Sábado, 16 de julio de 2016 | Hoy
TEATRO › VALENTINA BASSI Y NACHO GADANO HABLAN DE SU VERSION DE MEDEA EN MANHATTAN
“¿Hasta dónde podemos llegar los seres humanos cuando estamos dominados por las pasiones?”, plantea la pareja protagónica de esta puesta que traslada la clásica tragedia griega a la ciudad de Nueva York, y que se presenta en Ciudad Cultural Konex.
Por Emanuel Respighi
Las pasiones humanas no conocen de tiempos ni de culturas. Son tan universales como atemporales. Escrita por Eurípides en el año 431 a. C., Medea es una de las tantas tragedias griegas en las que los más feroces sentimientos humanos atraviesan a cada uno de sus protagonistas. Aquella tragedia de amor y venganza que transcurría en la ciudad de Corinto acaba de estrenarse en la cartelara porteña, en una versión adaptada a la sociedad actual, que transcure en la Manhattan contemporánea y sumándole la problemática de los refugiados. Detalles que, sin embargo, no modifican en nada la esencia visceralmente humana de la obra. Protagonizada por Valentina Bassi y Nacho Godano, Medea en Mahattan revisita la tragedia griega en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131), con funciones los viernes y sábados a las 21.
La versión de Medea en Manhattan fue escrita por Dea Loher en 1999, en medio de la Guerra de Kosovo, cuya más notable consecuencia fue la enorme cantidad de desplazados que buscaron la paz en otros países. En ese contexto, la tragedia de Eurípides le sirvió a la dramaturga alemana para contar solapadamente la problemática de los refugiados, que hoy continua con tanta vigencia como antaño en diferentes regiones del mundo. La historia de amor, abandono y venganza que cae sobre Medea asume en la versión dirigida por Lía Jelín un espacio y tiempo –nada más y nada menos que Nueva York, símbolo mundial del capitalismo– que expone aún más el sino trágico de la obra original.
“Medea es una obra escrita en un tiempo y espacio determinado pero que no perdió su condición universal”, le cuenta a Página/12 Gadano, que en la obra interpreta a Jasón, el hombre que desata el infierno de Medea al abandonarla en ese mundo hostil y sufrido. “Es una pieza que tiene la particularidad de abordar los temas que más condicionan a la existencia humana: el amor, la muerte, la traición, la venganza, la infidelidad, la brutalidad de la cultura... No hay pasión que la obra no exponga ante los ojos de los espectadores”, agrega Bassi, la actriz que se pone en la piel de la abandonada y vengativa Medea, protagonista absoluta de la tragedia.
–¿Cómo se resignifica la obra en los tiempos actuales?
Valentina Bassi: – Las interpretaciones son infinitas. Lo interesante de esta obra es que tiene textos tan profundos que a nadie le puede ser indiferente. Es una obra que en algún lugar conmueve. Es una historia de amor. De un amor desenfrenado, claro, en un contexto que pone los sentimientos a flor de piel. Al ser refugiados, que viven en pésimas condiciones, intentando integrarse económica, social y culturalmente a una sociedad que les es tan ajena, las pasiones adquieren status de extremas.
Nacho Gadano: –La combinación de la problemática del refugiado con la historia de amor quita de lado el melodrama y sitúa la puesta en la tragedia. En una tragedia que es familiar pero cultural a la vez.
V. B.: – Me gusta pensar que los personajes están atravesando una situación límite. Son personas que están en el extremo de sí mismo, sufriendo el desarraigo de su tierras y de sus costumbres, y viviendo en la más absoluta miseria.
N. G.: –Los valores y la moral se tornan débiles cuando sólo se trata de sobrevivir. Medea... transita en torno a situaciones humanas desbordadas, de principio a fin.
–¿Son dos personajes que, atravesados por su existencia, resultan víctimas de sus propias necesidades?
V. B.: –Cuando no tenés nada que perder la vida también adquiere otro valor, otra significación. La necesidad de insertarse en esa gran ciudad obsesiona a Jasón, que ama a Medea pero necesita salir de esa vida miserable, casi infrahumana, que vive. Tanto Medea como Jasón tienen razones de sobra para actuar como actúan. Y Jasón decide hacer todo lo posible para salir del lugar en el que está. Sin ley, sin moral y sin ética para lograr insertarse en la sociedad. No hace cualquier cosa para ser “alguien”. Todo lo que emprende lo hace para poder sobrevivir a ese mundo hostil. Por su parte, Medea lo ama, quiere estar con él toda la vida, y lo sigue haga lo que haga.
N. G.: – El amor en Medea se da más como una decisión de vida. Ella lleva esa decisión hasta las últimas consecuencias, porque es una persona de una entrega total. En cambio, Jasón vive al amor como una necesidad. En ese punto, son dos personajesque tienen formas muy diferentes de ver la vida y fuerzas que los empujan a hacer lo que son también distintas. La obra contrapone dos maneras de amar y de ver el mundo. Y hasta dos maneras de vivirlo, incluso.
V. B.: –Medea está dominada por sus pasiones. Medea no tiene control de sus sentimientos. Es arrastrada por sus pasiones.
–¿Cómo se aborda en esta versión la diferenciación de género que presentaba la obra original?
N. G.: –En el texto original de Eurípides están presentes las fuerzas dionisíacas y las apolíneas, en una oposición que suele estar presente en la tragedia griega. En esta versión, adaptada a la cultura occidental contemporánea, Medea ocupa el lugar de lo dionisíaco, lo caótico, lo apasionado, es la que rompe con todas las estructuras. En tanto, Jasón es la representación de las fuerzas apolíneas, ya que es el que pretende adaptarse, el más formal, el que quiere que las cosas tengan un orden. Mientras que uno busca controlar, la otra rompe con todo.
V. B.: –La obra dispara un sinfín de interrogantes. Uno de ellos, que es el que a mí más presente se me hace, tiene que ver con cuál es el límite del amor. En su venganza, Medea es capaz de hacer todo el daño que su humanidad puede hacer. Incluso, sobre ella misma y sobre todo aquellos que ama. Le tiene que doler a ella el daño que hace para que su venganza tenga la forma del odio que siente. ¿Hasta dónde podemos llegar los seres humanos cuando estamos dominados por nuestras pasiones? ¿Cuál es nuestra capacidad de daño y por qué motivos se dispara semejante fuerza destructora? En ese sentido, Medea es una obra muy humana. En todos nosotros conviven los impulsos más crueles, como el odio o la venganza. Por suerte, a diferencia de Medea, para quien al momento de la venganza confiesa que “ya no hay ley” fuera de ella, la mayor parte de la humanidad tiene la posibilidad de controlar sus propios demonios.
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