Sábado, 16 de julio de 2016 | Hoy
MUSICA › LEO FERRADAS Y LA REEDICION DE SU DISCO JUNTO A LOS HUESOS
Aunque en años recientes grabó álbumes como Agarrar arte y La vida ordinaria, el guitarrista y cantante quiso rescatar un álbum cuyas canciones, según dice, siguen representándolo y teniendo vigencia. Esta noche actúa en el Teatro del Viejo Mercado.
Por Sergio Sánchez
Leo Ferradás desafía al tiempo. El cronista llega una hora tarde, pero Ferradás sigue ahí, inmóvil en un viejo bar de Cochabamba y Entre Ríos. Va por el segundo o tercer café. Es la misma obstinación y paciencia con la que encara su obra musical. Espera y confía en que “el tiempo” ponga las cosas en su lugar. Para él, la canción, vestida de rock, es lo más preciado. “Es más rockero el que hace su obra de manera sensible y creativa y le cuesta difundirlo. Ahora, al parecer, el rockero es el que tiene éxito. No quiero estar condicionado a que me pasen el tema en la radio o no. Yo quiero quejarme, no que una discográfica me diga lo que tengo que hacer”, dispara sobre el final de la charla. Va atrás en el tiempo y rescata el espíritu libertario de tipos como Litto Nebbia y Moris, a quien considera un amigo. “Me siento identificado con el rock argentino de las primeras generaciones. Y los que vinieron después: Charly, Fito, Luis Alberto”, enmarca. Cumplió 40 años esta semana. “El tiempo es ingrato”, dirá más tarde, ya fuera del bar, por las calles de San Cristóbal. “¿Quince años es mucho o poco? Es relativo”, reflexiona sobre los años que lleva en actividad junto a su grupo. Es que la excusa de la entrevista es la reedición del primer disco de Leo Ferradás y Los Huesos, disco que se editó en 2002, pero que se terminó de grabar un par de años antes. Acompañado por Homero Rivas en batería, Carlos Camillucci en bajo y Pehuén Innocenti en teclado, lo (re)presentará hoy a las 21 en el Teatro del Viejo Mercado (Lavalle 3177).
La cuestión es que Ferradás quiso darle otra oportunidad al disco. O, mejor, rescatarlo del tiempo y volver a defender esas canciones. “No sé si es mi mejor disco, pero va a ser difícil superarlo”, dice. “Es muy redondo. Es muy importante para mí, por la calidad de los músicos, por el momento en el que se grabó, por lo que costó sacarlo. Me lo produjo Silvio Furmansky, que en ese entonces era mi profe de guitarra. A la obra de uno hay que seguir acompañándola, está bueno soltar las canciones y dejar que hagan su camino, pero también hay que ayudarlas”. Luego, vinieron dos discos más. Él mismo los describe: “Agarrar arte (2009) es mi disco más punk y La vida ordinaria (2013) es más pop rock. El primero era de rock canción. Ahora estamos en la preproducción del disco nuevo, que se va a llamar Colegiales. Me gustaría que fuera una mezcla evolucionada de los anteriores”. Leo Ferradás y Los Huesos, el disco que remasterizó y acaba de reeditar, efectivamente es cancionero. Hay nostalgia, urbanidad, amor adolescente, ganas de cambiar el mundo y mucho bar. Hay un hit (“Todo lo que te digo”), una rumba al estilo Los Rodríguez con Juanjo Domínguez de invitado (“Hoy va a parecer”), rock del clásico (“Yo estaba mal”) y aires de blues (“20 otoños”). Y hay, también, cuatro bonus tracks que no estaban en el disco original. Entre ellos, versiones acústicas de “Distintas tintas” y “Mil y una noches”, y la inédita “Convenceré a la noche”, grabadas en los emblemáticos estudios TNT.
–¿Por qué una reedición?
–De la edición original ya no quedan más, en ese momento había estado en todas las disquerías. La idea es sacarlo en vinilo también. Lo siento como un disco de batalla, un disco que sobrevivió a un montón de cosas. Cuando lo terminé de grabar me costó encontrar compañía para editarlo (salió por El Pie Records), la situación del país no era muy buena. Habían pasado unos meses de la crisis de 2001. Rodolfo García me decía: “Leo, me acuerdo la época en la que salió tu primer disco porque me remite a una crisis que hubo relacionada con los discos también en los años 70, cuando faltaba petróleo para hacer los vinilos y tenían que reciclarlos”. Y, sin ir más lejos, el retorno de este disco también tuvo sus peripecias porque no encontramos el arte digitalizado original por ningún lado, así que tuve que buscar las fotos originales. Fue un trabajo de orfebre. No estaba muy seguro si estaba haciendo bien al reeditarlo. Pero analizándolo un poco me di cuenta que las canciones tenían una poesía muy fresca, directa, sin tanto prejuicio. Son canciones que compuse cuando tenía veinte años o menos. En ese momento estaba muy eufórico, hacía muchas canciones, tocábamos mucho en vivo, andábamos con la banda de acá para allá, metidos en el estudio de grabación, en la sala de ensayo. Fue una época muy fructífera.
–¿Se sigue reconociendo en las canciones?
–El pasado se puede reinventar y hasta me atrevo a decir que se modifica. Hoy siento que estas canciones las podría haber hecho ayer, que siguen teniendo vigencia, aunque las versiono un poco. Las canciones se van modificando, van creciendo. Estoy convencido de que el pasado se puede modificar para bien. Con la banda le estamos haciendo arreglos nuevos, sin que pierda la esencia de la canción original. Los temas no tienen que sonar como el disco. Uno, con el tiempo, cambia su perspectiva. Cuando salió el disco estaba muy metido en el proceso compositivo, pero ahora que tengo la reedición en la mano lo valoro de otro modo. Las cosas son como uno las interpreta. El tiempo y la distancia me hacen verlo desde otro lugar y me gusta más que antes. No lo tomo como volver atrás: me voy al fondo para dispararme hacia adelante. Una especie de retrospectiva que está buenísima. Me sirve un montón para saber adónde estoy parado, porque fue el punto de partida de mi carrera. Ahora me conozco un poco más. La música es una búsqueda eterna, no tiene techo. Siempre hay cosas para aprender.
–¿Qué le gustaría que pase con esta reedición?
–Me gustaría que lo escuchen los jóvenes que eran muy chicos cuando salió. Cronológicamente, está dentro del estilo canción de grupos como Estelares, Los Tipitos, Guasones y Calamaro. Soy contemporáneo a esas bandas. Con Turf tocábamos mucho. Pero el disco, si bien tuvo buena difusión, no tuvo el mismo alcance que esas bandas. Fue un muy buen primer disco, con mucho glamour, con muchos invitados, como el tecladista Mario Parmisano. Lo que le faltó, creería, fue un poco más de difusión, que es el punto débil que tenemos muchos músicos independientes.
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