17 de abril de 2016

TEATRO › LEONOR MANSO E INGRID PELICORI HABLAN DE LA OBRA TEATRAL ABSORTA Y DESNUDA

“El dolor mismo también supone una forma de belleza”

Las actrices estrenaron, con dirección de Mariano Dossena, un espectáculo basado en textos de Leonor García Hernando, una poeta de culto definida por Manso como “una mujer de izquierda, con un fuerte pensamiento crítico”.

 Por Cecilia Hopkins

“Es muy reconocida por los poetas, incluso por los jóvenes, pero no lo es para el gran público”, coinciden las actrices Ingrid Pelicori y Leonor Manso en referencia a la obra de Leonor García Hernando, poeta tucumana nacida en 1955 y fallecida de cáncer en 2001, dos semanas antes de la edición de El cansancio de los materiales, su último poemario. De sus obras Mudanzas, de 1974, La enagua cuelga de un clavo en la pared, de 1994 y Tangos del orfanato/Tangos del asesinato, de 1999, entre otros, Pelicori y Manso elaboraron la dramaturgia de Absorta y desnuda, espectáculo que, bajo la dirección de Mariano Dossena se está presentando los domingos a las 18 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), con la actuación de Muriel Santa Ana, Claudia Tomas, Walter Quiroz y las mismas Pelicori y Manso, con música de Miguel de Olaso interpretada en vivo.

Ambas actrices ya habían participado en 2012 de otro espectáculo de poesía, Los poetas de Mascaró, con dirección de la propia Manso, centrado en la memoria de la generación literaria que escribió su obra entre las décadas del 70 y el 80. Entre otros autores, aquel espectáculo recogía textos de la misma García Hernando sólo que, como apuntan Pelicori y Manso en la entrevista con Página/12, “eran poemas que hablaban acerca de los desaparecidos, del horror de la dictadura, así que para este nuevo espectáculo quisimos seleccionar textos que tienen que ver con su vida, sus vínculos y sus experiencias con el amor”. Efectivamente, en Absorta y desnuda la faceta política de la poesía de García Hernando queda apenas expuesta y, a partir de un reordenamiento cronológico de fragmentos de sus poemas, la pieza teatral conduce al espectador a través de sus vivencias de infancia, sus temores y juegos, sus anhelos de adolescente, su vida adulta y finalmente, su enfermedad y su muerte.

“Leonor era una mujer de izquierda, con un fuerte pensamiento crítico”, define Manso, quien recuerda haberla visto tomando café en el bar La Paz, con su boina roja, como muchos que la conocieron la recuerdan. “García Hernando, con su poesía, dio testimonio de una juventud atravesada por la dictadura”, señala Pelicori, y subraya: “No fue desaparecida ni exiliada pero anduvo por estas calles y estos bares dando testimonio de su época. Su poesía no hablaba en términos anecdóticos de todo lo que estaba pasando sino de la herida que atravesó esa época”, explica. Su compromiso fue, no obstante, muy concreto, según cuenta Manso: “en la última entrevista que le hicieron mencionaba todo lo que hizo ella junto a sus compañeros de taller literario para encontrar a dos poetas jóvenes que habían desaparecido. Como mandar telegramas al Poder Ejecutivo y al Primer Cuerpo del Ejército, firmados con números de documento y direcciones, algo impensable desde hoy”, describe.

Más allá de Absorta y desnuda ambas actrices participan en otros espectáculos. Pelicori integra el elenco de Todas las cosas del mundo, obra de Diego Manso que, con dirección de Rubén Szuchmacher acaba de estrenar en el Teatro Payró. Dice la actriz: “Es una obra infrecuente, por su humor, su lenguaje exquisito y por los mundos que crea, con unos personajes que son muy generosos para el actor. Es una obra muy argentina: se habla de planes delirantes, muy al estilo Roberto Arlt, planes que no salvan a nadie porque siempre terminan fracasando”. Agrega además: “El teatro Payró está irreconocible porque se usa todo el escenario y tiene una escenografía (obra de Jorge Ferrari) muy importante”, describe. Por otra parte, Pelicori afirma: “Es un gesto fuerte contra el amateurismo que una sala apueste a un solo espectáculo”. Lo dice en referencia a la gran programación que ofrece la mayor parte de las salas alternativas, lo cual obliga a muchas puestas a reducir o limitar sus necesidades escenográficas, por falta de espacio para guardar los elementos o de tiempo para realizar el recambio de espectáculo. “El modo de producción en el teatro –opina la actriz– termina condicionando a la actividad cuando lo mejor sería que mandara lo artístico en este tipo de decisiones”, concluye.

A pesar de que en Todas las cosas del mundo también está actuando su hija, Paloma Contreras, Manso aún no pudo ver el espectáculo porque también de jueves a domingos está ocupada con las funciones de Esposa de dictadores, obra del alemán René Pollesch, que dirige Luciano Cáceres en el Centro Cultural San Martín. “Es una obra sin personaje ni relato –cuenta Manso– es una especie de crisol absurdo, un juego que hace articular un torbellino de locura alrededor de la historia del matrimonio Ceausescu y su disputa por el ego: su mujer era casi analfabeta y, a pesar de eso, compró títulos académicos y asistió a congresos con total impunidad”, detalla. Además de teatro por partida doble, Manso graba una tira –Los ricos no piden permiso– que emite Canal 13 de lunes a jueves, por lo que se levanta diariamente a las 5 y media de la mañana: “el piso está en Don Torcuato –donde llegué a filmar Las locas, con Olinda Bozán– y los exteriores, en Cañuelas y en Tigre”. A pesar del esfuerzo la actriz reconoce: “No puedo quejarme porque es un momento difícil para el actor: en la televisión hay muy poca ficción y, en cambio, mucha lata y mucho panelista”.

–Volviendo a Absorta y desnuda, ¿qué impresión tienen de la propia García Hernando?

Leonor Manso: –Releí hace poco la última entrevista que le hicieron y me impactó su sinceridad, su forma de ser para nada complaciente, su pensamiento siempre enriquecedor, su compromiso con la vida. En ella está muy presente la búsqueda en profundidad de la esencia de lo humano. Sus poemas te arrasan al ser escuchados, porque no se dirigen al intelecto.

Ingrid Pelicori: –Llama la atención el modo en que ella se asumió como poeta y cómo vivió su compromiso con Mascaró. Por esto queremos que su obra sea valorada por un público más amplio que el círculo acotado que la conoció. Este espectáculo, además es un homenaje a Elena Tasisto, con quien compartimos Los poetas de Mascaró.

–¿Cuál es la visión de la infancia que muestra el espectáculo? La poeta dijo haber idealizado ese momento de su vida en su poesía.

L. M.: –Eso es algo que todos solemos hacer. De todas formas, ella habla de un mundo violento, algo que suelen sentir los niños y que tal vez olvidan. Su observación de la naturaleza, su forma de mirar la vegetación que rodeaba su casa también está cargada de violencia.

I. P.: –“Un jardín violento camuflado de nogales”, así lo describe.

Ella y su familia vivían en Ciudad Evita; frente a su casa comenzaban los bosques de Ezeiza. Allí transcurrían sus juegos. Eso está muy presente en su poesía, también sus miedos infantiles relacionados a la amenaza de un mundo que aún no conoce. Luego están el despertar a la sexualidad, el vínculo con los hombres, el dolor y la frustración de experiencias amorosas.

–¿Cómo retrata el mundo adulto?

L. M.: –Como un mundo en el que no se puede confiar. Hay un poema en el que habla acerca de una astilla clavada en un pie como “algo mínimo que se desprende de un mundo que inspiraba confianza”. Ella después dice: “el pie ni siquiera duele pero está en él esa ínfima lámina de un mundo inestable”.

–Cuatro actrices se alternan en interpretar fragmentos de la poesía de la autora. El músico crea climas con su laúd, pero también hay una voz masculina...

L. M.: –Walter Quiroz es el alter ego de Leonor que le dice que su sufrimiento tuvo redención en la poesía. Que la belleza ocupó totalmente su corazón. Claro que estamos hablando de una belleza que no tiene que ver solamente con lo que consideramos lindo.

I. P.: –Algo de la alquimia de la poesía tiene que ver con la forma en que el dolor se transforma en belleza.

L. M.: –O podríamos decir también que el dolor mismo supone una forma de belleza.

–¿Y el rol de la música en la obra?

I. P.: –La música está allí con la idea de darle a la palabra un tiempo de pausa para que siga resonando en el espectador. Para que vaya calando más hondo. Otras veces, la música participa de un diálogo con los textos.

–¿Cómo expresa García Hernando lo que se vivió durante la dictadura?

I. P.: –No habla sobre los militares ni sobre los desaparecidos. Su poesía habla de la experiencia del sobreviviente.

L. M.: –Y también habla sobre la traición, algo que tiene mucho que ver con nuestra historia.

–¿Y qué piensan de lo que el país está viviendo hoy?

L. M.: –Me gusta mi profesión porque hacer teatro me conecta con la expresión de la belleza. Todo lo demás hoy me resulta esquivo y vulgar.

I. P.: –Es un momento muy extraño, confuso y amenazante. Me preocupan muchas cosas de las que están pasando. Me consuelo diciéndome “esto también pasará”.

L. M.: –Por suerte tenemos lugares de resistencia: el teatro es un encuentro amoroso con el público, implica juntarse y hacer.

I. P.: –El teatro es muy civilizador, porque implica intercambio, fraternidad, diálogo y respeto por los acuerdos que se hacen con otros.

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Manso y Pelicori ya habían participado en 2012 de otro espectáculo de poesía: Los poetas de Mascaró.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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